¿Qué dice la ciencia sobre la amistad entre mujeres?
Las mujeres que ven a su grupo de amigas dos veces a la semana tienen mejor salud mental que las que no lo hacen
BarcelonaSiempre que pueden, Anna, Núria y Elena se reúnen en la misma cafetería para "ponerse al día". Rondan la cuarentena y, para ellas, estas horitas de conversación y desconexión son como una terapia de la que salen siempre contentas y renovadas. Llevan años conservando la amistad, a pesar de los cambios vitales que han ido viviendo, como las mudanzas por trabajo o los hijos. Su vínculo les ayuda a superar los incidentes de su día a día, aunque muchas veces se lo tengan que contar todo por WhatsApp.
Que quedar con las amigas es como recargar pilas no sólo lo dicen ellas, sino que incluso un estudio de la Universidad de Oxford del 2024 asegura que las mujeres que ven a su grupo de amigas dos veces a la semana tienen mejor salud mental que las que no lo hacen. Además consideran que si el grupo es de máximo cuatro personas, todavía es mejor. "Cuando el grupo sobrepasa a las cinco personas, se ha demostrado que es poco probable que se produzcan situaciones divertidas que generen la producción de las endorfinas necesarias para causar bienestar y felicidad", decía el director de la investigación, Robin Dunbar, en la presentación del estudio.
Otras investigaciones han demostrado que las amistades entre mujeres tienden a ser más íntimas y emocionales que las que se crean entre varones. Mientras ellos suelen compartimentar este tipo de relaciones, las mujeres esperan que en su amistad haya apoyo emocional, lealtad y cierta simetría. Sin embargo, estas expectativas son las que también provocan que entre las amistades femeninas haya más posibilidades de sufrir y decepcionarse.
De todo esto habla la experta en amistad y educadora estadounidense Danielle Bayard Jackson en el libro Amigas de verdad (Diana, 2025), donde desgrana las complejidades de estas relaciones. Toda una "ciencia" que ya comienza en la forma en que se forman los vínculos de amistad femeninos, donde juegan un papel crucial tres tipos de afinidad.
Para empezar, es importante que entre las amigas haya una simetría, una sensación de semejanza, igualdad y reciprocidad. "Es cuando empezamos a perder ese sentimiento que comienzan los conflictos, como cuando una es soltera y la otra tiene un bebé", explica Bayard. Otra afinidad que une es la de compartir secretos, información y, en cierto modo, ofrecer una exclusividad. Esto genera, según la autora, un espacio seguro en el que poder confiar tu mundo personal. "Cuando empieza a pensarse que ya no reconoces a tu amiga o que tú cuentas más que ella, es que algo falla", continúa la experta. Y, para terminar, otro puntal de este tipo de relaciones es la certeza de tener siempre un apoyo emocional ante los sucesos de la vida. "Y cuanto más tiempo y evolución tenga ese vínculo, más se espera que la otra persona nos desafíe, nos confronte y nos diga la verdad, aunque duela", apunta Bayard.
Vínculo y conflicto
Marta y Mercè quedan cada sábado por la mañana para desayunar juntas y pasear un rato. Aseguran que es uno de los mejores momentos de la semana, y no es raro, porque según el libro ¿Why walk?, de la coach y escritora americana Joyce Schulman, cuando dos mujeres caminan juntas regularmente se produce un efecto mágico: las conversaciones son más fluidas y refuerzan su conexión, haciendo que tengan menos probabilidades de sentir soledad.
Ahora bien, estas relaciones nunca están libres de conflicto. "Precisamente es porque el conflicto se da con las personas con las que nos sentimos más conectadas y con quienes tenemos una amistad más profunda, por lo que esperamos mucho más", apunta Bayard. Por eso, es posible que las mujeres sean mucho más selectivas y tengan mucho cuidado a la hora de escoger sus amistades.
Esta presión hace que incluso haya mujeres que renieguen de la amistad con otras mujeres y prefieran tener amigos a hombres. Según el libro de Bayard, cuando una mujer se siente así suele ser porque ha vivido alguna experiencia que le ha hecho mucho daño y le ha hecho desconfiar. "Suelen decir que las mujeres son malas y competitivas, que son demasiado emocionales y que sus intereses encajan más con los estereotipos masculinos", apunta.
Para la autora, la lástima de todo ello es que quizás hay mujeres que están dispuestas a ser sus amigas, pero si ellas están encerradas en banda ya de inicio, "¿cómo podrán interactuar con sinceridad ya un nivel más profundo?", se pregunta Bayard. En este punto, remarca que es importante aprender a manejar los conflictos en las relaciones entre amigas.
"Es normal tener conflictos, el problema es que en muchas ocasiones entendemos el conflicto como algo opuesto a la amistad, cuando no es así", continúa. Como cualquier otro vínculo, la amistad requiere un esfuerzo personal y aprender a solucionar los conflictos de forma sana, "poniendo las necesidades de la relación por delante del ego personal".
Mejorar la comunicación
Muchos de los conflictos surgen porque ha habido unas expectativas que no han sido satisfechas, por lo que una de las partes acaba sintiéndose decepcionada con la otra. En un estudio realizado por la antropóloga Anna Machin, se detectó que las mujeres tienden a crearse unas expectativas más altas que los hombres en cuanto a sus relaciones más cercanas. Unas proyecciones que muchas veces no suelen cumplirse porque, para empezar, existe el error frecuente de creer que no deberían decirles a sus amigas lo que necesitan porque "ya deberían saberlo". Y, en segundo lugar, porque la sensación de afinidad y simetría hace creer que las amigas deberían apoyarles igual que ellas, y cuando esto no ocurre, se descolocan.
Pero evitar el conflicto no es la solución. Ante este caso, Bayard recomienda hacerse las siguientes preguntas: haciendo esto, ¿quién sufre más de forma indirecta? ¿Cómo te está afectando esto personalmente y cómo está afectando a la amistad?
Afrontar una conversación difícil no es sencillo pero sí necesario, según la autora. Por eso, recomienda prepararse un poco antes para poder afrontarla de la mejor manera posible. Pensar y reflexionar un poco sobre cómo gestionas emocionalmente las situaciones que te irritan y ofenden ya es un buen preparativo para ir con una buena predisposición. "Cuando quedes con la otra persona, intenta buscar un lugar cómodo y tranquilo para abordar el tema", continúa la autora, quien también recomienda empezar la conversación admitiendo que estás nerviosa por tener que sacar el tema. "Abrazar tu vulnerabilidad ayudará a que vea que lo que pasa te importa y quieres hacer bien las cosas", apunta.
Una vez iniciada la conversación, es importante tener la voluntad de ver y entender la perspectiva de la otra persona para ir reevaluando sus propias emociones y modificar el comportamiento, si es necesario. Si hay algo que te afecta del comportamiento de la otra persona y lo que quieres es mostrarlo, mejor centrarse en lo que te hace sentir su manera de hacer, y no en la acción en concreto. Por ejemplo, si estás cansada de que la amiga siempre haga tarde en los sitios, en vez de quejarte de esto, puedes decirle que cuando hace tarde te pones nerviosa porque se descuadra el plan que habías organizado. Por otro lado, un secreto para evitar malinterpretar a la otra persona es repetir lo que acaba de decir, para asegurarte de que lo has entendido bien. En definitiva, se trata de colaborar en el equipo para encontrar la solución. "La meta no es cambiar a la otra persona, sino solucionar el problema", remarca Bayard.
Evidentemente, de veces las relaciones son tóxicas y lo mejor es que se acaben. "Para muchas mujeres, las rupturas entre amigas son más difíciles que las roturas románticas", asegura la autora. Esto se debe, según su tesis, a que cuando una amiga se aparta de nosotros, sentimos que rechaza nuestra esencia más pura.
¿Lo mejor de todo? Que nunca es tarde para hacer nuevas amigas que valgan la pena, con quien compartir buenos momentos y confidencias. Eso sí, hay que buscar bien y hacer un esfuerzo para que la relación salga adelante.