Estilos de vida

Ir al cine, a cenar o de viaje solos: ¿por qué nos cuesta hacer cosas sin compañía?

Los expertos afirman que la mirada externa y las creencias nos limitan a la hora de realizar actividades en solitario

Joana Justícia
4 min
Una persona sola en el cine en una imagen de recurso.

Barcelona¿Por qué cuando no tenemos compañía no nos atrevemos a realizar actividades por nuestra cuenta o nos cuesta hacer cosas que habitualmente nos gustan? Según Thais Casals, psicóloga y coach y miembro de la Junta de Psicología Coaching del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, los factores que explican la reticencia a realizar actividades sólo son diversos. La experta señala que "la mirada de los demás" es uno de los principales motivos, y especialmente si hablamos de actividades de ocio como ir al cine, al teatro, a un museo oa una cafetería.

Sin embargo, hay personas como Neus L., de 64 años, a las que el interés cultural no le ha frenado a la hora de realizar actividades sola, aunque reconoce que hay algunas que la incomoda hacer las en solitario, cómo ir al teatro, y otras que disfruta yendo por su cuenta, cómo ver una película en el cine o ir a una exposición: "Al teatro me gusta ir con alguien para después comentar la obra y, en cambio, con el cine, siempre encuentras a gente que ha visto la película antes que tú". Lo que Neus no cree que haga nunca es sentarse en un bar de copas en soledad, porque en este caso, apunta, la frena la crítica social, especialmente hacia las mujeres. "Ir a una coctelería sola me echa atrás. Una señora sola... No sé, en las películas sale, ¿eh? Pero yo no me veo. Me haría sentir mejor ir bien acompañada con un señor y quizás hasta y todo sería una acentuación de la feminidad", reflexiona. Defensora de la frase "vale más sola que mal acompañada", comenta que aunque realice actividades sola sigue teniendo el deseo de disfrutar de una buena compañía, puntual o prolongada: "Cuando vas con la persona acertada disfrutas infinitamente más".

Thais Casals apunta que las creencias que tenemos socialmente respecto a qué actividades se pueden realizar en solitario y es correcto y cuáles son mejor vistas en compañía nos condicionan a la hora de tomar decisiones sobre cómo llevar a cabo el plan deseado. En este sentido, Guille Freijeiro, de 29 años, explica que aunque va solo en el gimnasio, cuando hace ya tiempo que va al mismo lugar siente que forma parte de una comunidad. Últimamente, ha cambiado de centro deportivo ya menudo se siente juzgado por los demás: “Me da la sensación de que la gente debe preguntarse: «¿Y éste, quién es?» Me siento un poco observado por estar en un ambiente en el que quizás no me reconocen como alguien que acude a menudo”. Otra actividad que le hace sentir extraño es sentarse en una cafetería, ya que piensa que "rompe la norma" y no sigue "el patrón" convencional. En cuanto a otras actividades como viajar, Guille se compara con su entorno: "Tengo amigos que van de viaje solos, pero a mí no me motiva mucho". En contraposición, Ariadna Ripollès, de 22 años, aunque nunca ha viajado sola, se lo plantea: “Es un objetivo a largo plazo. Me gustaría viajar para estar tranquila conmigo misma y no sentirme incómoda con mis pensamientos”. La joven opina que recibir atención psicológica es importante para manejar esta carga mental.

El ser cerrado y abierto

Tanto Guille como Ariadna comparten que les resulta inevitable realizar actividades solos cada día, ya sea comer, ir de compras o coger el metro para ir al trabajo. Ahora bien, cuando se trata de disfrutar del tiempo libre, aunque pueden realizar actividades en solitario, a menudo les pesa el deseo de una compañía. Según los expertos, esto se debe a la relacionalidad que regenta nuestra vida. “Los seres humanos somos animales sociales, esto lo sabe todo el mundo”, afirma Josep Martí, antropólogo en la Institución Milà y Fontanals-CSIC, y añade que “el mundo no se puede entender sin que todo lo que existe se encuentra intrínsecamente relacionado ”.

Según el antropólogo, la relacionalidad remite a la teoría del sociólogo alemán Norbert Elias, que criticaba el concepto tradicional dehomo clausus [ser encerrado] en defensa delhominas aperte [ser abierto]. Elias planteaba que los seres humanos no tenemos autonomía absoluta, sino que nos orientamos hacia otros seres humanos, y así dependemos de ellos. Partiendo de esta idea, Martí apunta algunos de los motivos que nos llevan a desear realizar actividades en compañía como la practicidad o la complicidad. “Lo saludable y sensato es precisamente hacer cosas con otros. Además, sabemos que la ausencia prolongada de la interacción social puede estropear la salud mental”, concluye el experto.

En soledad o en compañía, pero hacemos actividades

Pese a las ventajas indiscutibles de compartir el tiempo con compañía, la psicóloga Thais Casals remarca que hay que tener en cuenta también el fenómeno de la soledad no querida, que ocurre cuando la persona está sola “no porque lo desee, sino porque le falta red, en el ámbito social o familiar”. Según la experta, en estos casos lo que hace falta es ayudar a la persona para que pueda encontrar una red y no tanto incentivarla a realizar actividades en solitario. De hecho, según el informe publicado por el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada, el 25,5% de los jóvenes españoles entre 16 y 29 años se sienten solos actualmente y tres de cada cuatro se sienten allí desde hace más de un año. En Cataluña, según datos del Idescat, hay 780.500 personas viviendo solas, de las que un 42,5% tienen más de 65 años. La soledad afecta a más de 175.000 personas mayores, llegando a cifras históricas en Barcelona, ​​donde una cuarta parte de la gente mayor vive sola.

Para superar la situación, Casals recomienda buscar primero una actividad fácil: “No voy a decir un viaje, pero sí ir a pasear, tomar un café, escoger una película que te guste…”. La psicóloga apunta que en la medida en que se empiezan a realizar estas actividades la satisfacción personal aumenta: “Cuanto más reforzado te sientes, más contento estás de haber hecho una salida solo y de haberla podido disfrutar” y añade que es importante que la persona se dé cuenta del bienestar que le aporta hacerlo porque se sentirá mucho mejor consigo misma y se empoderará. La psicóloga concluye que aunque es primordial disponer de un entorno social, lo más importante es no dejar escapar las actividades que nos motivan, tengamos o no con quien compartirlas.

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