Cuerpo y Mente

Frida Kahlo, Virginia Woolf o Kandinski: ¿el talento surgía de su sufrimiento?

Entrevistamos al neurocientífico Mario de la Piedra Walter, autor de 'Mentes geniales', que aborda la relación entre creatividad y salud mental

Creatividad y salud mental
26/05/2025
3 min

BarcelonaArtistas como Dostoievski, Kandinsky, Borges o Frida Kahlo tenían dos cosas en común: eran creadores y sufrían alguna enfermedad mental. Y la lista de nombres célebres podría ser aún más larga: Van Gogh, Sylvia Plath, Virginia Woolf, Edvard Munch... nombres que hoy forman parte del canon universal, pero que también convivieron con la sombra de trastornos como la depresión, el trastorno bipolar o la esquizofrenia. ¿Cómo es posible? ¿Puede explicar la neurociencia esa correlación que se da con tantos genios artísticos que han pasado a la historia?

Éstas son las preguntas que se hace el neurólogo Mario de la Piedra Walter en su libro Mentes geniales (Debate, 2025), una obra que busca entender, desde el punto de vista médico y científico, las complejidades de esta relación aparentemente paradójica entre enfermedad mental y creatividad. A lo largo del libro, el autor se sumerge en casos concretos de artistas que han hecho de su sufrimiento una fuente de inspiración, o incluso una herramienta expresiva, para canalizar su mirada singular sobre el mundo.

Un caso conocido es el de Frida Kahlo, que tras un grave accidente estuvo postrada en cama durante meses, llena de dolor. Y, sin embargo, creó pinturas que han pasado a la historia. "Si me hubiera pasado a mí, me habría quedado en la cama quejándome del dolor, pero ella era distinta –explica Walter–. Hay un factor de predisposición biológica y cierta sensibilidad que no siempre se tiene".

También hay casos como el del pintor Kandinski, considerado uno de los precursores de la abstracción en la pintura, que sufría de sinestesia, fenómeno que hacía que viera la música. "Todas las pinturas se llamaban como sinfonías y composiciones porque pintaba la música que veía", explica Walter, quien asegura que una de cada cien personas puede tener ese espectro. "Incluso la gente normal podemos experimentar sinestesias, como en el lenguaje, cuando decimos que una persona es muy ácida o amarga", continúa el neurólogo. "El cerebro tiene la capacidad de crear siempre nuevas conexiones, que al final son la base de la creatividad", explica.

Experiencias sensitivas

Dostoyevski, en cambio, sufría episodios de epilepsia que él calificaba de "fenómenos místicos". "Le afectaba a una parte del cerebro que le hacía sentir una experiencia extracorpórea y casi espiritual justo antes de tener la convulsión", explica el neurólogo. Era esa sensación de "divinidad" la que trasladaba a su obra, donde muchos de sus personajes eran epilépticos. "Su filosofía era: «Me vale una vida de miseria y sufrimiento por un segundo de divinidad»", sigue.

Tampoco son pocos los genios que han sufrido problemas con su depresión. Las escritoras Sylvia Plath, Virginia Woolf y Anne Sexton tenían en común que eran las tres escritoras más importantes del siglo XX de habla inglesa y que las tres se suicidaron. "Es cierto que sufrían depresión, pero también se sabe que sufrieron abusos por parte de familiares y un contexto social complicado", matiza Walter. Por otra parte, Andy Warhol tenía autismo y aprovechó sus rasgos como materia para propulsar su arte a través de la repetición, hasta crear lo que hoy conocemos como pop art.

Sin embargo, en el libro el neurólogo intenta desmentir la percepción popular de que para ser un genio y crear cosas memorables hay que sufrir algún tipo de patología mental. "Es peligroso pensar lo contrario, porque es una forma de idealizar los trastornos mentales, que no dejan de ser un drama para la gente que los sufre", explica Walter.

El problema, según el neurólogo, es que a las personas suelen gustarnos las biografías trágicas como las de Van Gogh o Hemingway y después acabamos haciendo estas relaciones entre arte y salud mental.

Así pues, para Walter, la genialidad de estos creadores no surge para que tuvieran una patología, sino que, "a pesar de sufrirlas, pudieron transformarlas y utilizarlas en su arte". "Todos somos capaces de crear, todo lo que nos ocurre puede ser un material que podemos transformar en algo positivo", concluye el neurólogo. En otras palabras, la creatividad no es una fuerza reservada a unos pocos genios atormentados, sino una facultad que todos podemos cultivar.

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