Maternidad

Las mentiras de la maternidad

Cuando ser madre no se parece a todo aquello que nos habían vendido: expectativas versus realidad

Un bebé con su madre
N. Costa
17/06/2022
4 min

Barcelona¿Cómo tiene que ser una experiencia de maternidad satisfactoria? ¿Cuáles son las expectativas que una mujer puede llegar a tener? ¿Qué hay que hacer para dejar de idealizar esta etapa y aceptarla tal como viene? Por encima de todo, hay que tener presente que la maternidad puede ser diversa y variada, según defiende la periodista Laia Aguilar, que ha publicado Las otras madres (Columna/Destino). Hay “madres que no quieren ser madres, madres que se embarazan y paren solas, madres que tienen que separarse de las criaturas para ir a trabajar al extranjero, madres que paren hijos por otras”, enumera. Mientras hay un amplio abanico de maternidades posibles, socialmente solo nos referimos a un tipo de maternidad concreta, y no a las otras maternidades que viven en los márgenes y en las que “no se quiere mirar nadie, pero están y resultan apasionantes”, remarca. Esta es la base de la disyuntiva entre las expectativas de la maternidad y la realidad de lo que acaba siendo.

Cuando algo no va bien

Según su punto de vista, las expectativas “se frustran cuando algo no va bien”. Por ejemplo, en su novela aborda el caso de una madre que pierde a la criatura a los 8 meses del embarazo. “Es un hecho trágico. Y el mundo no nos ha preparado para ello. ¿Cómo nos enfrentamos a la muerte cuando lo que esperábamos era vida? Aquí volvemos a las expectativas altísimas. Y a nuestra dificultad para recoger el dolor”, relata. Aun así, la periodista anima a pensar qué pasa cuando la maternidad no es la experiencia que una se esperaba, cuando, por ejemplo, aparecen las depresiones postparto o las criaturas nacen con problemas médicos. També cita los grandes tabúes que hay alrededor de las maternidades no normativas con derivadas como el luto perinatal, los vientres de alquiler o la maternidad no deseada, “entre tantos y tantos otros”, y subraya que no hay un nombre que designe a una madre que ha perdido a un hijo durante el embarazo, de forma que “sin lenguaje no existen estas mujeres”. En estos casos, que solo son unos pocos ejemplos de todo lo que puede ser diferente a aquello esperable, “la maternidad se deshincha, se cuestiona, se repiensa. Y está bien”, considera.

En esta gestión de las expectativas y en el caso de las parejas heterosexuales, los hombres tienen un “papel clave” porque ellos también viven, se emocionan y sufren igual por las criaturas. “Un buen papel es el de no dejar la crianza en manos únicamente de la mujer, el de implicarse más, a partes iguales. A su parecer, los hombres también tendrían que revisar su idea idealizada de paternidad y permitirse ser imperfectas en todos los sentidos”.

Un desajuste cultural

¿Y de dónde viene tanta expectativa? Para Aguilar, a menudo hay un desajuste entre la expectativa que tenemos de la maternidad y la maternidad en sí, y esto “tiene que ver con la idea que siempre nos han vendido de la maternidad” desde ámbitos como la publicidad y el cine. A su parecer, lo que se ha vendido desde hace muchos años es una idea de maternidad feliz, sin fisuras ni contradicciones, “mucho Disney”. En la misma línea, en el ensayo Adiós expectativas, hola realidad (Zenith), la periodista y fundadora de la comunidad Madresfera Mónica de la Fuente remarca que en la maternidad “nada es como en la televisión o en las películas” y aborda esta distancia entre expectativa y realidad ya desde el embarazo, con ámbitos como los cursos de preparto, los embarazos de famosas y los babyshower, que están muy lejos de la realidad.

De la Fuente opina que la sociedad tiene, mayoritariamente y generalizando un poco, “grabado en el disco duro la versión hardcore del embarazo adolescente” con la amiga al lado haciéndose la prueba o, en otras variantes, “la escena idílica de las dos rayitas”, normalmente de color rosa, con la pareja al lado, un hombre vestido con colores pasteles que espera el resultado del test y mira a la mujer con “una mezcla idílica de ternura y pasión”. “Después viene la realidad y te monta tu propia película”, alerta. En su caso, ella reconoce, por ejemplo, que “ni la alimentación, ni el pecho, ni el dormir” han sido como ella se esperaba. “No eres la madre que crees que serías. Y esta es la revelación más importante, no la que pensabas que recibirías al parir”, dice. Y para ir más allá, defiende que “ser madre es mucho más fácil antes de serlo y que cada día es una nueva oportunidad para forjar la propia maternidad”. Igualmente, para gestionar esta distancia entre expectativa y realidad, De la Fuente remarca que “no hay una única manera de criar, ni de ver la vida”, y que conviene no dar nada por hecho, tratar a los niños como personas, respetar su intimidad y pedirles perdón y por favor, así como “no olvidarse de una misma a pesar de la entrega” a las criaturas.

El instinto maternal o no

Aguilar destaca que posiblemente, durante siglos, a las mujeres se les ha vendido la maternidad como idea de autorealización personal, y agrega: “Creo que no es así. En primer lugar, muchas mujeres no tienen ninguna ganas ni ninguna necesidad de ser madres, lo que me parece perfecto”. En segundo lugar, subraya que en el caso de las mujeres que sí quieren ser madres es “un peligro” depositar en la criatura la responsabilidad de buscar algún tipo de autorealización a través de los hijos. “Hay otros temas que pueden hacer que una mujer se sienta realizada: los amigos, el trabajo, la pareja... la maternidad puede ser un deseo, pero en ningún caso una finalidad”, agrega.

En este terreno, De la Fuente avisa de que el conocido instinto maternal puede ser “muy molesto”, especialmente cuando este no casa con el que se espera de la mujer en las primeras horas de su maternidad o incluso tiempo después. “Nadie puede tener ni idea de lo que pasa por la cabeza de una madre al ver por primera vez su criatura”, defiende. La autora advierte que a veces con la insistencia del instinto se presiona a las madres con comportamientos que se supone que tendrían que haber tenido.

Las expectativas físicas

También el mundo ha hecho creer a la sociedad que la maternidad es un estadio absolutamente reversible en el cuerpo, en el que hay una salida en base de esfuerzo y recuperación. "La maternidad es un huracán, una tormenta tropical", avisa la divulgadora Mónica De la Fuente, y sus efectos van más allá del embarazo. Para la periodista, la maternidad, como auténtico fenómeno meteorológico que es, lo arrastra todo, y especialmente con el primer parto "la supervivencia toma el control de la situación". Para la periodista, el postparto "es una época durísima física y mentalmente", y está lejos de como intentan hacerlo ver las mujeres famosas, de las cuales la sociedad se tendría que preocupar si se encuentran bien, si comen, si les hacen daño los puntos del parto o de la cesárea, o si lloran cuando están solas, considera. Además, lamenta que muchos medios de comunicación expliquen los embarazos de famosas con un largo catálogo de "frases hechas, mitos, prejuicios y muchas veces con estigmas", lo que todavía hace aumentar más las expectativas. En las antípodas de estas interpretaciones, dentro de la expectativa de lo que es la maternidad no hay lugar para la rehabilitación, después del parto, del suelo pélvico, "la máxima representación de cómo estamos de alejadas las mujeres de lo que somos".

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