Estilos

Del corsé al tanga: pequeña historia de la ropa interior

Como era de esperar, el machismo ha impregnado buena parte de la historia de la ropa íntima

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Cotilla antigua de la exposición 'El cuerpo vestido . Siluetes y moda (1550-2015)' que se puede ver al Museo del Diseño de Barcelona.

Un piojo (sí, un piojo) nos ayuda a datar que el ser humano se empezó a vestir hace unos 70.000 años, después de centenares de miles de años yendo desnudado por el mundo. Empezó a vestirse por razones de supervivencia, como lo se combatir el frío. Si repasamos la historia de la humanidad, la vestimenta de los humanos no ha incluido la ropa interior hasta hace relativamente poco y solo en determinadas épocas. Podemos considerar que los precursores de nuestra ropa interior eran los taparrabos que llevaban nuestros antepasados. El ejemplar más antiguo encontrado por los arqueólogos es el que llevaba Ötzi, el hombre de hielo encontrado en un glaciar del Tirol, que murió hace más de 5.000 años. El taparrabos de Ötzi, los calzoncillos pañales de Tutankamón o los subligaculum que llevaban los romanos son lo más pareciendo que encontramos a lo largo de la historia antigua a la ropa interior tal como la concebimos hoy. Durante centenares de años, bajo la vestimenta no llevaban nada... y es mejor no entretenerse mucho en pensar en las consecuencias de esta costumbre tan poco higiénico. 

Estas y otras muchas curiosidades las podéis descubrir leyendo La vergonzosa historia de la ropa interior, de Iwona Wierzba, publicado por Thule, un libro ilustrado que, con sentido del humor y a la vez rigor, da un paseo por la historia de la ropa interior. Como explica Sílvia Ventosa Muñoz, conservadora de la Colección Textil y de Indumentaria del Museu del Disseny de Barcelona, que hizo su tesis doctoral sobre la ropa interior, "cada época tiene sus cánones de belleza ligados a la moda, y también sus temas tabú". "Posiblemente había prendas de ropa interior que no han llegado hasta hoy, pero como no las vemos en pinturas o esculturas, y tampoco están descritas en las obras literarias, hemos perdido el rastro. También es verdad que las zonas erógenes han cambiado según las modas: por ejemplo, los pechos no estaban cubiertos por el corsé durante siglos, y en algunas épocas se mostraban descubiertos". 

Imagen de la exposición 'El cuerpo vestido. Siluetas y moda (1550-2015)'

Lo cierto es que el uso de la ropa interior ha estado profundamente influido por el machismo, ya desde la época de los egipcios. La momia de Tutankamón es el resto arqueológico más antiguo del que se dispone si hablamos propiamente de ropa interior masculina. Entre el ajuar funerario del faraón se encontraron una especie de pañales de lino que se colocaban bajo la túnica. Además de una función higiénica y de protección, tenían un significado social: en el Antiguo Egipto la figura masculina era mucho más importante que la femenina, de forma que los hombres (también las mujeres favoritas de la corte y algunas prostitutas de alto standing) eran los únicos que podían llevar ropa interior. Del mismo modo, durante la Edad Media –cuando se cortó de pura cepa "el espíritu libertino" de épocas anteriores– se empezó a desarrollar una cierta industria textil, que en el caso de la ropa interior estuvo orientada principalmente a los hombres. Mientras el uso de los calzones estaba muy extendido entre la población masculina, las mujeres solo se cubrían con una camisa o túnica larga. Y si no fuera por las mujeres de costumbres "ligeras", como se diría en la época, la parte inferior de la ropa interior femenina no se habría tenido en cuenta. Por eso no nos tiene que extrañar que durante el Renacimiento pusieran el grito en el cielo cuando a Caterina de Medici se le pasó por la cabeza usar unos calzones para montar a caballo: ¡una dama no tenía que llevar bragas! 

Inventos demoníacos

Desde finales del siglo XIV hasta principios del siglo XX, el corsé fue un elemento indispensable que fue evolucionando con el paso de los años, a pesar de que siempre fue un elemento de tortura para las mujeres. El anhelo para conseguir un cinturita de avispa se pagaba con sufrimientos y enfermedades que soportaban con estoicismo. Llevarlo estaba solo al alcance de las mujeres de la alta sociedad. Como afirma Sílvia Ventosa, "son especialmente impactantes los corsés de los siglos XVIII y XIX, que eran como unos embudos que no dejaban espacio para crecer, aumentar de volumen ni prácticamente respirar". El problema no fueron sólo los corsés: tenemos que añadir a la lista de la tortura los miriñaques o la gran cantidad de ropa que llevaba la mujer burguesa, que hacía que le fuera prácticamente imposible vestirse y desvestirse sola y que comportaba que pasaran días vestidas con la misma ropa. Lo importante era cumplir una de los dichos populares del momento: ''Una chica decente sólo tiene cabeza y dos manos''. Lo que hubiera bajo vestidos largos hasta los pies no importaba mucho.

Underwear Day

¿Sabías que existe un día de la ropa interior? Es el Underwear Day y se celebra cada 5 de agosto desde el 2003. Esta festividad fue creada por una tienda de lencería para hacer de la lencería la gran protagonista de un día concreto. Cada año junta en Nueva York a centenares de persones que exhiben sin vergüenza la ropa que esconden bajo camisas y pantalones.

La liberación del cuerpo femenino

La explosión en el uso y el diseño de la ropa interior la tenemos que situar en las postrimerías del siglo XIX y principalmente en el siglo XX. Hasta 1910 la moral burguesa reforzó el control sobre el cuerpo de la mujer de clase alta, con la sofisticación de la ropa interior, un modelo que se extendió a todas las clases sociales a principios del siglo XX gracias a la producción en cadena y a los grandes almacenes. Entre los años 20 y 40 del siglo pasado, muchas mujeres empezaron a trabajar y la ropa se transformó para hacerla más ligera y práctica. Además, en los felices años 20 la mujer se empezó a presentar de manera mucho más sensual y la ropa interior se sofisticó. A partir del 1960, por influencia de los movimientos hippy , ecologista y feminista, la ropa interior perdió importancia y se impuso ir cómodo. En cambio, a partir de los años noventa se percibe un cambio de sensibilidad y se vuelve a diseñar una ropa más diversificada y compleja. Sea como fuere, Sílvia Ventosa explica que "la ropa interior se ha hecho más cómoda en el siglo XX, puesto que los tejidos han incorporado fibras elásticas que hacen que se adapte mejor al cuerpo, y no que el cuerpo se adapte a las piezas, como pasaba hasta 1910". Y añade que los grandes hitos que se han logrado en relación con la ropa interior son, precisamente, "la comodidad gracias a nuevos tejidos elásticos, a los cuales se añade una nueva manera de entender la higiene personal a partir del siglo XIX, que hace que la ropa se lave más a menudo y que haya más rotación de piezas". 

Y comodidad (¡por fin!) es la palabra clave. Carol Rodríguez González, directora creativa de LEF Lingerie, una marca de lencería que nace en 2019 con el propósito de crear piezas cómodas, estilosas, contemporáneas, sensuales y sostenibles, explica que la mujer de hoy pide "estar cómoda". "La ropa interior que hace encorsetar tu cuerpo entre hierros se está acabando despacio. Queremos ropa interior que nos haga sentir bien, pero sin sentirnos artificiales", dice, por eso sus diseños de lencería son "bonitos y fieles a lo que somos, sin artificios ni rellenos: líneas y copas modeladas a diferentes tipos de cuerpo, diseñadas por mujeres para todo tipos de mujeres". Su intención es "inspirar mujeres fuertes, independientes y seguras de ellas mismas". En este sentido, Rodríguez mantiene que cada vez hay más demanda de ropa interior cómoda y sostenible.

Ropa cómoda y sostenible

"Creo que las mujeres, durante los principios de la historia de la lencería, hemos sido esclavizadas por unos cánones de belleza que han llevado a muchas a destrozarse el cuerpo. Pero ahora estamos en un cambio de ciclo", explica la directora creativa de LEF Lingerie. Un cambio que, más allá del diseño, también pasa por los materiales que se usan para elaborar estas piezas. En el caso de esta marca, ponen la sostenibilidad en el centro de todo lo que hacen: en los tejidos, en el proceso de fabricación y en las personas. "Utilizamos las telas con menor impacto ambiental. Usamos Tencel, un tejido que es la fibra de celulosa más respetuosa con el medio ambiente disponible actualmente. Se produce exclusivamente a partir de la pulpa de la madera de árboles de eucaliptos y absorbe la humedad relativa en función de la temperatura de la piel para asegurar siempre la comodidad de quien la lleva. Es excepcionalmente suave y perfecta para las personas de piel sensible, además de ser una fibra sostenible que está hecha solo con una sustancia química natural, que se reutiliza constantemente, y esto minimiza el impacto sobre el medio ambiente". Acojámonos a esto, porque la alternativa es fijarnos en algunas innovaciones en lencería que recuerdan ciertas modas pasadas, como las bragas con rellenos de tela para remarcar el culo que evocan aquellos polizones (una especie de culos postizos) del siglo XIX. Dios nos libre.

El cuerpo vestido

En el Museu del Disseny de Barcelona podéis ver la exposición El cuerpo vestido. Siluetas y moda (1550-2015),  que explica cómo el vestido modifica la apariencia del cuerpo mediante unas acciones que tienden a comprimirlo y liberarlo alternativamente, desde el siglo XVI hasta hoy en día. Como explica Sílvia Ventosa, comisaria de la muestra, en El cuerpo vestido se da "mucha importancia a la ropa interior, especialmente a las estructuras interiores, que son doblemente invisibles, tanto para la sociedad como en los museos". Según describe Ventosa, en la muestra se exhiben "una selección de pecheras de los siglos XVI a XVIII, corsets de los siglos XVIII y XIX y hasta 1910, que reducen el tórax; crinolinas y polizones para ampliar el volumen de las faldillas; y sujetadores, entre los cuales destacan los de Andrés Sardá".

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