Cuerpo y mente

"Las personas mayores que siguen jugando son más felices y tienen mejor salud"

Hablamos con el doctor en medicina molecular y psicólogo Julio Rodríguez, defensor del juego como herramienta para aprender habilidades sociales y psicomotoras

Cuerpo y mente
06/07/2025
3 min

Barcelona¿Quién no querría volver a esas tardes de juegos interminables, donde la imaginación era el ingrediente principal y donde nada era más importante que divertirse e improvisar? Cuando somos pequeños, jugar es un instinto primario que nos sale naturalmente y que se convierte en una herramienta clave para nuestro desarrollo. Ocurre que, a medida que nos hacemos mayores, nos olvidamos del placer que nos aporta el juego y todos los beneficios asociados.

De todo esto, habla el doctor en medicina molecular y psicólogo Julio Rodríguez, autor del libro Jugar por jugar (Plataforma Editorial, 2025). Parte de la base de que el juego es una conducta innata en todos los mamíferos. "Nadie les ha enseñado a hacerlo", remarca. El juego nos viene de serie y es una herramienta para aprender habilidades sociales y psicomotoras, así como una forma de conocernos a nosotros mismos y aprender a vivir y entender el funcionamiento del mundo.

"Hace miles de años el cerebro incorporó el juego como forma de aprender y de sobrevivir, y se ha mantenido hasta ahora", apunta Rodríguez, quien remarca que incluso en situaciones complejas, como en los campos de refugiados, los niños siguen jugando. De hecho, el juego es tan importante que incluso se utiliza como método de terapia. "Solo viendo cómo juega un niño ya se pueden saber muchas cosas sobre él y su situación vital", afirma.

Ahora bien, a medida que vamos creciendo también perdemos las habilidades para jugar. "Se comienza a creer que es una pérdida de tiempo y se sustituye por la productividad, el rendimiento y los juegos competitivos con reglas, como los deportes", lamenta. Y es en este momento en el que empieza a diferenciarse entre los "creadores" y los "competidores": "Los niños son creadores y los adultos competidores". "Cuando juegas se potencia la imaginación y el rendimiento cognitivo. En el momento en que esto se suprime, se crean los competidores", añade. Por eso, cuando se llega a la edad adulta, según el autor, los verdaderos creadores no son competidores, porque tienen un impulso interior por crear. "Quienes crean compitiendo, son competidores", aclara.

Reaprender a jugar

Todo el mundo conoce a alguien con el que es imposible jugar a un juego de mesa. suerte, las personas que tienen hijos pequeños pueden hacer una cata, pero la realidad es que muchas veces están tan cansadas que les cuesta disfrutar del todo. "El cerebro va quedando anquilosado y acaba perdiendo buena parte de la creatividad y la imaginación", lamenta obligarse a ir al gimnasio oa leer, al principio cuesta, pero luego acaba saliendo". Si lo logra, según Rodríguez, "será la resistencia". Y en esta resistencia volverá a sumergirse en un estado mental más abierto, fluido y sincero. "El juego elimina las barreras sociales y psicológicas, elimina el hedor y la vergüenza, y la vergüenza.

Jugar nos permite tener más contacto con el otro, reírnos juntos, equivocarnos, actuar, saltar o cantar. una conexión más profunda y satisfactoria. Cuando jugamos, nuestro cerebro está en flow, abierto a los sentimientos y las emociones, mucho más plástico, maleable y dúctil", explica.

"Las personas mayores que siguen jugando con sus amigos son más felices y tienen mejor salud. Los abuelos que juegan con sus nietos reportan más bienestar y satisfacción psicológica cuando están con ellos que cuando hacen cualquier otra actividad". Es una manera de aproximarse, interactuar y conectar entre cerebros y con el mundo real; una manera de conocerlo, participar en ellos, experimentar y disfrutar. desarrollando. "Jugando siempre se aprende algo nuevo y esto siempre es positivo porque, al fin y al cabo, estar siempre aprendiendo es lo que realmente nos mantiene vivos", concluye.

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