Cada casa, un mundo

Rehabitar una casa de tres metros de ancho

Casa entre medianeras en Fornells de la Selva. Obra de Anna Prats Joan Valls arquitectas

No era fácil asumir la reforma de una casa de solo 3,10 metros de ancho y proporcionar a los nuevos propietarios una vida libre de la sensación de estrechez que en principio temían poder tener. Esto es lo que ha conseguido el estudio Anna Prats Joan Valls Arquitectos, de Barcelona, con la reforma de una pequeña vivienda entre medianeras situada en el centro del municipio gerundense de Fornells de la Selva, al lado de la iglesia.

Solo 3,10 metros de ancho y 15 de profundidad en la planta baja -12 metros, en la de arriba- es todo lo que tenían en una casa que se encontraba bastante deteriorada por haber estado muchos años cerrada. Y es todo lo que tenían para convertirla, no en una vivienda para estancias cortas, como de vacaciones, sino para ser la primera residencia de una pareja con dos criaturas. Hay que decir que las normas municipales no permitían la ampliación del volumen y, además, se tenía que economizar. El reto para volver a habitar esta casa ha sido, sin duda, maximizar el espacio disponible. En total, 90 m construidos, dos plantas y con un pequeñísimo patio en la parte posterior hoy es el espacio del que la familia dispone.

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Aseguran los arquitectos Anna Prats y Joan Valls que, solo ver la fachada, se dieron cuenta de que la anchura tan reducida que tenían que afrontar vendía dada por una más que posible división de la casa original -de 1830- en dos casas gemelas. Las dos tenían un portal pequeño y una ventanilla a pie de calle y un balcón en la planta alta. Además, alguna puerta dejada en el interior para facilitar el paso de la una a la otra confirmaba la tesis de que la construcción primera había estado dividida en dos.

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Tenían que vaciar la casa de tabiques para ganar espacio y luz, y además decidieron eliminar los acabados que encontraron para poder afrontar las soluciones más adecuadas para el nuevo espacio, siempre teniendo en cuenta los materiales que pudieran recuperar. Al empezar a picar la fachada, descubrieron un arco que les dio pie a ensanchar la entrada de luz natural desde la calle haciendo una puerta de vidrio que, atrasada respecto de la calle, deja un pequeño cancel que es garantía de una cierta intimidad, de amortiguación de bullicios y también de entrada de aire que tiene salida por la puerta del patio, al otro lado de la planta baja.

Y desde el arco de la fachada se proyecta hacia dentro una gran bóveda de toba artesana que estaba parcialmente tapada y que, al descubrirla, se ha convertido en uno de los elementos que más presencia tienen en la casa. Decidir que la escalera se mantendría en el lugar original, en medio de la vivienda, permite a la planta baja separar el espacio de la sala -hacia la calle- del que acoge la cocina y el comedor -en la parte del patio. Es el único elemento que rompe la unidad longitudinal coronado por la gran bóveda de toba y es además esta escalera un pozo de luz natural que la conduce desde los tragaluces del techo hasta abajo.

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La pareja con dos criaturas pequeñas querían tres dormitorios aunque de momento los niños compartan uno. Así, en la planta alta, aprovechando precisamente la altura de la parte más elevada del techo a dos aguas, Anna Prats y Joan Valls construyeron un altillo con material ligero. Esta zona con el suelo de madera y también el techo es el espacio de las criaturas, el que consideran suyo. Si hace falta un dormitorio más, un día se puede cerrar el altillo. Ahora nadie se siente estrecho en esta casa.

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Pocos materiales para una gran materialidad

En esta casa de Fornells de la Selva, los arquitectos Anna Prats y Joan Valls han establecido un equilibrio entre la economía de materiales y una gran materialidad. De hecho, los materiales empleados son pocos, pero adquieren un protagonismo que no solo es visual. La estrategia durante la reforma fue eliminar los acabados de la antigua vivienda y dejar vistos los materiales de la estructura original. Así, la toba artesana con la que se construyó antiguamente la gran bóveda de la planta baja y ahora se han hecho también los pavimentos de la escalera y del cancel; o la piedra de una de las paredes medianeras, ahora desnuda, conviven con la madera y el hormigón pulcro. Y sobre todo con el mortero de cal, que contribuye a que todo ello resalte y el espacio gane amplitud.