"El primer y segundo año son los más difíciles”: cómo sobrevivir el verano después de una separación con hijos
Los expertos recomiendan facilitar a los niños el contacto con el otro progenitor, aunque no sea durante los días establecidos
BarcelonaNo todos los veranos son iguales. Algunos nos obligan a adaptarnos a una nueva realidad personal ya dejar atrás las costumbres que habíamos tenido hasta entonces. Una de estas situaciones se da cuando, tras una reciente separación, nos enfrentamos al primer verano sin los hijos ni la vida familiar que habíamos construido durante los últimos años. Estas circunstancias no siempre son fáciles, ya menudo las emociones están a flor de piel. Actuar con acierto en momentos como éstos puede suponer un verdadero reto —pero no es, en ningún caso, imposible.
Para Judit March, psicóloga clínica y psicoterapeuta, uno de los aspectos más importantes es que la relación y la comunicación entre los progenitores sea lo más cordial y fluida posible. "Siempre digo que los niños viven el divorcio tal y como lo viven los padres", afirma. Así, si los progenitores están convencidos de que la separación es la mejor forma de resolver los conflictos familiares, transmitirán esta convicción a los hijos, lo que les dará mayor seguridad y facilitará la adaptación a los cambios. "En ningún caso debe trasladarse el malestar emocional a los niños", advierte.
Otro punto importante para poder ofrecer seguridad y estabilidad a los hijos, sobre todo cuando son más pequeños, es mantener siempre sus rutinas y horarios de sueño y comida. "Así no notarán muchas diferencias entre las vacaciones con un u otro progenitor y se sentirán más seguros", continúa March.
Conservar el contacto
Normalmente, las vacaciones con cada miembro se dividen en períodos de quince días. Sin embargo, Montserrat Tur –abogada, mediadora y coach– recomienda que, si los hijos son menores de seis años, lo adecuado es pactar intervalos más cortos, de entre cinco días y una semana como máximo con cada uno. Esto les ayuda a adaptarse gradualmente a los cambios ya no añorar en exceso al otro progenitor. También hay que respetar las costumbres que resulten beneficiosas para los niños: "Si están acostumbrados a pasar unos días en casa de los abuelos, es mejor mantener esa rutina", señala Tur. De hecho, ha conocido casos en los que las exparejas han acordado compartir un período de vacaciones con sus hijos para favorecer una transición más suave.
También es importante, según la abogada, pactar qué tipo de ocio harán los hijos mientras estén con cada miembro de la familia. "Los padres deben ir a una para evitar ultracargar a los niños de actividades y permitir que también tengan ratos de descanso", remarca.
Sobre todo durante los primeros años después de un divorcio o una separación, los expertos recomiendan facilitar a los hijos el contacto con el otro progenitor, aunque no sea durante los días establecidos. "Además de las llamadas, cuando son muy pequeños también se pueden acordar visitas entre semana para mantener el vínculo", explica March. Aunque puede resultar difícil, la psicóloga también aconseja alentar a los hijos a pasar tiempo con el otro progenitor ya mantener el contacto con ellos. "Se trata de hacer un ejercicio de madurez y dejar de lado la rabia y el rencor, aunque en los primeros años sean especialmente complicados", añade.
"A veces nos encontramos con padres que nos dicen que les hace llamar a los hijos porque después quedan muy tristes y les generan emociones muy negativas", explica March. En estos casos, la psicóloga recomienda realizar la llamada igualmente y, una vez hecha, acompañar a los niños en la gestión de esta emoción. "Es importante hacerles entender que estamos con ellos de manera incondicional, que es totalmente normal sentir tristeza y que, de hecho, la tristeza nos indica que echamos de menos a alguien y que amamos a esa persona", recomienda.
Por otra parte, los expertos recomiendan que el momento del intercambio se haga con calma, sin prisas ni conflictos, y siempre animando a los hijos a ir con el otro progenitor. Un error habitual, según la psicóloga, es hacer preguntas incómodas a los niños para obtener información o comentar sobre la expareja. "Los niños tienen derecho a mantener una imagen positiva de sus modelos personales, sin que las dinámicas entre los adultos interfieran en ese vínculo", subraya.
Otro error que a menudo detectan los psicólogos es que muchos padres, para compensar la falta de tiempo que pueden dedicar a sus hijos, tienden a adoptar actitudes demasiado permisivas o sobreprotectoras. Esto se manifiesta en algunos casos en la oferta constante de premios y regalos materiales que, a largo plazo, pueden dificultar un desarrollo saludable. "Siempre recomiendo a los padres que, en lugar de regalar objetos materiales, opten por reforzadores sociales y momentos de conexión. Lo que más valoran los niños es pasar tiempo de calidad con sus padres y sentir que realmente están presentes", explica March.
Pensar en positivo
¿Y qué ocurre cuando el padre o la madre se queda unos días solo sin los hijos? "Sobre todo el primer y segundo año son los más difíciles", asegura la psicóloga, que siempre recomienda a los progenitores que intenten ver la parte positiva de la situación y aprovechen para hacer esas cosas que no pueden hacer cuando tienen los niños. "Es importante socializar, buscar un buen sitio para desconectar e intentar redirigir la atención lejos de las emociones negativas como la añoranza o, incluso, la desconfianza hacia lo que pueda estar haciendo la expareja", añade. A lo largo de su trayectoria profesional, ha atendido a muchas madres que llegan a consulta con sentimientos de ansiedad, preocupadas porque piensan que los hijos no estarán bien con el padre o que les podría pasar algo.
En este contexto, la abogada Montserrat Tur intenta restar dramatismo a la situación: "Si la relación es sana y normal, los niños siempre estarán en un entorno seguro y bien atendidos". Aprender a confiar en el otro progenitor y saber que se tiene la libertad de llamar o visitar a los hijos en caso necesario es un derecho que puede ejercerse. Sin embargo, también recomienda aprovechar estos días para desconectar de las responsabilidades de la crianza y dedicar tiempo a actividades lúdicas. "Al fin y al cabo, lo mejor que podemos ofrecer a nuestros hijos es que nosotros estemos bien", subraya.
En la misma línea, la psicóloga Judit March recomienda realizar un trabajo consciente de focalización en actividades que fomenten el autocuidado y ayuden a recuperar el placer de disfrutar del tiempo libre. "Las mujeres no sólo somos madres; también somos amigas, profesionales, hijas... Tenemos identidades diversas y debemos permitirnos disfrutar de la vida más allá de nuestro rol materno", concluye. Según March, reconocer y cultivar estas otras dimensiones personales no sólo beneficia al bienestar emocional propio, sino que también repercute positivamente en la educación de los hijos. En otras palabras, un adulto equilibrado y feliz transmite seguridad, serenidad y amor, valores esenciales para el desarrollo emocional de los más pequeños.