El día que Georgina Rodríguez quiso 'homenajear' a Lady Di en la Met Gala (y fracasó)
La mujer de Cristiano Ronaldo debutó este año en la Met Gala con una combinación inspirada en la lencería que quería recrear la aparición de Diana Gales en la fiesta en 1996
BarcelonaEl peso de la simbología de una persona es determinante en cualquier iniciativa pública que pueda emprender. O dicho de otra manera: lo que significa un individuo en el subconsciente social resignificará siempre cualquier proyecto que quiera abanderar. sino que también es un arrogante que trata a la gente de idiota, y la iniciativa solidaria deja de ser una acción benéfica para convertirse en un artefacto pensado para limpiar la imagen del defraudador que la ha creado. ya que nadie toma decisiones estilísticas para quedarse solo en casa. Esta semana hemos tenido un ejemplo de resignificación por transmisión de valores persona-objeto que si los estudios de estilismo fueran serios incorporarían a sus temarios para siempre. en la Met Gala de 2025 Georgina Rodríguez quiso homenajear nada menos que a Lady Di. Pero no de forma sutil, algo que con bastante dinero para la producción y una buena campaña mediática se hubiera podido hacer cuajar, sino de una forma obvia. Es decir, copiando. De hecho, el término homenajear ha salido del entorno de la mujer de Cristiano Ronaldo, pero si practicamos el periodismo deberíamos utilizar el término emular. Y si tenemos en cuenta el resultado final, deberíamos utilizar el verbo parodiar.
¿Homenaje o parodia?
¿Qué podía salir mal mezclando a Diana Spencer con Georgina Rodríguez? Todo. ¿Qué ha salido mal al final? Todo menos una cosa: hemos recuperado por unos instantes el momento icónico de Lady Di en la Met Gala. En diciembre de 1996, Diana se personó por primera y última vez –moriría a los pocos meses– en la fiesta más emblemática del mundo de la moda. Entonces los dress codes no eran tan cerrados como ahora y los invitados se adaptaban más o menos según su voluntad y capacidades. La people's princess decidió que para homenajear la exposición del modisto Christian Dior que ese año se inauguraba con la fiesta se vestiría con un sleep dress de satén de color azul marino con unas exquisitas puntas en la zona del escote, que se enmarcaba con dos tirantes finos también recubiertos con puntas. Aquel vestido estaba firmado nada menos que por John Galliano, que justamente ese año acababa de asumir la dirección creativa de Dior.
La elección de ese vestido por parte de Diana era claramente un acierto a pesar de las críticas que le comportó entre los monárquicos más conservadores. Dior fue el creador del new look, una tendencia en el mundo de la moda que el diseñador francés presentó en 1947 y que supuso un regreso de la feminidad y del glamour después de la escasez y el minimalismo obligados por la Segunda Guerra Mundial Evidentemente, Diana y su delicadeza innata eran la actualización perfecta –si no la sublimación–. azul reinterpretaba la puesta en escena siempre sobria que se le presuponía –especialmente hace treinta años– a una princesa. Era un atrevimiento fabuloso por bien medido y exacto, una concesión generosa al dress code de la fiesta que no tenía por qué haber hecho alguien de su estatus pero que hizo porque creía tener algo que decir desde su rol social y, sobre todo, era un ejercicio de retroalimentación entre ella y el vestido, que se prestaban mutuamente los valores en una simbiosis perfecta. El vestido la humanizaba a ella y ella elevaba un vestido sencillo y asequible que muchas mujeres podían comprarse o hacerse por una modista.
¿Proyecto demasiado ambicioso o miopía?
Visto aquello, resulta increíble que alguien pudiera imaginar que Georgina Rodríguez podría repetir ese hito de la cultura pop. Que una persona famosa mundialmente por estar en casa sin hacer nada que no sea coleccionar Birkins con el dinero que gana su hombre haciendo de futbolista en una petrodictadura absolutista, y que el único mensaje que ha logrado difundir con su fama es que le encantan los embutidos, pudiera conseguir el mismo efecto que Lady Di es un insulto a la insulto. Más aún si, encima, quieren hacer pasar su apuesta como una opción plausible bajo el dress code de la Met Gala de este año, dedicado al dandismo de los hombres afrodescendientes.
Que Georgina quisiera debutar en la Met Gala con un sleep dress que exhibe sus obviedades físicas y narrativas está muy bien. Ella no tiene mucha responsabilidad en este sentido. Más bien la responsabilidad recae en quien la invitó, que ya sabía que lo que iba a ocurrir sería así de brillantemente decepcionante desde un punto de vista estilístico. Pero claro, que encima quieran hacernos creer que está haciéndole un homenaje a Lady Di ya quizá sea pasarse. Menos mal que Diana de Gales ya no se encuentra entre nosotros y no será consciente de este homenaje. De hecho, la referencia a la visita de la princesa a la gala de 1996 fue tan sutil que el equipo de Vetements, la marca que vestía Georgina, tuvo que salir a explicarlo, lo que es muy triste porque demuestra el fracaso narrativo de su propuesta.
¿Homenaje o copia?
Guram Gvasalia, director creativo de esta firma suiza, ha explicado que el punto de partida para crear eloutfit de Georgina fue éste: "Cuando Georgina me pidió que la vistiera para su primera Met Gala, lo primero que me vino a la cabeza fue la princesa Diana con un traje llencer de John Galliano". "Retiramos el forro de 10 chaquetas y abrigos [de hombre] diferentes y los transformamos en trajes tipo negligé, adornados con puntas. Después, cortamos estos vestidos y los fusionamos en un solo traje de noche, cosido completamente a mano. Piezas masculinas arquetípicas se transformaron en una silueta sensual y personalizada", argumentaba el creativo.
Momentos distópicos como éste hacen pensar mucho. Primero, sobre la escasez de creatividad de algunas personas que se dedican a la creación de moda en la primera división, que el primer impulso que tienen es ir a mirar. segundo lugar, parece mentira que de los enormes séquitos que rodean a las grandes estrellas no haya nadie con suficiente suspicacia para ver y explicar a la estrella que los valores de persona y obra se resignifican recíprocamente. mismo vestido sobre un personaje o sobre otro transmite mensajes muy distintos. Diferentes o, incluso,...
En tercer lugar, destaca la poca autoconciencia de las personas que se han hecho famosas en las redes, rodeadas de fandoms acríticos y de marcas que les ríen las gracias por promocionar sus productos. Por último, despropósitos como éste también ponen de manifiesto la ausencia de periodismo crítico en los medios especializados en moda, que sólo amplifican el hecho en cuestión y procuran no pisar ojo de piojo para seguir facturando. Si nada detiene esta espiral descendente, ¿dentro de 30 años alguien considerará una buena idea homenajear el debut de Georgina en la Met Gala? Habemus dramam.