"Es increíble lo que aprendes cuando sales de tu burbuja"
Los días en que la inversora tecnológica Helena Torras vivió alejada del entorno familiar fueron una oportunidad para descubrirse a sí misma
BarcelonaA Helena Torras, consejera independiente e inversora tecnológica, le gusta el verano. Junio suele ser intenso, pero a partir de Sant Joan y con el cambio de estación todo toma otro aire, se acaban las clases, todo el mundo se relaja, y llega julio que, para ella, es un mes de amistades, hacer cenas de verano, despedirse y salir a la terraza. En agosto el eje es la familia, aunque combinan planes diferentes: "El verano no sólo lo asocio a las vacaciones; a lo largo de los meses me permite tener momentos relajados a todos los niveles y es cuando hago una revisión de cómo ha ido el curso y lo que quiero por el siguiente, especialmente este año que cumplo cincuenta".
Aunque los patrones veraniegos sean similares, nunca son iguales, y recuerda especialmente a uno de hace un montón de años, cuando era adolescente. A Helena no le dejaban salir demasiado fuera de casa. Los padres la sobreprotegían tanto que ni siquiera había ido a las excursiones de la escuela y el instituto, pero esa tendencia cambió radicalmente el verano de sus quince años. Entonces les convenció para que la soltaran a unas colonias muy especiales: "Me fui al extranjero a aprender idiomas", explica emocionada.
La propuesta inicial era que estuviera una semana en un internado, estudiando inglés por las mañanas y francés por las tardes, pero una vez estuvo llamó para suplicarles que le dejaran estar una semana más, y cedieron. Quince días intensísimos que dieron para mucho: "Dormía porque no había más remedio; si no, con las ganas de conocer gente, habría aprovechado todas las horas", admite.
Se sentía afortunada de convivir con jóvenes de todo el mundo y del montón de cosas que aprendió. Por supuesto, los idiomas, pero lo importante de esta aventura fue el respeto hacia otras culturas, darse cuenta de que se pueden mantener relaciones de amistad a distancia, que el idioma no es una barrera para conectar con alguien, y sobre todo, que podía desarrollarse sola sin la necesidad de un paraguas ni nadie que la sostuviera. Aquel viaje no supuso un punto de inflexión sobre la predisposición familiar hacia las salidas, pero lo valora como un regalo que le abrió la mente: "Es increíble lo que aprendes cuando sales de tu burbuja".
Estas ganas de irse y explorar es una pauta que se ha repetido a lo largo de su vida, atreverse a ir sola y evitar expresamente hacerlo acompañada, consciente de que con esta opción tiene más libertad para conocerse a sí misma y al resto. "Desde entonces he evolucionado mucho, han pasado 35 años, pero fue la primera oportunidad que tuve para saber quién soy", dice satisfecha.