Alta costura

Lluís Sans: "El legado es el único que no se compra"

Santa Eulalia, el establecimiento emblema de Barcelona, ​​celebra su 180 aniversario

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Lluís Sans en la entrada de la tienda de Santa Eulàlia

BarcelonaPaso tras paso, Lluís Sans baja por la escalera de Santa Eulàlia con la medida y el aplomo de regentar una tienda con 180 años de historia. Con él ya son cuatro las generaciones de su familia vinculadas a ese comercio de alta costura. Como todo el que sigue la propia vocación, Sans exuda la misma elegancia y savoir faire que el establecimiento. Para la ocasión ha escogido una corbata de punto de seda atada al milímetro y una americana de cuadros hecha a medida, como siempre se ha hecho en Santa Eulalia. Nada más entrar en la tienda, el heredero de la sastrería ya advierte: "Retail is detail". La expresión anglosajona alude a la forma perfeccionista y minuciosa de hacer la ropa al por menor.

La misma autoexigencia que exhibe es la que pide también a los maniquíes expuestos por los más de 2.000 metros cuadrados del local. De repente, para de hablar, se detiene en seco frente a un maniquí que ya lleva la colección otoño-invierno y le cierra la cazadora tan sólo unos pocos centímetros, "duele a la vista ver una chaqueta tan abierta". Pregunto por cómo se definiría, lo tiene claro: "Soy una persona que tiene obsesión por hacer las cosas bien hechas." Para aprender a hacer las cosas bien hechas, Sans ha tenido toda la vida. Cuatro días después de que muriera su padre, Lorenzo Sans Roig, él cogió la gestión del establecimiento. Tan sólo tenía 22 años. "El viernes murió mi padre y el lunes mi abuelo me llamó a su despacho para preguntarme si quería llevar la empresa. Le respondí que si él me ayudaba lo haría y me dijo que sí".

Pero el peso de la historia también recae en otras manos que no son las de la pareja que actualmente regenta el comercio –Lluís Sans junto a su esposa, Sandra Domínguez–. También se sustenta sobre todo el inmobiliario aparentemente inerte como la escalera de madera del año 1924 en forma de caracol, que lleva de la planta baja al piso inferior, donde desde siempre y todavía está la sastrería; así como con los muebles deart déco y modernistas que habían estado en la antigua tienda situada cerca de la Boqueria; y sin olvidar el cartel de la entrada, de luces de neón, que con letra atada escriben el nombre de Santa Eulàlia y que "desde que se abrió este establecimiento en 1944 no han dejado de funcionar", detalla Sans, orgulloso .

Si bien la tienda se creó en 1843, la localización ha cambiado en tres ocasiones. Primero estuvo junto al Mercado de la Boqueria, en el antiguo Portal de Santa Eulàlia –de ahí su nombre–, en 1941 se trasladó al paseo de Gràcia número 60 y tres años después a la ubicación actual, también en la misma calle de Barcelona, pero algo más arriba, en el número 93. Los cambios no solo han sido exteriores, también dentro se trabaja diferente. "El secreto para que una empresa dure tantos años es doble: por un lado, mantener lo que ha funcionado y, por otro, adaptarse a los nuevos tiempos". Pero antes de que Sans explique cómo ha sostenido el modelo de éxito, entra en la cafetería de la primera planta y, pese a la contradicción, pide al barman un té "con la sorpresa que tú ya sabes que me gusta", y éste asiente con la cabeza.

Ya entablados y rodeados de anuncios de Santa Eulàlia ilustrados por José Luis Rey Vila en los años 30 –también fue cartelista de la propaganda republicana–, Sans repasa cómo han estado los 35 años al frente de la tienda. Define su etapa como la de la apuesta decidida por el prêt-à-porter grandes diseñadores internacionales –como Valentino, Amina Muaddi y Jacquemus– y la que inevitablemente dejó de lado la venta de tejidos y la alta costura. La llegada del camarero hace interrumpir sutilmente la conversación para dejar sobre la mesa dos teteras con las correspondientes tazas a conjunto. Pero no era así como el heredero de la sastrería de mayor prestigio de Barcelona se lo había imaginado. A petición de Sans, el camarero rehace la bebida y al cabo de pocos minutos vuelve a servir el té. "¡Así mucho mejor! Son estos los cubitos que te decía". En Santa Eulalia no sólo el retail es lo que debe hacerse escrupulosamente.

Con el té verde servido con unos cubitos de hielo con flores de colores, el nieto de Lluís Sans Marcet explica cuáles han sido las claves del éxito durante más de 180 años: apostar por la moda de calidad, por espacios confortables para la venta y por una atención al cliente exquisita. "Intentamos que haya poca rotación de personal. Tienen que ser personas que conozcan a su cliente y, a ser posible, a su familia y a su vida". Ir de compras a Santa Eulalia es para algunos una tradición que se transmite de padres a hijos. Para que esto ocurra, el abuelo de Sans, con quien comparte nombre, le explicó el secreto de mantener la misma plantilla: "Trata muy bien a los trabajadores, porque son la fuerza de la empresa. Por lo tanto, mira que estén bien y págalos un poco más que la competencia".

La cafetería de Santa Eulàlia decorada con los carteles de JL Rey

Muchos clientes explican que en Santa Eulalia "parece que no te pueda pasar nada malo". De hecho, una mujer que pasea por las salas de la tienda la describe como un lugar "de una gran tranquilidad, donde todo está cuidado y en su sitio". El 70% de los compradores del emblemático establecimiento son locales. Por el contrario, la competencia está orientada al turista o visitante. De hecho, las colecciones de grandes marcas que se exponen en Barcelona probablemente son las mismas que existen en Roma o en Los Ángeles: "Hacerlo al por mayor es más fácil, pero así no estás mirando por tu clientela ". Para Lluís Sans, el renombre de Santa Eulalia es una cuestión emotiva, una larga tradición de historia a y con la ciudad de Barcelona. Precisamente, el éxito de tantos años radica en el cariño de la gente que valora las cosas bien hechas porque "el legado es el único que no se compra".

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