Cabaret Pop

Marta Luisa de Noruega se casa con un chamán: 4 días de boda 'real' en los fiordos

La hija de los reyes noruegos, cuarta en la línea sucesoria del país, celebrará una boda gitana con el chamán por el que abandonó la vida de palacio

Durek Verrett y Maria Lluïsa de Noruega
5 min

Barcelona¿Se imaginan que la infanta Elena se casara con Sandro Rey? ¿O que la infanta Cristina contrajera matrimonio con el falso cura –y excoctelero...– José Ceacero del convento de las monjas rebeldes de Belorado? Pues lo que ocurrirá en Noruega este agosto es una imagen pop equivalente: la princesa Marta Luisa, hija de los reyes Harald y Sonia de Noruega, se casará con el chamán estadounidense Durek Verret. Todos aquellos que, en el 2019, cuando se supo que salían juntos, dijeron que la relación no iría a ninguna parte, ahora mismo tendrán los ojos abiertos como platos con solo pensar que la fantasía pop que negaban finalmente ha culminado. Y sí, la hija mayor –pero no heredera– de los reyes noruegos no piensa estar de nada a la hora de casarse. Tras todas las críticas que le han llovido en los últimos cinco años, tiene claro que ahora le toca disfrutar al máximo del momento.

Según ha trascendido, Marta Lluïsa celebrará un casero de cuatro días que empezará con una fiesta pensada para que todos los invitados se conozcan entre sí. Después de esta primera jornada, llamada Meet and greet y prevista para el día 29 de agosto, llegará la segunda, de espíritu náutico, ya que hay programada una excursión de tres horas en barco para que los invitados –que se prevé que lleguen de todo el mundo– puedan apreciar la fascinante naturaleza noruega. De entre todos los espacios que visitará su golondrina real destaca la cascada de las Siete Hermanas, un salto de agua que se genera con el deshielo a 250 metros de altura y que está situado en el fiordo de Geiranger, que es patrimonio de la UNESCO.

Cuatro días de fiesta

La noche antes del día de la ceremonia, después del paseo en barco, habrá otra velada con cena y baile a la que esperamos que no hayan invitado Ernest de Hannover, que ya sabemos que siempre le toca la única ostra dañada del catering y después no puede ir a las bodas. El día del casero, si queda alguien en vida, los invitados podrán presenciar cómo la princesa real y su novio se llaman sí, quiero ante dos autoridades religiosas que representan a sus dos credos. Por parte de la novia, la reverenda madre Margit Lovise Holte oficiará la ceremonia de boda propia de la liturgia de la Iglesia noruega. Por parte del novio, llevarán hasta las costas del mar de Noruega a Michael Beckwith, que participará en la ceremonia "con un saludo", tal y como han expresado los novios en las redes sociales, donde han añadido que esperan este "bonito día con mucha alegría".

La pareja con sus oficiantes

Según ha publicado la prensa noruega, Beckwith es fundador y director espiritual del movimiento Nuevo Pensamiento del Centro Espiritual Internacional Agape de Beverly Hills, de California. Esta comunidad –extendida en todo el mundo– es una corriente religiosa que se presenta como heredero del pensamiento más antiguo porque acumula la sabiduría de las culturas griega, romana, egipcia, china, taoísta, hinduista y budista. Es decir, desde el punto de vista histórico, sería como un bufete libre religioso. ¿Cómo negarse, no? Esperamos que no les provoque un empacho místico. Al día siguiente, por cierto, la gincana nupcial termina con un brunch que no tenemos ninguna duda de que incluirá salmón.

La boda, a la que se entiende que sólo puedes acudir si eres rico, porque dura cuatro días, tiene un código de vestimenta más propio de una red carpet que de una ceremonia religiosa –vestido largo y esmoquin–, lo que ya indica que es posible que algún medio de comunicación se haga eco vía exclusiva remunerada, cosa que también se puede adivinar porque ya han dicho que no se podrán tomar fotos. A estas alturas, a nadie le extraña que ya vivan como dos personajes de reality show, ya que su relación ha despertado interés desde el primer momento en Noruega en particular, en Europa en general y también en EE.UU. Lo que más ha llamado la atención, evidentemente, es el perfil del futuro yerno real, que se autodefine como un "chamán de sexta generación", algo no menor porque es una generación más que la de las redes móviles, el 5G. .. Si bien es cierto que muchos medios se le han lanzado a la yugular definiéndolo como un charlatán, no es justo descalificar a nadie. Sobre todo si ya se descalifica a sí mismo.

Un currículum 'de fantasía'

De Verret, con medio millón de seguidores en Instagram y amigo de algunas celebrities de EEUU, los medios recogen que ha dado a entender en declaraciones públicas que el cáncer es una elección, que ha promovido tratamientos que no tenían ninguna base científica, que ha dicho que ha resucitado de entre los fallecidos o, entre otros estirabots, asegurado haber predicho el atentado del 11 de septiembre de las Torres Gemelas de Nueva York. Qué lástima que no avisara a nadie. De hecho, su currículum es tan exótico que, cuando se supo que era novio de la princesa noruega, incluso la exprimera ministra del país Erna Solberg se pronunció. Lo definió como una persona con puntos de vista "muy raros" y "no basados ​​en hechos" y que "promueve teorías de la conspiración".

Evidentemente, con este compañero de vida, la permanencia de Marta Lluïsa como miembro oficial de la familia real tenía los días contados. Tres años después de compaginar sus labores de representación real con la vida pública de ella y su novio, la que podría ser reina en Noruega si la Corona no se rigiera por una norma machista tuvo que plegar. Evidentemente, su conversión al friquismo mediático era incompatible con una institución que lo que más desea es pasar inadvertida. Sin embargo, a pesar de que podría parecer que su decisión era puramente estética, las razones de su renuncia como miembro oficial de la familia real se explican por cuestiones más bien materiales. Y es que no eran pocos quienes le habían acusado de haber utilizado la ventaja competitiva de ser hija del rey Harald V para hacer negocios que tenían su proyección pública como principal reclamo.

Sin ningún mérito académico o profesional lo suficientemente potente para poder autosustentarse, con 53 años estaba claro que Marta Lluïsa decidiría que ahora que ya no cobra del estado por hacer de figurita del pesebre real, le quitaría todo el jugo a la fama que le venía dada ya la polémica que levanta su esotérica relación. Si ya lo hacía antes –en 2020 ya protagonizó una serie biográfica sobre su vida y en 2007 abrió una escuela que ayudaba a los alumnos a poder hablar con su ángel de la guarda [sic] que duró 12 años–, pues imagínense qué hará ahora que ya no se debe a nadie... Aunque el show es altamente goloso, de todo este despropósito yo sólo me quedo con una cosa: la torería del rey Harald. "Nos hemos puesto de acuerdo en no estar de acuerdo", dijo el monarca en la prensa cuando le preguntó cómo había ido el primer encuentro con su futuro yerno. Está claro que los privilegios se heredan, pero el talento no.

El rey Harald con su hijo Haakon y su nieta Alexandra
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