90 horas seguidas en directo

La mañana del 11 de septiembre de 2001 el primer canal de televisión que conectó en directo con las Torres Gemelas fue la CNN

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Mònica Planas: 90 horas seguidas  en directo

La mañana del 11 de septiembre de 2001 el primer canal de televisión que conectó en directo con las Torres Gemelas fue la CNN. A las 08.49 hora local, tres minutos después de que el primer avión impactara contra la Torre Norte, los presentadores del informativo cortaban abruptamente un anuncio, enseñaban la imagen y conectaban vía telefónica con el vicepresidente de la cadena, Sean Murtagh, que había visto la colisión desde la planta 21 del 5 Penn Plaza, un edificio de oficinas. Murtagh anticipó que se trataba de un vuelo comercial de pasajeros y que se había fijado en él por la poca altura a la que sobrevolaba la ciudad.

A partir de ese momento y hasta el 15 de septiembre, todas las cadenas de información más importantes de los Estados Unidos (NBC, CBS, ABC y Fox) no pararon ni un momento de retransmitir toda la información posible alrededor de los atentados. Más de 90 horas seguidas en directo. The New York Times publicó que las pérdidas económicas de estas cadenas fueron de 30 millones de dólares al día porque en ningún momento emitieron publicidad. Los canales temáticos como el ESPN, el Discovery Channel o la MTV cortaron sus emisiones regulares para conectar con la tragedia. La televisión era la fuente principal a través de la que los norteamericanos accedían a las imágenes de la tragedia. Se congregaron audiencias de más de 50 millones de espectadores. A pesar de que desde Fox News Roger Ailes intentó jugar fuerte inicialmente insistiendo en enseñar las imágenes más impactantes de la gente tirándose desde las ventanas del World Trade Center, el sentido común general se impuso al sensacionalismo. Juan Manuel Benítez, periodista del canal de noticias local New York 1, me comenta en una entrevista telefónica que la tradición informativa del país siempre ha sido muy pudorosa a la hora de enseñar imágenes de cadáveres y violencia, y los criterios se mantuvieron “seguramente también porque entonces no había la presión de las redes sociales, que nos han acostumbrado mucho más a la viralidad de imágenes”.

A las 9.31, con las dos torres quemando y el convencimiento de que se trataba de un ataque contra los Estados Unidos, el presidente George Bush aparecía por televisión. Lo hacía desde una escuela de primaria de Sarasota, en Florida, que había visitado esa mañana. La imagen televisiva que sus asesores eligieron para que hiciera un comunicado a la nación no podía ser más insólita para anunciar una tragedia nacional. Pronunciaba un discurso lleno de miedo y terror desde un aula, rodeado de niños de primaria que miraban al presidente entre perplexos y asustados.

Seis días después de los atentados, el 17 de septiembre, volvían los late-night a las principales cadenas de televisión. Pero los monólogos del arranque inicial ese día no fueron fáciles de hacer. Uno de los más sonados fue el de David Letterman en su Late show de la CBS. Le temblaban las manos y en algunos momentos se le entrecortaba la voz de la emoción. Apeló más a la humanidad que al humor y los críticos calificaron ese momento televisivo como uno de los momentos más honestos e importantes de la historia de la televisión. Ese día Letterman tuvo de invitado a Dan Rather, una leyenda nacional del periodismo. Durante la conversación, los dos se tuvieron que secar las lágrimas en algún momento y Rather incluso pidió una pausa.

La PBS, la televisión pública norteamericana, hizo volver a Fred Rogers, el presentador estrella de la televisión infantil. Después de 35 años en antena, se había jubilado en el mes de agosto, pero le pidieron que grabara unos vídeos para enviar mensajes a los niños. Un año después confesó que le quitaba el sueño profundamente el trauma que podían haber provocado aquellas imágenes en las generaciones más jóvenes.

El periodista Juan Manuel Benítez me explica desde Nueva York que, semanas después de los atentados, se instauró el protocolo de no emitir más las imágenes en bucle de la tragedia. “Había que tener una razón muy específica para volver a emitir esas escenas que durante días no se habían parado de repetir. Buena parte de los ciudadanos vivían todavía bajo el impacto del trauma y no se les quería hacer revivir la experiencia cada vez que encendieran la televisión”.

En el vigésimo aniversario de los atentados, y con la manera en la que las redes sociales han viralizado la violencia y la crudeza de las imágenes, ahora seguramente será más difícil que esta cautela se mantenga.

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