El regreso de los talibanes

Joe Biden defiende la retirada de Afganistán: "Es lo mejor para los EE.UU."

Los líderes talibanes celebran la "victoria" recorriendo a pie la pista del aeropuerto de Kabul

LondresMás de veintiuna horas después de que el último soldado norteamericano abandonara el aeropuerto de Kabul cuando faltaban unos minutos para la medianoche (hora local), un muy firme y desafiante presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha comparecido desde la Casa Blanca este martes al atardecer para reafirmarse en la decisión de poner fin a la guerra más larga que el país ha librado nunca en su historia –"Era hora de acabar esta guerra", ha dicho– y para destacar la operación de evacuación que se ha llevado a cabo en las últimas dos semanas.

"En abril tomé la decisión de poner fin a esta guerra. La suposición era que más de 300.000 fuerzas de seguridad nacional afganas a las que habíamos entrenado durante dos décadas y muy equipadas serían un fuerte adversario para los talibanes, pero esta suposición no resultó nada precisa", ha admitido el mandatario.

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Siguiendo el discurso de los últimos días, el demócrata –que lo ha aprovechado para criticar la gestión de Trump– ha repetido una y otra vez que era hora de marcharse. Por el bien de los Estados Unidos, para no mandar a otra generación al frente. "A aquellos que pedían una tercera década de guerra, les he preguntado: «¿Cuál era nuestro interés nacional?»" Él mismo les ha contestado: "Hace una década que acabamos con la amenaza de Al-Qaeda, y todavía hemos permanecido una década más. Era hora de acabar esta guerra. Es la mejor decisión para América".

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Con un tono contundente, el presidente ha afirmado que asume los riesgos: "Me hago responsable de la decisión". La fecha de salida tampoco ha sido un capricho, ha defendido Biden: "Salir antes del 31 de agosto no era un plazo arbitrario. Fue diseñado para salvar vidas norteamericanas. Cuando tomé posesión del cargo, los talibanes estaban en la posición militar más fuerte desde 2001, controlando o disputando la mitad del país. No podía hacer durar una guerra por siempre jamás y no podía hacer durar una salida por siempre jamás".

Además, ha asegurado que los Estados Unidos asisten a una nueva era en cuanto a las relaciones internacionales. "Esta decisión sobre Afganistán no se trata solo de Afganistán. Se trata de poner fin a una era de grandes operaciones militares para rehacer otros países". Biden también mencionó cómo los nuevos grandes retos de Washington son China y Rusia, una idea que ya puso encima de la mesa, en junio, durante la cumbre de la OTAN.

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El mandatario ha querido agradecer a los militares sus esfuerzos. Los de durante todos estos veinte años, pero especialmente los de los últimos días, "enfrentándose a la enorme multitud de personas" que querían salir de Afganistán y sabiendo que la amenaza de ISIS-K se escondía. Los soldados "hicieron su trabajo y lo hicieron bien; arriesgando su vida, no para obtener beneficios personales: No ha sido una misión de guerra, sino una misión de misericordia".

Advertencia a los radicales

El demócrata también ha tenido un mensaje para los radicales islamistas del Estado Islámico, autores del atentado suicida contra el aeropuerto de Kabul, lleno de ciudadanos que intentaban huir de Afganistán a raíz del retorno de los talibanes y que el pasado jueves dejó cerca de 200 muertos. "Tenemos armas muy potentes, cosa que significa que podemos atacar a terroristas sin soldados americanos sobre el terreno. ISIS-K, todavía no hemos acabado con vosotros [...]. A aquellos que deseen un mal a los Estados Unidos, sabed esto: los Estados Unidos nunca descansarán. Os perseguiremos hasta los confines de la tierra y pagaréis el precio final".

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También ha lanzado un mensaje de esperanza a los ciudadanos norteamericanos que todavía no se han podido escapar del país asiático. "Los que quedáis tenéis que saber que trabajaremos para haceros salir, si es lo que queréis. Ningún país se ha esforzado tanto como lo hemos hecho nosotros".

Queda por saber el impacto que la culminación de la retirada de esta guerra eterna –de prácticamente dos décadas exactas: se inició el 7 de octubre de 2001– tendrá sobre la presidencia de Joe Biden. Hay muchas cartas en juego: si Afganistán no se convierte, una vez más, en un portaaviones del terrorismo de ISIS u otros grupos yihadistas contra los Estados Unidos y Occidente, en general; o si no se profundiza todavía más una crisis humanitaria que ya sufre buena parte de la población. Todo ello puede marcar las opciones demócratas en las elecciones de medio mandato, el otoño de 2022. En todo caso, Biden ha insistido en recordar: "Durante la campaña electoral prometí que acabaría con esta guerra, y hoy he honorado esta decisión". También ha hecho mención del coste económico y humano de la guerra: casi dos billones de euros y más de 2.400 víctimas.

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Pero mucho más han sufrido los afganos, con un balance de no menos de 117.000 vidas. Por no olvidar a los otros soldados: entre los cuales, 104 españoles, policías incluidos, y casi quinientos británicos.

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Los talibanes lo celebran

La comparecencia de Biden ha sido el acto final de una jornada que había empezado con unas imágenes muy simbólicas. Durante la madrugada, y después de la salida de los dos últimos aviones norteamericanos del aeropuerto de Kabul, los talibanes tomaban el control sobre la infraestructura y sobre las armas y el material que habían dejado atrás los soldados de Washington. También celebraban su victoria y declaraban la "plena independencia", después de dos décadas de ocupación militar occidental.

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Simbólicamente, los líderes islamistas radicales andaban por la pista del aeropuerto internacional. Zabihullah Mujahid, portavoz talibán, aseguraba en una transmisión en directo publicada a través de las redes sociales: "El mundo tendría que haber aprendido la lección y este es el momento agradable de la victoria. Esta victoria nos pertenece a todos. Los últimos soldados norteamericanos se han marchado del aeropuerto de Kabul y nuestro país ha conseguido una plena independencia, gracias a Dios. No tenemos ninguna duda de que el emirato islámico de Afganistán es una nación libre y soberana. En nombre de mi nación, queremos tener buenas relaciones con el resto del mundo, incluidos los Estados Unidos", aseguraba.

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Y es que los talibanes han ganado la guerra y ahora se enfrentan, pues, a la gestión de la paz. Al menos según su versión, a pesar de que el miedo y la incertidumbre reina entre buena parte de la población. A pesar de esto último, y en las mismas pistas del aeropuerto, otro líder talibán, Anas Haqqani, de la red Haqqani, facción que forma parte de los talibanes, afirmaba que "la gente está contenta" de que los militantes finalmente hayan "traído la paz" a Afganistán. En uno de los vídeos se ve cómo Haqqani dice a un periodista: "Es natural que, cuando haya un cambio de régimen, al principio tengáis algunas dudas, algunos miedos".

Pero, a pesar de la felicidad que se atribuye a los afganos por el fin de la guerra, desde la toma de posesión de los talibanes ha habido informes de violencia contra civiles, incluida una brutal "masacre" de miembros de la minoría hazara, según Amnistía Internacional. Los retos, de hecho, son muchísimos. Recuperar un país después de cuarenta años de guerra y una población que vive en una economía deshecha y en la que hasta catorce millones de personas, de los casi cuarenta de la población, tienen muchas dificultades para conseguir el mínimo para la subsistencia. La misión Libertad Duradera que empezó George W. Bush después del 11-S acaba en un desastre humanitario incalculable.