Terremoto en Marruecos

Barracones para no pasar frío: así se buscan la vida supervivientes del terremoto de Marruecos

Los afectados viven en tiendas de plástico sin aislar, que no serán suficiente refugio para el invierno

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Tiendas de personas afectadas por los terremotos en Marruecos en Imi N'Tala, el 30 de septiembre.

BarcelonaLos escombros y tiendas de campaña azules ya forman parte del paisaje del Alto Atlas. Sólo ha pasado un mes desde que el terremoto asoló el sur de Marrakech –dejó casi 3.000 muertos y más de 5.000 heridos– y los supervivientes, que apenas se han instalado en los campamentos, ya notan cómo el invierno les pisa los talones. "En poco llegaremos a temperaturas cercanas a los cero grados y las tiendas no nos servirán", explica por WhatsApp el Idriss. Él, junto al resto de vecinos de Ourzdin, están buscando refugios alternativos a los del gobierno.

El gobierno marroquí ha hecho llegar electricidad a las tiendas, además de montar hospitales militares y escuelas provisionales para que los 30.000 niños de la región de Al Haouz que se han quedado sin aulas puedan continuar las clases. Sin embargo, esto no soluciona el problema más inmediato: la llegada del frío.

Las tiendas están hechas con lonas de plástico por donde fácilmente se cuela el aire. Tampoco están aisladas por debajo. Algunas familias han intentado solucionarlo poniendo al suelo alfombras o plásticos, pero la realidad es que no deja de ser un parche que puede irse al traste cuando llueva y se enfange el suelo. En los últimos años se han producido con mayor frecuencia tormentas violentas que en poco tiempo descargan muchos litros y que pueden provocar desprendimientos y riadas. El panorama es aún más desalentador para los douares (pequeños poblados) situados en las zonas más elevadas y que en enero se tiñen de blanco. Algunos se quedan aislados durante días por culpa de las nevadas.

Ourzdin es uno de esos douares que dentro de unas semanas estará cubierto de nieve. Allí, como en tantos otros lugares, todavía no se han limpiado todos los escombros, tal y como muestran las imágenes que envía Idriss. La incertidumbre de los primeros días después de la catástrofe se ha convertido ahora en resignación. "El gobierno no está dando ninguna solución para el frío y no parece que tenga intención de darlo", se lamenta el joven, que también comparte fotografías de barracones realizados con contenedores. "Estamos tratando de comprar algo de plástico o de madera, que aísle del frío". Pero el problema es que no saben cómo lo pagarán. "Es demasiado caro y no tenemos dinero", resume.

Personas afectadas por el terremoto de Marruecos construyendo tiendas en Marrakech.

Abdul, que vive con su esposa, las dos hijas pequeñas y la suegra en el campamento de Asni, se ha aprovisionado de mantas para el invierno. También ha hecho algunas "mejoras": ha cubierto el suelo con lonas de plástico y ha construido con carrizo una segunda estancia anexa a la tienda. Por fuera hay atado bolsas de basura para intentar aislarla térmicamente. "Las noches ya son muy frías y estoy intentando aislar el espacio lo mejor que puedo con lo poco que tengo", expone. En su caso, la angustia es mayor porque con el terremoto perdió su trabajo.

El paquete de medidas que ha impulsado el reino alauí para paliar las consecuencias del seísmo que ha afectado a 2,8 millones de personas y ha destruido total o parcialmente más de 50.000 viviendas, prevé una serie de ayudas económicas. Como medida de urgencia se han asignado durante un año 2.500 dirhams mensuales (230 euros) por familia en caso de que la casa haya sufrido daños o esté totalmente desmoronada. De cara a la reconstrucción, el gobierno planea dar 140.000 dirhams (13.000 euros) para las viviendas que se hundieron completamente y 80.000 (7.300 euros) para la reparación de las que están parcialmente dañadas.

Protestas en el barrio del Mellah

La casa donde vivían Adir y su familia fue una de las decenas de hogares que se derrumbaron en el barrio judío de Marrakech la noche del terremoto. El Mellah, como también se conoce a este barrio, es uno de los más afectados de la ciudad. A principios de octubre, cuando se abrió el plazo para realizar la solicitud, Adir pidió la ayuda de los 2.500 dirhams mensuales. De momento no ha recibido el dinero, pero conoce a otras familias que ya han cobrado. Aun así, dice que la cifra sólo es un "parche" teniendo en cuenta que su casa ha quedado destruida por el terremoto.

Cuando habla sobre las cantidades que se darán para reconstruir las casas, se expresa con la misma indignación: "140.000 dirhams no serán suficientes para muchas familias. Las casas aquí son muy grandes porque las familias también son grandes, fácilmente pueden llegar a vivir unas 9 o 10 personas, en cada casa".

Muchos de los vecinos del barrio del Mellah que perdieron la casa durante el seísmo han estado acampando en la plaza de Tinsmith como protesta por la gestión del gobierno. Reclamaban una mejor solución que los campamentos, y también era una manera de visibilizar las condiciones en las que miles de familias se han visto abocadas a vivir. Pero la semana pasada, coincidiendo con el encuentro del FMI y el Banco Mundial en Marrakech, les desalojaron. "Nos echaron porque no querían la fotografía de la gente en la calle en el contexto de la cumbre. Querían limpiar la zona", denuncia Adir, que también explica cómo la policía golpeó a algunas personas que se negaban a marcharse.

Él y su familia también estaban acampados, y ahora han vuelto a su casa. Se han instalado en la parte donde no hay tantos escombros. En una foto que envía se ve una esterilla en el suelo, encajonada en el rellano de una escalera que está bloqueada por un trozo de pared. "Después del desalojo nadie ya se atreve a volver. Algunos se están en los campamentos que ha montado el gobierno, otros hemos vuelto a casa aunque esté dañada", explica.

Aunque en la ciudad el frío no sea tan gélido como en las montañas, Adir reconoce que al menos durmiendo entre los escombros está mejor que a la intemperie. "Ahora estoy tratando de alquilar algún sitio para poder trasladarme con mi familia hasta que arreglen la casa. No tenemos alternativa". De momento, no sabe si la ayuda será suficiente para costear el alquiler ni sabe muy bien dónde ir. A la pregunta de si el gobierno les ofrecerá o no alguna alternativa, responde: "Bienvenida a mi mundo".

Aunque ya no haya nadie acampado, el uso de la fuerza policial no ha disuadido a las personas que protestan. Esta misma semana el diario local Kesh24 se hacía eco de una nueva concentración protagonizada por los vecinos del barrio del Mellah frente a la oficina administrativa porque decían que habían sido excluidos de la lista de afectados por el terremoto y no tenían acceso a las compensaciones económicas.

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