Marruecos

Diplomacia de la catástrofe: Marruecos acepta ayuda de España y Qatar, pero no de Francia y Argelia

Crece la polémica por la negativa de Rabat a los equipos de rescate internacionales cuando acaba el tiempo para rescatar a supervivientes

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Rescate en Talat N'Yaaqoub, muy cerca del epicentro.

BarcelonaA raíz del devastador terremoto del viernes, el más grave en 60 años, Marruecos está escribiendo una nueva página de lo que se conoce como la diplomacia de las catástrofes. Rabat ha autorizado hasta ahora la llegada de equipos de emergencia de España, Reino Unido, Qatar y Emiratos Árabes. Otros países más cercanos, como Francia o Argelia, también se han ofrecido, pero no han recibido todavía la luz verde de las autoridades marroquíes para desplegar sus equipos en el país. Las primeras 72 horas se consideran críticas después de un seísmo y más tarde los índices de supervivencia caen en picado.

El régimen de Marruecos argumenta que si los equipos internacionales llegan a la zona afectada sin una evaluación previa de las necesidades y sin coordinación, se puede crear un "tapón" en la zona, que es de difícil acceso. Pero el hecho es que, cuatro días después del accidente, en muchos pueblos todavía no ha llegado ninguna ayuda: la esperanza de encontrar a alguien vivo entre los escombros se desvanece y los supervivientes no tienen comida ni agua.

"Marruecos parece obsesionado, con los discursos que surgen del entorno de Palau, en enviar un mensaje de autosuficiencia, que no parezca que necesitan ayuda del exterior", explica al ARA Eduard Soler, profesor de Relaciones Internacionales de la UAB y analista del Cidob. Y las excepciones son países con los que el régimen de Mohamed VI tiene relaciones especialmente buenas. En el caso de España, Rabat vive toda una luna de miel, tras el giro del gobierno de Pedro Sánchez para avalar su plan sobre el Sáhara Occidental, que entierra el referendo de autodeterminación previsto por la ONU para el pueblo saharaui.

En el caso de los Emiratos Árabes y de Qatar, se trata de socios de Marruecos y de un ejemplo de "solidaridad entre monarquías conservadoras", apunta Lurdes Vidal, investigadora especializada en mundo árabe. Reino Unido, desde el Brexit, también tiene buenas relaciones con el régimen alauí, con quien busca acuerdos en materia energética ahora que no tiene el paraguas de la Unión Europea. Y para Marruecos es interesante tener una relación fluida con Londres, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y con capacidad de decisión sobre el Sáhara Occidental.

Mala marejada con Macron

La polémica sobre todo se centra en Francia. Y es que las relaciones entre Rabat y París no pasan precisamente por su mejor momento. Aún cuece el escándalo Pegasus, que destapó en julio del 2021 el espionaje con el software de fabricación israelí de los teléfonos personales del presidente Emmanuel Macron y algunos de sus ministros, supuestamente por los servicios secretos marroquíes. Las mismas sospechas de espionaje en el gobierno español fueron archivadas y Pedro Sánchez ha escenificado las buenas relaciones con sus vacaciones marroquíes. Pero no fue así en el caso francés, donde la desconfianza ha continuado. París tampoco ha seguido los pasos de Madrid en la aceptación de la estrategia marroquí para los saharauis, y la reciente decisión de prohibir la túnica musulmana en las escuelas francesas ha enturbiado aún más las relaciones. "El gobierno Macron tiene interés en mostrar una cara más amable con la población musulmana y quiere aparecer como solidario con un país con el que buena parte de su población mantiene vínculos familiares", añade Soler. Asimismo, para Marruecos el rechazo a la ayuda de la antigua metrópoli se ha convertido en un gesto de soberanía y parte de la opinión pública del país está avalando esta respuesta anticolonial.

También se han quedado sin respuesta los ofrecimientos de Argelia, el país vecino y al mismo tiempo archienemigo de Marruecos, que por la proximidad y por el hecho de compartir el mismo idioma podrían facilitar mucho las tareas de rescate. La relación entre Rabat y Argel es prácticamente inexistente y no faltaron las voces que culparon a Marruecos de los devastadores incendios que Argelia ha sufrido este verano. Argel ha reabierto la frontera y el espacio aéreo en los aviones marroquíes, que lo tenían cerrado desde septiembre del 2021 para facilitar el acceso de ayuda humanitaria, que la población argelina por su cuenta había empezado a poner en marcha. "Ambos gobiernos buscan no aparecer ante sus poblaciones como los responsables de la enemistad entre ambos países", dice el analista del Cidob.

Soler recuerda que "incluso los países más ricos y desarrollados necesitan ayuda para hacer frente a una catástrofe de esta magnitud" y reclama que, teniendo en cuenta que el Mediterráneo es una de las regiones del planeta más vulnerables a la emergencia climática y en los terremotos, se necesitarían mecanismos de ámbito regional que pudieran activarse automáticamente en situaciones de emergencia. "Mecanismos formales de ayuda que fueran herramientas compartidas evitarían que ante estas situaciones deban ponerse en marcha respuestas ad hoc que abren el debate sobre autosuficiencia y soberanía", dice. Y lo lee en términos de oportunidad: "En la agenda del Mediterráneo no hay muchos ámbitos de trabajo conjunto y éste cae por su propio peso". Es cuando la diplomacia de los desastres ayuda a aliviar tensiones y no a empeorarlas

Tampoco se ha aceptado el ofrecimiento de ayuda de Israel, con quien Marruecos protagoniza una impopular reanudación de relaciones, pero en cambio ONG israelíes con una destacada trayectoria en el ámbito de los rescates de terremotos ya están presentes en el terreno sin haber pasado por ningún filtro oficial ni de las autoridades marroquíes ni de las israelíes.

No está claro si la gestión de las autoridades marroquíes les acabará pasando factura. "Dependerá mucho de cómo lo perciba la población marroquí. Puede tener un precio: con el terremoto de 1999 en Turquía la reacción inicial del gobierno de Erdogan fue no aceptar ayudas, lo que generó mucho malestar y tuvieron que corregirlo . Con el terremoto del pasado febrero Turquía no envió el mensaje de que no necesitaba apoyo de fuera, sino lo contrario, y eso en parte desactivó el discurso más victimista de Erdogan, que a menudo se sitúa como objeto de conspiraciones extranjeras", dice Vidal. La investigadora destaca, por su parte, la "enorme movilización de la sociedad civil marroquí, dentro y fuera del país, que ha sido mucho más rápida y eficiente que la institucional".

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