Guerra en Sudán

Los paramilitares de Sudán siembran el terror y ya ocupan buena parte del país

Las Fuerzas de Apoyo Rápido tienen la iniciativa en el frente un año después de estallar la guerra, que ha causado una de las peores crisis humanitarias del mundo

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Un tanque del ejército sudanés en Omdurman, Sudán, el 7 de abril de 2024.

El CairoEn un ataque relámpago a finales de junio, el principal grupo paramilitar de Sudán sobrepasó la descolocada línea defensiva del ejército regular en el corazón del valioso estado de Sennar, en el sureste del país, donde hay algunas de sus tierras más fértiles, ocupó una ciudad estratégica en dos días y empezó a extenderse en todas las direcciones. Fue la primera conquista de envergadura de este año de las Fuerzas de Apoyo Rápido, que se encuentran enfrascadas en una cruenta guerra civil contra el ejército desde mediados del 2023.

Más de 130.000 personas han huido hasta ahora del avance de los paramilitares sobre Sennar, que representa un duro golpe moral para el ejército, que sigue siendo incapaz de llevar la iniciativa al frente. También supone un importante revés desde el punto de vista militar, ya que los territorios controlados por las fuerzas armadas en el sur del país quedarán ahora aislados de sus bastiones en el norte y en el este, incluida la capital provisional, Puerto Sudán, en el mar Rojo. La ofensiva coloca a la vez a las Fuerzas de Apoyo Rápido junto a la frontera con Etiopía.

En las últimas décadas, Sennar había quedado al margen de otros conflictos que han asolado la castigada periferia de Sudán, así que su caída a manos de las Fuerzas de Apoyo Rápido también muestra el alcance del conflicto actual. La guerra estalló cuando saltó por los aires la alianza de conveniencia que mantenían el ejército y los paramilitares desde que habían perpetrado juntos un golpe de estado en 2021 para descarrilar una transición democrática.

Control territorial dels bàndols en guerra al Sudan

Forces de Suport Ràpid (grup paramilitar)

Exèrcit Popular d’Alliberament del Sudan Nord

(Abdelaziz el-Hilu)

Forces armades del Sudan

Grups locals

Grups aliats de l’exèrcit del Sudan

mar Roig

egipte

Líbia

Port

Sudan

Darfur

del Nord

txad

Khartum

eritrea

Kordofan

Darfur

Occidental

Sennar

etiòpia

RCA

sudan del sud

Forces de Suport Ràpid (grup paramilitar)

Forces armades del Sudan

Grups aliats de l’exèrcit del Sudan

Exèrcit Popular d’Alliberament del Sudan Nord

(Abdelaziz el-Hilu)

Grups locals

egipte

mar

Roig

Líbia

Port Sudan

Darfur

del Nord

txad

Khartum

Kordofan

eritrea

Darfur

Occ.

Sennar

etiòpia

RCA

sudan del sud

Forces de Suport Ràpid (grup paramilitar)

Forces armades del Sudan

Grups aliats de l’exèrcit del Sudan

Exèrcit Popular d’Alliberament del

Sudan Nord (Abdelaziz el-Hilu)

Grups locals

mar

Roig

Port Sudan

Darfur

del Nord

Khartum

Kordofan

Darfur

Occ.

Sennar

La peor crisis de desplazados del mundo

Más de un año después, la guerra ha provocado una de las peores crisis humanitarias del mundo. Hoy, más de 25 millones de personas –la mitad de la población del país– necesitan ayuda humanitaria, que sigue obstaculizada por las partes beligerantes. Una cifra similar sufre altos niveles de apetito y la declaración de un hambre es sólo una cuestión de tiempo. Más de 10 millones de personas han tenido que irse de casa, en la mayor crisis de desplazados del planeta. Y en torno al 65% de la población no tiene acceso a la sanidad y 19 millones de criaturas no van a la escuela. La cifra exacta de muertes se desconoce, pero se eleva a decenas de miles.

Además de Sennar, los combates se concentran principalmente en otros tres frentes: la zona de la capital, Jartum, y las regiones de Darfur Norte, al oeste, y Kordofán, al sur. En cuanto al reparto de territorio, los paramilitares ocupan ya buena parte del devastado Gran Jartum y extensas regiones en el oeste y sur de Sudán, mientras que el ejército y movimientos armados aliados retienen la mayor parte del este y del norte y zonas aisladas en territorio enemigo.

En este contexto, las atrocidades y violaciones de derechos humanos se han convertido en el pan de cada día, incluidos bombardeos indiscriminados del ejército y campañas de limpieza étnica, violencia sexual y saqueos de los paramilitares. Ambos bandos han impuesto, además, un clima represivo en los territorios que controlan, con desapariciones, arrestos arbitrarios, torturas y ejecuciones. Y la región donde se han producido algunos de los peores crímenes es Darfur, que a inicios de 2000 ya fue escenario de una campaña genocida perpetrada entonces por las dos fuerzas ahora enfrentadas.

“Los que cometen atrocidades y masacres contra la población civil en Darfur son los mismos que cometieron crímenes en el 2003. La única diferencia es que ahora se hacen llamar Fuerzas de Apoyo Rápido, pero son las mismas milicias janjaweed”, afirma Jamal Abdullah Khamis, un abogado de derechos humanos de Al-Junayna, la capital del estado de Darfur Occidental y uno de los epicentros de las atrocidades paramilitares en la zona, que algunos consideran un nuevo genocidio. “La principal razón por la que cometen y repiten estos crímenes es la falta de justicia y de rendición de cuentas [histórica] de estos criminales”, considera Khamis en el ARA.

Alianzas internacionales

En un primer momento, la guerra en Sudán empezó como una lucha de poder entre el ejército y los paramilitares, pero hoy combaten múltiples movimientos armados procedentes de la periferia que se han alineado sobre todo con los militares. El ejército también ha realizado campañas de reclutamiento y distribución de armas entre civiles y milicias políticas. Y este proceso ha ido acompañado a más de una mayor internacionalización del conflicto: por un lado, las Fuerzas de Apoyo Rápido reciben apoyo principalmente de los Emiratos Árabes Unidos, mientras que las fuerzas armadas se están acercando en los últimos meses a Rusia y 'Irán.

Sin embargo, una de las principales víctimas de la guerra ha sido el movimiento revolucionario que lideró la caída del ex dictador sudanés Omar al-Bashir en el 2019 y que mantuvo viva la posibilidad de un cambio profundo con una amplia organización popular, muy arraigada y movilizada en todo el país. Hoy, en cambio, la actividad política, que sólo es posible desde el exterior, la vuelven a copar formaciones políticas elitistas con poco o nulo apoyo social. Y las perspectivas de paz parecen más remotas que nunca.

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