Asalto bolsonarista en Brasil

Centenares de detenidos por el asalto bolsonarista a las instituciones de Brasil

Miles de radicales invadieron sin casi oposición policial la sede del Congreso, el Supremo y el palacio presidencial

Joaquim Piera
4 min
Bolsonaristes asaltan el Congreso  brasileño, en Brasilia.

São PauloUna semana exacta después de la investidura presidencial de Luiz Inácio Lula da Silva, que reunió a miles de simpatizantes, Brasilia ha vivido este domingo una jornada de violencia sin precedentes en la historia del gigante sudamericano protagonizada por seguidores radicalizados de Jair Bolsonaro, que reclamaban un golpe de estado contra el nuevo gobierno.

Siguiendo el ejemplo de los trumpistas que, ahora hace dos años, invadieron el Capitolio en Washington, miles de bolsonaristas fanatizados han irrumpido, de manera violenta, en la sede de los tres poderes de la república: el Congreso Nacional; el Palacio do Planalto, donde despachan el presidente y su núcleo de colaboradores, y la sede del Tribunal Supremo Federal. Horas después, sin embargo, las autoridades han recuperado el control de los tres edificios y han detenido a centenares de personas. Las cifras sobre las detenciones todavía no son claras: 200 según el ministerio de Justicia, 300 según la Policía Militar y 400 según el gobernador del distrito federal. Lula da Silva ha responsabilizado a Bolsonaro de haber instigado el asalto.

Horas después del asalto y cuando la situación ya estaba bajo control de la policía, el expresidente brasileño ha reaccionado en un mensaje en Twitter distanciándose de los hechos: "Las manifestaciones pacíficas, en forma de ley, son parte de la democracia. Aún así, las depredaciones e invasiones de edificios públicos como las ocurridas hoy, así como las practicadas por la izquierda en 2013 y en 2017, escapan a la regla", ha dicho Bolsonaro, que desde diciembre vive en Orlando, en Estados Unidos. También ha rechazado las acusaciones de Lula.

Los simpatizantes del expresidente Bolsonaro provenían de la acampada situada ante el Cuartel General del Ejército, uno de los centenares que militantes de la extrema derecha constituyeron en todo el país después del triunfo de Lula en la segunda vuelta de las presidenciales el 27 de octubre. Y han contado con el refuerzo de radicales desplazados con más de cien autocares provenientes desde varios puntos del país. Según fuentes oficiales han sustraído armamento de la armería del palacio presidencial.

La concentración, que hacía días que se preparaba en las redes sociales y de la que tenían constancia las autoridades locales y federales, pedía un golpe de estado militar y ha derivado en una manifestación que se ha dirigido a la Explanada de los Ministerios, en la zona central de la capital. Con muchísima facilidad, los radicalizados han roto, con palos y piedras, el bloqueo de la Policía Militar, cuerpo que depende del gobierno del Distrito Federal dirigido por un bolsonarista, Ibaneis Rocha, y que tenía al exministro de Justicia de Bolsonaro, Anderson Torres, como secretario de Seguridad Pública. Los dos han sido destituidos por su actuación.

Triple asalto

A partir de aquí, el caos se ha instaurado en la plaza de los Tres Poderes. El primer objetivo ha sido la sede del Congreso Nacional. Sin ninguna oposición, los manifestantes han subido la rampa del edificio y han entrado tras romper los cristales. Ha habido enfrentamientos con agentes policiales en los pasillos, pero los invasores han conseguido el control y han llegado a la sala del plenario. El Congreso Nacional estaba vacío, por el hecho de ser domingo, pero, además, los disputados están fuera de Brasilia por el receso de verano y porque no se constituirá, después de las elecciones de octubre, hasta el 1 de febrero. 

El edificio ha sido depredado, con todo tipo de patrimonio perjudicado y con pequeños incendios e inundaciones por el uso de las mangueras del sistema antiincendios. Las escenas de devastación se han repetido, posteriormente, en el Supremo Tribunal Federal, el órgano que más ataques sufrió durante los cuatro años de gobierno Bolsonaro, y en la sede del Palacio do Planalto, donde están el corazón del poder ejecutivo y el despacho presidencial. 

Cerca de la medianoche de este domingo, los manifestantes, que llevaban ya unas cinco horas de invasión, se mantenían en la plaza de los Tres Poderes, después de ser expulsados de los tres edificios por cargas policiales.

El gobierno de Lula coge el control

La pasividad de los miembros de la policía, que incluso se han hecho fotografías con los invasores violentos, y “los errores de planificación” han provocado que Lula da Silva decretara la intervención por parte del gobierno federal de todos los órganos de seguridad del Distrito Federal hasta final de este mes.

En una comparecencia en Araraquara, en el interior del estado de São Paulo, donde Lula estaba de visita después de las inundaciones de las últimas semanas, el veterano dirigente ha cargado hacia su predecesor, Jair Bolsonaro (que ha situado su residencia en Estados Unidos desde la última semana de diciembre), al que ha calificado de “genocida” y ha acusado de ser el instigador del triple asalto.

“No hay precedentes de lo que ha sucedido, ni en la época de la dictadura, cuando había militantes de izquierdas muertos, desaparecidos y torturados, nunca ningún movimiento de izquierdas protagonizó incidentes como estos”, ha dicho Lula, que ha expuesto que habrá tolerancia cero con los invasores. Hasta ahora se han confirmado 150 detenidos.

“Todos estos vándalos, fascistas fanáticos, serán encontrados y castigados y se darán cuenta de que la democracia exige el respeto a las instituciones. La fuerza de la ley también caerá sobre quien ha financiado y ha pagado toda la gestión de estos actos antidemocráticos”, ha añadido.

Una escalada violenta

El triple asalto de Brasilia representa el pico de la escalada violenta protagonizada por los sectores más radicalizados de la extrema derecha que, siguiendo lo que predica su líder, Jair Bolsonaro, se niegan a reconocer los resultados de las presidenciales. Y muestra que el nuevo gobierno de Lula da Silva tendrá como uno de los retos en las políticas de seguridad públicas enfrentar núcleos violentos y fanatizados por todo el país, dispuestos a protagonizar cualquier tipo de actos sin tener en cuenta las consecuencias.

Desde los incidentes que hubo también en Brasilia, la noche del 13 de diciembre –cuando Lula recibió el diploma presidencial– con el intento de invasión de la sede de la Policía Federal y el atentado fallido con explosivos cerca del aeropuerto de la capital, quedó claro que la extrema derecha ha incorporado la violencia como estrategia. El nivel de alienación llega a un punto en el que en varios grupos de WhatsApp se asegura que un militar y exministro de Bolsonaro, el general Augusto Heleno, es quien gobierna el país y no Lula da Silva.  

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