El país más caro de América Latina vota entre la continuidad o el regreso de la izquierda
Las encuestas en Uruguay favorecen ligeramente al heredero de Pepe Mujica, Yamandú Orsi, en unas elecciones que se pronostican ajustadas
Buenos AiresUruguay vota este domingo en la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales que se esperan muy ajustadas: mientras algunas encuestas pronostican un empate técnico entre ambos presidenciables, la mayoría espera una victoria por sólo dos o tres puntos del hijo político de José Pepe Mujica, Yamandú Orsi, con la coalición Frente Amplio, ante el sucesor de el actual presidente conservador Luis Lacalle Pou, el candidato del Partido Nacional, Álvaro Delgado. En la primera vuelta, celebrada el 27 de octubre, Orsi obtuvo un 44% de los votos frente al 27% de Delgado y del 16% del candidato del Partido Colorado, situado más en la derecha, Andrés Ojeda, que quedó fuera de la segunda vuelta.
Delgado, sin embargo, confía en que obtendrá no sólo los votos de Ojeda, sino también los de formaciones aún más a la derecha, que juntas sumarían poco más de un 6% de los votos. Además, se apoya en lo que considera una administración exitosa de Lacalle Pou, que se retira con más de un 50% de imagen pública positiva. El gobierno saliente ha acrecentado la economía y ha reducido la inflación y el paro, aunque le han quedado pendientes la gestión de la inseguridad, el aumento del trabajo informal, una creciente crisis educativa y un alto coste de vida. Éste último es un problema de larga duración en este país de 3,4 millones de habitantes. Pese a ser el país con el sueldo mínimo más alto de Latinoamérica (más de 500 euros mensuales), también es el más caro de la región y uno de los más caros del mundo.
Desde el Partido Nacional saben que es imperativo “hacer de Uruguay un país más barato para vivir”, reconoce en conversación con el ARA Agustín Iturralde, asesor del candidato Álvaro Delgado. El programa de los conservadores busca "combinar la agenda económica con la agenda social, que algunos creen que son opuestas", y rehuir lo que consideran una falsa contraposición entre mercado y estado.
Uruguay es miembro de la alianza comercial Mercosur, por lo que Lacalle Pou no ha podido hacer tratados unilaterales con China como hubiera querido, pero Delgado tiene intención de seguir empujando en esta línea: “El Mercosur debe ser abierto, dinámico, flexible y moderno, no un corsé ideológico”, dice Iturralde, que en este sentido reconoce afinidad con Argentina de Javier Milei. Partido Nacional integra la Coalición Republicana junto a otras formaciones como Partido Colorado o Cabildo Abierto, considerado de extrema derecha.
Más desigualdad
Por su parte, la militante del Frente Amplio Clara Romano cree que, de ganar, Delgado hará un “gobierno para pocos”, y destaca la incertidumbre con la que viven miles de uruguayos en la actualidad, con dificultades para llegar a finales de mes incluso trabajando a jornada completa, en parte, por la ausencia de una regulación de los alquileres. Además, acusa al gobierno actual dehaber desmantelado un sistema de cuidados transversal que se había logrado construir a lo largo de 15 años de gobiernos de izquierdas, así como de haber aumentado la edad de jubilación de 60 a 65 años y de no haber distribuido adecuadamente la riqueza. "Uruguay ha crecido económicamente, sí, pero la distribución de este crecimiento no se ha hecho de forma equitativa", señala en el ARA, y destaca el aumento de la desigualdad y de la indigencia en las calles de Montevideo, apuntando que el Frente Amplio redujo la pobreza en un 30% a lo largo de 12 años de mandato, una de las grandes hazañas de los gobiernos de Tabaré Vázquez y de José Pepe Mujica.
El analista político Adolfo Garcé destaca en el ARA que “ninguno de los dos proyectos políticos es extremista; son muy diferentes, pero al mismo tiempo moderados”. Y es que Uruguay, hasta ahora, escapa de la polarización y el choque frontal ideológico que impera en prácticamente el resto del mundo: con una sólida cultura democrática, un estado del bienestar fuerte y con partidos de casi 200 años de antigüedad – el Partido Nacional es el más antiguo de América Latina, y el Frente Amplio tiene más de medio siglo de edad–, ha sabido combinar “buenas instituciones y buenas prácticas”, dice Garcé. “El poder está dividido, los presidentes no son superpoderosos y están condenados a pactar porque nunca tienen mayoría parlamentaria, entonces siempre debe negociarse”, dice, y añade que, en el juego político, “se respetan las normas básicas de competencia y de no atravesar ciertos límites”. También se observa un profundo respeto por todos los presidentes y expresidentes, incluidos los opositores: “Uruguay es un país donde los partidos son más importantes que las personas”.
Un veterinario y un profesor de historia, ambos candidatos
Álvaro Delgado, veterinario de formación, fue la cara visible de la comunicación del gobierno de Luis Lacalle Pou durante la pandemia de coronavirus, cuya gestión muchos uruguayos hoy todavía reconocen al presidente saliente. Militante universitario de corrientes vinculadas al Partido Nacional, su primer cargo político fue como inspector de Trabajo entre 2000 y 2004; después, fue diputado y senador, y en 2020 fue fichado por Lacalle Pou, “amigo y compañero de ruta”.
Por lo que se refiere a Yamandú Orsi, es profesor de historia y fue, durante dos mandatos (2015-2024), el alcalde de la ciudad de Canelones. Inició la militancia de joven en el Frente Amplio, y, tras 12 años de dictadura en Uruguay (1973-1985), entró en el Movimiento de Participación Popular, donde conoció a Pepe Mujica, que le apadrinó. Mujica ha hecho campaña a su lado, pese al cáncer de esófago que sufre y causa por la que ya se ha despedido públicamente. una multitud emocionada por el cariño que despierta Mujica en toda la ciudadanía del Uruguay.