Angela Merkel: "No me arrepiento de nada"
La excancillera alemana presenta en Barcelona sus memorias
BarcelonaNi las políticas de austeridad, ni haber convertido a Alemania en dependiente del gas ruso, ni haber abierto las puertas a los refugiados durante la crisis de 2015. Angela Merkel no se arrepiente de nada de lo que hizo mientras fue cancillera, aunque ahora se la critique desde la izquierda y desde la derecha. Es una persona en paz consigo misma y satisfecha de la vida que ha tenido. "No me arrepiento de nada. He tenido una vida política muy rica, pero ahora estoy muy contenta de no estar", ha dicho entre risas en la presentación de sus memorias (Libertad, RBA) en Barcelona.
La visita de Merkel a la capital catalana ha despertado una expectación máxima. Parecía que nadie quisiera perderse un evento que empezó veinte minutos tarde en el Auditorio RBA. Ya desde primera hora y en primera fila estaba Jordi Pujol, que estuvo un buen rato solo, al menos hasta que no han llegado los también expresidentes Artur Mas y José Montilla. También estaba el alcalde Jaume Collboni, al menos tres miembros del gobierno Isla (Ramon Espadaler, Jaume Duch y Albert Dalmau), una nutrida representación de Junts (Jaume Giró, Albert Batet, Agustí Colomines), Joan Ridao (ERC), David Cid (Comunes) y caras conocidas como el historiador Borja de Riquer o el publicista Lluís Bassat. Merkel ha sido recibida con aplausos, como una auténtica estrella, y sin demasiados prolegómenos se ha sometido a la entrevista de la periodista María Paz López.
La excancillera ha recordado su infancia y ha sorprendido al auditorio con una confesión de su vida a la RDA: "Yo estudié física para no entrar en conflicto con el Estado, porque dos y dos siempre serán cuatro". Más tarde reveló que si hubiera vivido en la Alemania occidental hubiera querido ser maestra, porque lo que le gustaba era la gente. Admitió que durante la dictadura no se enfrentó al régimen, como sí hacían otros, "porque no creía que la RDA se pudiera reformar", y se dedicó a tener su propio espacio de libertad para ser el máximo de feliz . Pero todo cambió en 1989 con la caída del muro. Entonces se hizo de la CDU mientras su jefe entraba en el SPD. "Nunca le vi como un enemigo. Me encanta que haya diferentes partidos y me gusta trabajar y llegar a acuerdos con todo el mundo. Ahora hay gente que dice que cedí demasiado", dijo con una sonrisa. He aquí su divisa política.
Cuando se le pregunta por su decisión de abrir las puertas a los refugiados ella responde con otra pregunta: "¿Qué tenía que hacer si Orban les trataba tan mal, poner cañones de agua en la frontera?", demostrando una sensibilidad que hoy se echa de menos, por ejemplo, con personajes como Donald Trump o Vladímir Putin.
El perro de Putin
Sobre Rusia reconoce que apostó por el gas ruso porque era barato y ayudaba a hacer competitiva a la industria alemana, pero cree que fue la decisión correcta en ese momento porque, además, ella era partidaria de tener acuerdos económicos con Moscú. Sobre Putin recuerda la conocida anécdota de la vez que el presidente ruso dio pasear a su perro enorme por delante de ella cuando sabía que le daban miedo. La semana pasada Putin negó que supiera que Merkel tenía aversión a los perros, pero la excancillera no se le cree. "Un año antes mis asesores le hicieron saber por otro encuentro, y Putin no trajo ningún perro. Pero al final me regaló un perro enorme de peluche. Y me dijo: «este no muerde». Así que no me creo que se olvidara".