Los camisas negras fascistas vuelven por las noches en Italia

La pandemia y las restricciones han servido de excusa a muchos grupos ultras para salir de la clandestinidad

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Miembros de 'Blackflag'

MilàOchenta años después del fin de las rondas nocturnas que sembraron el terror en la Italia de Benito Mussolini, el país transalpino observa con preocupación cómo resurgen nuevos grupos organizados para actuar con violencia contra los inmigrantes y los militantes de izquierdas. En la ciudad de Vicenza, en el norte del país, la policía desactivó varias páginas de internet en las que una banda autodenominada Blackflag, que podría estar vinculada con el partido de extrema derecha Casa Pound, hacía un llamamiento a poner fin a la "escoria extranjera".

Inspirados por las milicias fascistas y escondidos detrás el anonimato de las redes sociales, los miembros de Blackflag son jóvenes italianos que se organizan para llevar a cabo "rondas nocturnas" con las que pretenden "defender" su territorio de las llamadas baby gang, grupos de adolescentes que se dedican a cometer robos y agresiones imitando los clanes mafiosos y las bandas criminales latinas. Es un fenómeno cada vez más extendido en todo el país del cual forman parte no solo italianos sino también jóvenes de origen extranjero. Y es precisamente a estos últimos a quienes han declarado la guerra.

"Tú, chiquillo europeo, despierta. Diez mil años de historia pesan sobre tus hombros y tienes la posibilidad de formar bandas con otros como tú, que pueden contrarrestar esta escoria que invade nuestras calles", decían en un mensaje publicado en la cuenta de Instagram del grupo, que ya ha sido bloqueada. En las imágenes se veía una decena de hombres vestidos de negro y con el rostro tapado que posaban bajo un cartel donde se incitaba a la violencia y se animaba a unirse a ellos: "Contra las baby gang solo estás tú y tu banda".

Aunque el fenómeno de los grupos neofascistas no es nada nuevo en Italia, el mensaje de odio lanzado desde las redes sociales tuvo más repercusión después de la violenta agresión que sufrió un revisor de autobús del servicio público de transportes de Vicenza por parte de un grupo de chicos de entre 17 y 19 años que intentaban viajar sin billete. "Hoy han abierto la cabeza a un revisor indefenso, mañana podrían violar a tu pareja o a tu hermana", escribieron en un tabla en que anunciaban que harían justicia por su cuenta. "Nosotros no llamamos ni a la policía, ni a los periodistas que escriben reportajes en los que denuncian la degradación social. No somos chicos de la parroquia, ni boy scouts, ni tímidos burgueses que piden soluciones cómodas".

La víctima del ataque de la baby gang, Fausto Panizzon, se afanó a marcar distancias con los neofascistas. "Yo no he sido atacado por un marroquí, sino por una persona violenta. Pido justicia, no venganza. Y por supuesto rechazo que se utilice mi nombre para esparcir ideas racistas y xenófobas", declaró el revisor.

Este tipo de demostraciones de fuerza para amedrentar inmigrantes tampoco son una novedad en el país transalpino. Recientemente, Fuerza Nueva organizó "paseos ciudadanos" por los barrios de la capital italiana con más inmigración bajo el lema "Roma para los romanos". Pero ya en 2008, antes de que Matteo Salvini transformara la Liga en un partido nacional, patrullas nocturnas vecinales impulsadas por el entonces ministro de Interior, el lliguista Roberto Maroni, miembro del gobierno de Silvio Berlusconi, recorrían las calles de Milán para "luchar contra la criminalidad". Finalmente, fueron suprimidas ante las fuertes críticas de la policía y la magistratura.

Saliendo de la clandestinidad

Los representantes de la Asociación Nacional de Partisanos de Italia (ANPI) en Vicenza denuncian que el lenguaje utilizado por estos grupos "recuerda a la violencia de hace un siglo, que llevó nuestro país a las páginas más oscuras de su historia". Su presidente, Danilo Andriollo, reconoce no saber con seguridad si los Blackflag están relacionados directamente con Casa Pound, pero advierte del peligro "de infravalorar el fascismo de ayer y de hoy".

Hasta hace unos años los movimientos de ideología fascista en Italia sobrevivían casi en la clandestinidad y solo se dejaban ver en fechas y lugares concretos, como Predappio, el pueblo natal de Benito Mussolini, donde varias veces al año centenares de nostálgicos se reúnen para rendir homenaje en el dictador ante su tumba. Aún así, en la última década han surgido varios partidos políticos abiertamente fascistas, como por ejemplo Fuerza Nueva o Casa Pound. Estos últimos incluso tienen un alcalde en una pequeña localidad de la provincia de Brescia. Y esto que Italia castiga la apología del fascismo, aunque a la práctica solo se limita a sancionar los actos que tienen como objetivo resucitar el partido fundado por el Duce.

El anonimato de las redes sociales ha permitido a muchos grupos neofascistas proliferar pasando prácticamente desapercibidos. Hasta ahora. Porque la pandemia y las restricciones para evitar la difusión del covid-19 les han servido de excusa para poder exhibirse a la luz del día del día. Al inicio de la desescalada el verano pasado, el centro de Roma fue el escenario de varias concentraciones convocadas por partidos de extrema derecha a quienes se unieron militantes de grupos neofascistas y ultras de equipos de fútbol. Unas protestas que se han ido intensificando y que han ido ganando adeptos. En octubre una manifestación pacífica convocada por sindicatos y comerciantes contra las restricciones en el ocio nocturno y la hostelería aprobadas por el gobierno acabó convertida en una batalla campal por la infiltración de estos grupos violentos.

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