Biden y Putin acercan posiciones pero los reproches continúan
Los dos presidentes han acordado el regreso de los embajadores a Washington y Moscú
Moscú / SabadellAcuerdos de mínimos, reproches cruzados pero una tímida esperanza sobre la mejora de las relaciones entre los Estados Unidos y Rusia. Este es el balance de la cumbre que han mantenido este miércoles los presidentes de los dos países, Joe Biden y Vladímir Putin, en Ginebra, en un intento de reconducir unas relaciones que están en el peor momento desde el fin de la Guerra Fría. Y, cuando menos, los dos han estado de acuerdo en que el encuentro ha sido positivo. Putin lo ha definido como “constructivo” y pragmático” y ha asegurado que ve “una chispa de esperanza” sobre la recuperación de la confianza mutua. Biden ha precisado que la cuestión no era la confianza sino la defensa de los "propios intereses”, pero ha afirmado que hay “una perspectiva genuina sobre una mejora significativa” de las relaciones.
Se esperaban pocos acuerdos de una reunión que venía precedida de sanciones económicas, expulsiones de diplomáticos, palabras mayores (Biden había llegado a calificar a Putin de “asesino”) y de incontables puntos de fricción, desde el respeto por los derechos humanos en Rusia hasta la situación en Ucrania o los ciberataques contra intereses norteamericanos que Washington atribuye al Kremlin. El hecho de que se hubieran anunciado dos ruedas de prensa independientes también había ayudado a rebajar las expectativas sobre posibles entendimientos.
Y así ha sido: acabada la reunión (que ha durado menos de las cuatro horas que se habían previsto), los dos líderes han emitido un breve comunicado conjunto en el que expresaban un único compromiso: iniciar “un diálogo sobre estabilidad estratégica” que “fije las bases para el futuro control de armas y medidas de reducción de riesgos”. “Reafirmamos el principio de que una guerra nuclear no se puede ganar y no se tiene que combatir”, dice el documento, que remarca que los dos presidentes han demostrado que “incluso en periodos de tensión” son capaces de avanzar hacia sus “objetivos compartidos de asegurar la predictibilitat en la esfera estratégica, reduciendo el riesgo de conflictos armados y la amenaza de la guerra nuclear”.
Además de esto, Putin ha explicado que él y Biden habían llegado a un acuerdo para el regreso de sus respectivos embajadores a Washington y a Moscú, meses después de que hubieran abandonado sus destinos en medio de la grave crisis diplomática que enfrenta a los dos países. También se ha acordado iniciar conversaciones sobre ciberseguridad, a pesar de que en esta cuestión los dos líderes han mostrado fuertes discrepancias. Biden ha explicado que había trasladado a Putin una lista de 16 sectores “críticos” que tendrían que quedar “al margen” de este tipo de acciones y ha avisado de que responderá en caso de nuevos ataques cibernéticos. Por su parte, el líder ruso ha señalado que los Estados Unidos son el país de origen de la mayoría de los ciberataques que sufre Rusia.
“Consecuencias devastadoras”
Biden ha explicado que uno de los temas centrales de la cumbre había sido la defensa de los derechos humanos, una cuestión que, según ha dicho, forma parte del “ADN” de los Estados Unidos y que, por lo tanto, era obligado poner encima de la mesa. En este sentido, ha sido significativa la discrepancia que los dos líderes han mostrado sobre el caso del opositor ruso Aleksei Navalny, que fue envenenado (presuntamente por orden del Kremlin) y que actualmente cumple una pena de prisión. Putin ha argumentado que el opositor (de quien no ha pronunciado el nombre, como ya es habitual) “sabía que estaba vulnerando la ley” y que si volvía a Rusia sería detenido, y que aún así decidió hacerlo. En este sentido, Putin no se ha comprometido a garantizar su seguridad mientras esté en la prisión, y Biden lo ha advertido de que si Navalny muere mientras cumple la condena las consecuencias serán “devastadoras” para Rusia.
Cuando le han preguntado sobre la persecución de los movimientos opositores, el presidente ruso lo ha comparado con la detención y los procesos judiciales abiertos contra las personas que el 6 de enero asaltaron el Capitolio, según él “con demandas políticas”. También ha argumentado que lo único que pretende con estas medidas es evitar que pasen en Rusia “desórdenes y violaciones de la ley” como las que, según él, se vivieron en los Estados Unidos a raíz del movimiento Black Lives Matter. Para Biden, la comparación es “ridícula”.
“Los Estados Unidos han vuelto”
El encuentro con Putin ha puesto el punto final a una semana de gira por Europa de Joe Biden, que en la rueda de prensa de este miércoles ha hecho un balance positivo. “Creo que los Estados Unidos han demostrado que vuelven a estar junto a sus aliados, y ahora hemos establecido una base clara sobre cómo queremos encarar la relación con Rusia”, ha dicho el mandatario norteamericano. Según él, “lo último que ahora quiere Putin es una guerra fría”, puesto que el creciente peso internacional de China está dejando a Rusia en una posición “muy complicada”. “Quieren desesperadamente seguir siendo una gran potencia”, ha sentenciado Biden, y ha añadido que habrá que esperar “entre tres y seis meses” para empezar a evaluar los progresos que hayan podido salir de la reunión con Putin.