Delincuentes y alborotadores, vetados en el ocio nocturno en Dinamarca

Después de un año y medio de discotecas cerradas, Dinamarca impulsa un paquete de medidas para aumentar la seguridad

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Joves a la entrada de un bar a una céntrica calle de Copenhague

El primer fin de semana de septiembre, las discotecas danesas volvieron a abrir sus puertas después de un año y medio cerradas por las duras medidas aplicadas en el país escandinavo para frenar la pandemia. Las restricciones anticovid en el ocio nocturno se levantaron, a pesar de que se impusieron nuevas. Pero éstas no están vinculadas con la crisis sanitaria, sino con la violencia y la inseguridad en las zonas con más vida nocturna. Aquel primer sábado de discotecas abiertas, la policía de Copenhague informó de varios incidentes con arma blanca en algunas de las zonas con más vida nocturna de la ciudad, como el popular Kødbyen (el Distrito de la Carne), con una gran concentración de bares, restaurantes y discotecas.

Ahora, este área y tres más de la capital danesa han sido delimitadas por la policía como zonas de ocio nocturno a las cuales legalmente se puede prohibir el acceso a personas con antecedentes penales por delitos violentos. Esto es posible gracias a una ley aprobada en verano en el Parlamento danés según la cual personas condenadas por ciertos tipos de delitos –relacionados con el uso de armas y explosivos, actos vandálicos y violencia– pueden recibir una doble pena: una vez salgan de prisión (o se acabe el periodo de libertad condicional), no podrán participar en la vida nocturna durante un máximo de dos años.

Esto quiere decir que no podrán entrar en estas calles o espacios delimitados por la policía entre la medianoche y las cinco de la madrugada. Pero no solo esto, sino que tampoco podrán acceder a ningún restaurante u otro establecimiento en el que se venda alcohol, y esto se aplica en todo el país, no solo en estas áreas concretas.

"Antes de la pandemia vimos varios episodios terribles en los que jóvenes inocentes fueron asaltados en populares áreas de vida nocturna. No se puede permitir –justificó el ministro de Justicia, Nick Haekkerup–. Ahora que reabrimos, esta medida ayudará a hacer que las víctimas y todo el mundo pueda salir de forma más segura por la noche", añadió.

"Evitando que gente con antecedentes violentos probados entre en estas zonas durante unas determinadas horas podemos parar potenciales nuevos delitos –explicaba Anne Tonnes, directora de la Policía de Copenhague–. También puede ayudar a garantizar a las víctimas de violencia que a su asaltante no se le permite moverse libremente en estas áreas tan concurridas", argumentaba.

La primera ciudad en implantarlo fue Copenhague, a mediados de septiembre, pero en las últimas semanas se han ido sumando otras ciudades danesas como Aarhus y Odense. Las personas que tengan prohibido el acceso a estas áreas e incumplan la prohibición se enfrentan a una multa de 10.000 coronas (unos 1.350 euros) por la primera vez y de hasta un mes de prisión si reinciden. La policía ha asegurado que aumentará la vigilancia en estas zonas y también prevé colaborar con los propietarios de los locales.

Los alborotadores, también expulsados

Además de esta medida, ya en vigor, el gobierno socialdemócrata danés pactó la semana pasada con una mayoría parlamentaria un nuevo paquete de iniciativas para aumentar la seguridad, tanto en las zonas de ocio nocturno como en otros lugares muy concurridos, como las estaciones de tren. "Por desgracia, hemos visto demasiados ejemplos de asaltos brutales a personas aleatorias en espacios públicos", argumentó Haekkerup.

Según este nuevo acuerdo, una vez se aprueben las reformas legislativas necesarias, se podrá expulsar de una determinada zona de ocio nocturno a los que hayan creado disturbios o situaciones de inseguridad, a pesar de que no hayan hecho nada ilegal. Además, se obligará a todos los locales de estas áreas a aumentar los vigilantes de seguridad, y estará prohibida la venta de alcohol durante la noche (en tiendas, no dentro de los bares) como medida para acabar con los botellones, que se han incrementado en las grandes ciudades en los últimos años.

Según las estadísticas presentadas por el gobierno, la violencia en el ocio nocturno afecta mucho más a menudo a los jóvenes: en total, seis de cada diez víctimas tienen entre 16 y 24 años. Además, la proporción de agresiones en el ocio nocturno que tienen como víctimas a personas aleatorias o sin motivo específico es el doble de grande que en otros tipos de violencias. 

"Sencillamente, no podemos aceptar que grupos de hombres jóvenes con comportamientos amenazantes recurran a la violencia o a amenazas, generen inseguridad en la gente y restrinjan su libertad en el espacio público", resumió el ministro de Justicia.

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