Atentado contra Trump

Entre el caos, Trump levantó el puño

Herido, el expresidente demostró su instinto hecho para la era mediática moderna

Shawn McCreesh (The New York Times)
2 min
Donald Trump poco después del atentado

Y Trump volvió a ponerse de pie. Le acababan de disparar, no tenía bien abrochada la camisa blanca y se le había caído el gorro rojo de la cabeza. La sangre se le caía por la cara mientras personal armado controlaba el perímetro del escenario. Un grupo de agentes de los Servicios Secretos presionaban a su cuerpo contra el del expresidente. “¡Tenemos que marcharnos, tenemos que marcharnos!”, exclamó uno de ellos.

“Espera”, ordenó hasta cuatro veces el magnate, con la voz ligeramente nerviosa pero sorprendentemente clara. A regañadientes, los agentes se detienen. Trump mira un instante hacia el público. Levanta el puño hacia el cielo y da un golpe en el aire.

El público empieza a corear –“¡USA! ¡USA!”– mientras los Servicios Secretos empujan a Trump hacia las escaleras. Cuando bajan el primer escalón, deben detenerse una vez más. El republicano sube el puño un poco más arriba y da un golpe en el aire un poco más rápido. El público grita un poco más fuerte.

Es difícil imaginarse un momento que resuma mejor la conexión visceral de Trump con sus admiradores y su habilidad con el mundo mediático moderno.

Trump no pensaba abandonar el escenario sin dejar claro a sus fans que estaba bien –incluso cuando algunos lloraban asustados–, pero no solo asintió. Trump levantó el puño, desafiando, por encima de su cara ensangrentada, marcando una imagen que la historia no olvidará.

Siempre ha sido consciente de su imagen en momentos importantes. Trump practica su mirada estrecha al más puro estilo Clint Eastwood, y se preparó la cara dura que soltó en su fotografía policial.

Pero esta vez no había tiempo. Esto ha sido instinto.

Mientras los agentes le ponían de pie, él balbuceaba “Deje que me ponga los zapatos, deje que me ponga los zapatos”. "Está todo controlado, señor", insistía uno de los agentes. Mientras acababa de ponerse de pie, Trump subía el tono de voz y todavía repetía “Deje que me ponga los zapatos”.

El candidato a la presidencia republicano y expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el Butler Farm Show de Butler, Pensilvania, Estados Unidos, el 13 de julio de 2024.
Donald Trump siente evacuado por los servicios de seguridad.

Los agentes continuaron dándole prisa. “Póngase la gorra en la cabeza, está manchada de sangre”, le decía uno. "Señor, tenemos que ir hasta los coches", decía otro. Pero Trump insistía "Deje que me ponga los zapatos".

Si en un primer momento había parecido desafiante, ahora el expresidente parecía derrotado, golpeado.

Cuando los Servicios Secretos consiguieron sacarlo del escenario, le guiaron hasta un Chevrolet Suburban que ya estaba puesto en marcha. El republicano subió al coche, pero antes de que las puertas se cerraran dio una última mirada hacia el público. Parecía tener la cara más manchada de sangre que antes. Trump, una vez más, levantó el puño.

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