Salud

Los expertos cargan contra Trump por vincular el uso del paracetamol con el autismo

La evidencia científica descarta la correlación entre el trastorno y el medicamento, que tiene beneficios probados en el alivio del dolor durante el embarazo

BarcelonaLa comunidad científica se puso las manos en la cabeza cuando Donald Trump se erigió de nuevo presidente de Estados Unidos. Tras un primer mandato marcado por la pandemia de cóvido-19, en el que el presidente de Estados Unidos sugirió que la enfermedad que en pocos meses había puesto el mundo boca abajo se podía combatir con "rayos ultravioleta" o con "inyecciones de desinfectante", Trump volvía a la Casa Blanca con la anticunatas Robert F. Kennedy como secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS, en sus siglas en inglés). Este lunes Trump ha añadido un elemento más en esta lista cuando ha anunciado que las autoridades federales de salud estadounidense desaconsejarán tomar paracetamol en las primeras etapas del embarazo por el riesgo de desarrollar autismo; un trastorno que el presidente defiende que puede tratarse con un fármaco llamado leucovorina.

"¡No se lo tomen!", ha exclamado Trump en numerosas ocasiones a lo largo de la rueda de prensa. El presidente no sólo ha cargado contra el principio activo del medicamento, que ha relacionado directamente con el autismo pese a la falta de evidencia, sino que también ha puesto en duda la vacunación infantil, que ha caído en los últimos años en Estados Unidos. "Hay grupos que no se vacunan y no toman medicamentos que no tienen autismo, como los Amish", aseguró Trump, quien también afirmó que en países como Cuba, donde según él no se pueden pagar el medicamento, tampoco hay casos registrados de estos trastornos. No hay evidencia científica que valide ninguna de las dos afirmaciones del presidente estadounidense.

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Todas las dos decisiones han despertado las críticas de los expertos, que recuerdan que las causas del trastorno del espectro autista (TEA) todavía no están claras, si bien coinciden en que es muy probable que sean genéticas y entre en juego una amplia gama de genes aún por determinar. Monique Botha, profesora asociada de Psicología Social y del Desarrollo en la Universidad de Durham, en Reino Unido, asegura que hay muchos estudios que refutan la correlación planteada por Trump entre el uso de paracetamol y el riesgo de desarrollar TEA. "Lo importante fue un estudio sueco de 2,4 millones de nacimientos publicado en 2024 que utilizó datos reales de hermanos y no encontró ninguna relación entre la exposición al paracetamol en el útero y el autismo", explica en declaraciones a Science Media Center (SMC).

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Algunas de estas investigaciones han estudiado la posibilidad de que el aumento de casos de autismo esté relacionado con el uso del paracetamol durante el embarazo y lo han descartado. El profesor de obstetricia y ginecología en el University College de Londres Dimitris Siassakos sostiene que esta correlación se desmonta si se tienen en cuenta factores más importantes, como la genética de los participantes. "Por ejemplo, en los estudios en los que se analizaron hermanos desapareció cualquier asociación: lo que importaba era el historial familiar y no el uso de paracetamol", asegura el experto en SMC.

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Tanto Botha como Siassakos coinciden en que el paracetamol es un medicamento seguro con beneficios probados para mujeres embarazadas. "Es una opción mucho más segura para aliviar el dolor durante el embarazo que prácticamente cualquier otra alternativa y debemos tomarnos en serio el dolor de las mujeres, también durante el embarazo", alerta Botha, quien cree que este anuncio provocará alarmismo e "impedirá que las mujeres accedan a la atención adecuada durante el embarazo". En la misma línea se ha expresado Siassakos, quien advierte de que esta decisión de la administración Trump "podría impedir que las familias utilicen uno de los medicamentos más seguros para el embarazo cuando lo necesitan".

Riesgo de estigmatización

Botha también pone el foco en las familias con hijos autistas, ya que "se corre el riesgo de estigmatizar a las familias como si ellas mismas lo hubieran provocado". Por todo ello insisten en que no existe una correlación entre el uso de este medicamento durante el embarazo y el riesgo de autismo, que la evidencia científica también sitúa como un trastorno hereditario. En cuanto a la leucovorina como tratamiento, tal y como propone Trump, la experta cree que hace falta más investigación sobre sus efectos: "Las pruebas disponibles en este momento son excepcionalmente provisionales y no se consideran sólidas", advierte, y añade que actualmente no hay ninguna terapia que "cure o elimine activamente el autismo".

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Desde la llegada de Trump, la administración estadounidense ha dejado de financiar proyectos de investigación de laboratorios y hospitales de fuera del país que recibían subvenciones de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), ha suspendido programas de investigación y ha congelado fondos que hasta hace poco contribuían al avance global de la ciencia ya mejorar la salud de millones de personas. Por ejemplo, ha congelado los recursos en busca del VIH y el sida, ha retirado la financiación de proyectos centrados en la Covid-19 y ha recortado en al menos 400 millones de dólares las ayudas que hasta ahora recibía la Universidad de Columbia a raíz de las protestas propalestinas en el campus. También congeló millones de dólares de fondos federales y suspendió la financiación de contratos federales en Harvard después de que el centro no cediera a la campaña del nuevo gobierno para intentar controlar el funcionamiento de las universidades.