Una extraña pareja: Netanyahu y Trump

Antes de que pasara una semana de la victoria de Donald Trump en las elecciones del 5 de noviembre, Benjamin Netanyahu ya presumía de haber hablado por teléfono tres veces con el presidente electo. Es cierto que el republicano tuvo una semana frenética con el teléfono, pero seguramente no conversó tan intensa ni tan repetidamente con ningún otro mandatario.

Es probable que Netanyahu haya revelado la frecuencia de las comunicaciones con Trump con la intención de calmar el nerviosismo de sus compatriotas. Entre los israelíes hay algo de inquietud, en particular entre aquellos que no están seguros de que el segundo mandato de Trump deba ser necesariamente similar al primero.

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En el primer mandato, Trump llevó a Jerusalén la embajada de Estados Unidos, algo impensable hasta ese momento, y que la administración demócrata de Joe Biden ha mantenido. Reconoció como parte de Israel a los Altos del Golán ocupados en Siria en la guerra de 1967. Ignoró cualquier demanda de los palestinos. Sacó a Estados Unidos del acuerdo nuclear firmado por Barack Obama con Irán a causa de la presión de Netanyahu. Y normalizó las relaciones del estado judío con algunos países árabes como Emiratos o Marruecos.

Muchos israelíes se preguntan si el segundo mandato será tan fructífero. Netanyahu ya ha recalcado que uno de los temas de sus conversaciones con Trump ha sido Irán. El tema iraní es central para la política israelí. Netanyahu piensa que si desaparece el régimen islámico, desaparecerá toda la resistencia al sionismo, desde Hamás a Hezbollah, desde los houthis yemeníes hasta las milicias chiítas iraquíes.

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A los israelíes les preocupa el imprevisible carácter de Trump. El republicano a menudo se deja guiar por sus instintos, lo que crea incertidumbre e inquietud. Pero su currículum muestra que siempre ha estado junto a Israel, si bien algunos israelíes –para los que Trump era el candidato preferido con notable diferencia– no estén seguros de que el segundo mandato sea tan favorable como el primero.

La única persona a la que tiene miedo

Algunos medios hebreos dicen que la única persona del mundo a la que Netanyahu teme es Trump. Con Biden, Netanyahu ha hecho lo que ha querido, especialmente durante el último año de guerra. Biden trazó líneas rojas en varias ocasiones, exigió que se mejoren las terribles condiciones humanitarias de los palestinos de Gaza, e incluso ha amenazado con una interrupción en el suministro de armas. Sus amenazas nunca se han aplicado y Netanyahu ha hecho lo que ha querido en cada momento.

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Es natural que quiera hablar casi todos los días con Trump. Israel se juega mucho en estas conversaciones preliminares, y aún se juega más su primer ministro. Aunque, bajo el mandato de Trump, Washington se haga más aislacionista, Israel seguirá ocupando un puesto central en la política de Estados Unidos, porque Israel se convierte cada día más en una cuestión de política interna de la superpotencia. El Gran Israel, es decir, la anexión de los territorios palestinos y el consiguiente apartheid, nunca han estado tan al alcance.

Las maniobras de Netanyahu lo han mantenido en el poder en los meses más difíciles de la historia del país, y su continuidad depende del comportamiento del imprevisible Trump. Pronto se reanudarán sus juicios, y pronto deberá formarse una comisión para investigar los errores que condujeron al 7 de octubre del 2023. En su calidad de primer ministro, Netanyahu es seguramente el principal responsable del fiasco, aunque él lo niegue, pero sigue teniendo un gran apoyo popular.