El mundo hace un llamamiento a la calma después del ataque limitado de Israel a Irán
Teherán debe decidir ahora cómo responde al bombardeo de posiciones militares
BarcelonaLas calles de Teherán estaban llenas de gente yendo a comprar y haciendo vida normal, esta mañana. También los aeropuertos funcionaban con normalidad. La actividad en la capital iraní habría sido la misma que cualquier otro día, de no ser porque, horas antes, decenas de proyectiles habían impactado en varios puntos del país. El ataque era la represalia de Israel contra Irán, después de que el 1 de octubre la República Islámica lanzara una ofensiva aérea sin precedentes contra el estado hebreo.
Alrededor de la una de la madrugada, medios estatales iraníes han informado de que se habían producido varias fuertes explosiones en Teherán. El blanco de la ofensiva aérea eran una veintena de objetivos militares que Irán había "utilizado en sus ataques contra Israel en el último año", según puntualizaba un comunicado del ejército israelí. Concretamente, los proyectiles han impactado sobre Teherán, la provincia de Ilam y la de Khuzestán. Poco después de que Israel haya dado por concluidos los ataques "dirigidos y precisos", las autoridades de defensa iraníes han reconocido "daños limitados" contra centros militares en las provincias del norte, el suroeste y el sudeste del país, sin especificar el alcance del bombardeo. "Si bien nuestro sistema de defensa aérea ha interceptado y contrarrestado con éxito los ataques, algunas áreas han sufrido daños limitados", ha informado el Cuartel General de Defensa Aérea de Irán en un comunicado. La ofensiva aérea ha matado a cuatro soldados iraníes.
Para Tel-Aviv, los ataques son el "precio que debe pagar" Irán por haber lanzado una lluvia de misiles contra Israel el 1 de octubre y por "meses de ataques continuados del régimen iraní contra Israel". "Este es un mensaje claro: quienes amenazan al Estado de Israel pagarán un precio muy alto", ha dicho el portavoz de las fuerzas de defensa de Israel (FDI), Daniel Hagari. Las FDI afirmaron en un comunicado que las "capacidades defensivas y ofensivas [de las FDI] están totalmente movilizadas" y que "harán todo lo necesario para defender el Estado de Israel y el pueblo de Israel".
En ese momento, Teherán disparó unos 200 misiles contra territorio israelí, llegando a las principales ciudades, como Tel Aviv, Jerusalén y Haifa. De este modo, el régimen de los ayatolás pretendía vengar a Teherán el asesinato del líder político de Hamás, Ismail Haniyeh, en un ataque atribuido a Israel el 31 de julio, y el del líder de la milicia libanesa Hezbollah, Hasan Nasrallah, en Beirut el 29 de septiembre, también por un proyectil israelí. El ataque iraní contra Israel duró una hora y no causó víctimas ni daños materiales significativos, puesto que la mayoría de proyectiles fueron interceptados por la refinada defensa antiaérea del estado hebreo. Pero horas después el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, ya alertó de que no se quedaría de brazos cruzados y que respondería con un nuevo ataque. "Han cometido un error y lo pagarán", declaró entonces.
Un ataque medidamente calibrado
Hacía semanas que se especulaba con un posible ataque de Israel en territorio iraní, pero la ofensiva ha llegado bajo una forma más descafeinada de lo previsto. Las primeras reacciones iraníes oficiales han minimizado la ofensiva, desvaneciendo, al menos temporalmente, la posibilidad de avivar aún más el conflicto. El ministro de Asuntos Exteriores de la República Islámica, Abbas Araghchi, recordó que Irán tiene "el derecho y la obligación de defenderse", pero reconoció su "responsabilidad hacia la paz y la seguridad regionales". También ha avisado de que Irán "no tiene límites para proteger y defender sus intereses y su integridad territorial y su pueblo".
Pero ahora Teherán se enfrenta a la decisión de cómo contestar. Si reacciona con otro ataque, Tel-Aviv ya ha advertido de que su ejército estaría "obligado a responder". Sin embargo, si no lo hace, podría mostrarse demasiada debilidad ante sus aliados.
La represalia se ha producido 25 días después del ataque de Irán y cuando faltan once días para las elecciones en Estados Unidos. La Casa Blanca estaba al corriente del ataque en el momento en que se ha producido, pero asegura que no ha tenido nada que ver. Sin embargo, la misión de la ONU en Irán ha acusado esta tarde a Washington de complicidad con el ataque, porque el ataque se produjo desde el espacio aéreo iraní, que está "bajo la ocupación" de EEUU.
Limitar la ofensiva a objetivos militares era la respuesta medida que esperaba Washington –que había pedido explícitamente a Netanyahu que no tocara ni instalaciones civiles, ni centrales nucleares o petroleras–, pero habrá que ver si es suficiente para contentar al sector más duro de Israel que reclama más venganza.
La ofensiva también llega en un momento clave por las conversaciones sobre el alto el fuego en Gaza, que se prevé que empiecen en los próximos días. Benjamin Netanyahu podrá sentarse en la mesa de negociación con buenas cartas en la mano, eliminando la cadena de mando de Hezbollah y los líderes de Hamás.
El final de un ciclo de confrontación
Tras la esperada venganza de Israel contra Irán, países como Jordania, Turquía, o Arabia Saudí se han mostrado preocupadas por que esto alimente aún más el engranaje de una escalada bélica. Egipto, el principal mediador entre Israel y Hamás, junto con Estados Unidos y Qatar, considera que el ataque "alimenta el estado de tensión" en Oriente Próximo y cree que podría "llevar la región hacia una confrontación peligrosa que amenaza a la seguridad regional e internacional". Pero su ministerio de Exteriores recordó que la raíz de la violencia es la guerra en la Franja de Gaza, por lo que insistió en la necesidad de "lograr rápidamente un alto el fuego".
El secretario general de la ONU, António Guterres, se ha añadido al llamamiento a la calma y ha expresado una "profunda alarma" ante la escalada de violencia en Oriente Próximo. El portavoz de Guterres, Stéphane Dujarric, indicó en un comunicado que el secretario general afirmó que "todos los actos de escalada son condenables y deben detenerse".
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha ido un paso más allá y ha expresado que tiene la esperanza de que los ataques israelíes contra Irán pongan fin a un ciclo de confrontación en Oriente Medio, que había despertado temores sobre una guerra regional. "Parece que sólo han tocado objetivos militares. Mi esperanza es que esto sea el final", ha dicho Biden desde Pensilvania, donde participaba en un acto de campaña.