Trump pone a prueba la lealtad de los senadores republicanos con la elección del fiscal general

Matt Gaetz ha renunciado abruptamente a su asiento en el Congreso, que estaba a punto de publicar un informe crítico sobre él

El congresista Matt Gaetz habla en la prensa después de presentar la moción contra McCarthy.
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WashingtonLa elección por parte de Donald Trump del congresista de Florida Matt Gaetz como su fiscal general ha dejado atónito todo el Congreso, incluso la bancada republicana. El presidente electo –un presidente convicto– ha elegido a un fiscal general que ha sido investigado por el departamento de Justicia por un caso de tráfico sexual que involucraba a menores. Además, más allá de su ideología cercana a la extrema derecha y su fama de beligerante, en Washington Gaetz es conocido por la investigación que el Comité de Ética estaba liderando en torno a las acusaciones por haber mantenido relaciones sexuales con una menor y haber consumido drogas ilícitas.

Según medios estadounidenses, estaba previsto que el informe se hiciera público justamente este viernes. Pero el miércoles, tras el anuncio de su futuro nombramiento en la administración Trump, Gaetz renunció abruptamente a su acta de diputado. “Ha presentado su carta de dimisión con efecto inmediato del Congreso. Esto nos ha sorprendido un poco,” reconoció el presidente de la Cámara de los Representantes, el republicano Mike Johnson, en una rueda de prensa el miércoles por la tarde, poco después de la dimisión de Gaetz. Debido a la renuncia anticipada de Gaetz, Johnson explicó que es posible que puedan encontrar un sustituto para su asiento antes del 3 de enero, cuando la cámara baja tiene previsto elegir su nuevo speaker.

Su dimisión supone dejar en punto muerto la investigación que estaba llevando a cabo el Comité de Ética. En principio, una vez que un diputado deja su acta, el Comité ya no puede seguir investigándolo. Pero ya existen presiones para pedir que se haga público igualmente. Existe un precedente de 1987, cuando el comité publicó las conclusiones sobre el congresista demócrata Bill Boner después de que dejara el Congreso.

Hasta ahora, Gaetz se había dedicado a poner trabas ya dar respuestas beligerantes a las preguntas que le planteaba el comité, haciendo que el proceso se dilatara en el tiempo y se fuera aplazando. Una vez que llegaron las elecciones, la publicación de los resultados volvió a retrasarse porque la Cámara prohíbe publicar un informe negativo cerca de unos comicios. Una táctica que recuerda mucho a la que ha aplicado Trump con sus cuatro casos penales y de los que ahora parece que saldrá airoso gracias a la presidencia y al propio Gaetz. Si es nombrado fiscal general, Gaetz tendrá poder sobre el fiscal especial Jack Smith que lleva ambos casos federales contra Trump y podrá ordenar su desestimación. Y como soldado leal de Trump, no cabe duda de que hará esto.

Consumo de drogas y conducta sexual inapropiada

La investigación se inició en abril del 2021, aunque quedó congelada a petición del departamento de Justicia, que tomó el caso y abrió una investigación en Gaetz por tráfico sexual. Según medios estadounidenses, el caso se centraba en determinar si Gaetz tuvo una relación sexual con una chica de 17 años y le pagó para que viajara con él. Justicia cerró el proceso sin consecuencias penales y una vez Gaetz lo hizo saber, el comité reanudó el curso de su informe. El verano de ese mismo año el comité publicó un primer documento, en un gesto poco habitual en estos procesos, donde afirmaba que su investigación incluiría si Gaetz participó en una conducta sexual inapropiada y consumo de drogas ilícitas, va aceptar regalos inadecuados e intentó obstruir investigaciones gubernamentales sobre su conducta. En reiteradas ocasiones, el congresista de Florida negó categóricamente todas las acusaciones ante el comité.

Aunque su currículo está plagado de polémicas parlamentarias –ha interrumpido varias sesiones de la cámara baja–, parece que Gaetz no está dispuesto a dejar que se conozcan más detalles sobre un caso que va más allá de las conductas agresivas y polémicas a las que están acostumbrados el resto de sus compañeros. Por muy conflictivos o polémicos que hayan sido los recientes nombramientos, ninguno había despertado las críticas de su propio partido, como sí ocurrió con el de Gaetz. La senadora republicana por Alaska, Lisa Murkowski, se mostraba en desacuerdo con la elección: "No creo que sea un candidato serio". Otra senadora, Susan Collins, decía al New York Times que estaba segura de que "habrá muchas preguntas en su audiencia" para ser elegido fiscal. Entre algunos de los senadores más fieles a Trump se ha hecho el silencio, aunque otros sacan pecho.

Dudas para su ratificación

El cargo de Gaetz, como todos los demás vinculados al Departamento de Estado, de Defensa y similares, será ratificado por el Senado. Actualmente, los republicanos tienen una mayoría muy ajustada de 53 escaños, por tanto, si Gaetz quiere ponerse al frente de la justicia estadounidense sólo puede permitirse perder tres votos. Uno más y ya no podrá ser investido como fiscal general. Trump hace tiempo que ha convertido al partido republicano en su partido e impone su ley. Ir en contra del presidente electo, como hizo Nikki Haley en las primarias de este año, puede significar acabar condenado al ostracismo.

Cuando el magnate ha elegido Gaetz ya lo ha hecho sabiendo que levantaría muchas cejas entre sus filas. El mensaje es doble: Gaetz no solo es un aviso de cara al "enemigo interno" contra lo que Trump ha prometido venganza, sino una forma de destacar su autoridad sobre el partido. Es una doble muestra de fuerza o, al menos, un test para ver hasta qué punto los suyos le serán leales. Se trata de una buena prueba de cara a una presidencia sobre la que Trump ya ha advertido de que solo quiere rodearse de personas leales que estén dispuestas a ir hasta el final. Para poder ejecutar su agenda, Trump necesita saber que cuenta con el apoyo de sus congresistas para que voten a favor de sus propuestas de ley.

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