Estados Unidos

"Cada vez que salgo de casa pienso si volveré o si me detendrá Inmigración"

La comunidad migrante de Los Ángeles busca maneras de proteger a las personas sin papeles, que evitan exponerse tanto como pueden

La Sulma entró en Estados Unidos escondida dentro del maletero de un atuobús
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ENVIADA ESPECIAL A LOS ÁNGELESEl sol del mediodía se filtra en el interior del restaurante a través de los estores, medio bajados. La propietaria, una mujer cubana de unos cuarenta años, se apresura a despachar a los clientes que han acabado de comer mientras las camareras recogen las mesas. "Le traigo la cuenta, que tenemos una reunión de staff y tenemos que cerrar media horita", dice Carmen García (nombre ficticio para preservar el anonimato). De las 16 trabajadoras que hay en este negocio del barrio de Westlake de Los Ángeles, 13 carecen de papeles. Cinco calles más allá, a unos 15 minutos andando, se encuentra el Home Depot donde el pasado viernes los agentes de Inmigración (ICE, en inglés) llevaron a cabo una redada. "La cosa se está poniendo muy fea, por eso hoy he decidido hacer una reunión con las chicas para preparar un plan para actuar si llega el ICE".

Hace una semana que el gobierno de Donald Trump está ejecutando una campaña de terror a gran escala sobre la ciudad californiana. La agresividad y la arbitrariedad de las detenciones de los agentes de ICE el fin de semana pasado desataron las protestas, que cada noche toman las calles del centro. A pesar de los disturbios, las acciones del ICE no han hecho más que intensificarse y las redadas en negocios, iglesias y parkings se han convertido en parte del día a día. La Casa Blanca informó el miércoles que desde el 6 de junio los agentes de inmigración han detenido ya a 330 migrantes en Los Ángeles. La intensificación de las acciones del ICE responde al malestar interno de la Casa Blanca, que ve cómo el número de expulsiones diarias ha caído en comparación con las cifras de su predecesor, Joe Biden. Para cumplir la promesa de la mayor "deportación masiva de la historia", a finales de mayo se ordenó al ICE ampliar el foco de las redadas.

"El viernes, cuando hubo la redada en el Home Depot, una de las chicas me llamó llorando para que viniera a cerrar el restaurante. Las llevé yo misma a su casa, porque ahora también buscan gente en el transporte público. Y por si no tuviéramos suficiente con la migra [el nombre que la comunidad latina da a la policía de inmigración], el pendejo de Trump encima nos ha enviado la Guardia Nacional para protegerlos", se queja Carmen. El cuerpo militar ha estado escoltando estos días las operaciones de los agentes de Inmigración.

El restaurante lo abrió la madre de Carmen en 1986, después de irse de Cuba y de muchos años de trabajando limpiando casas. "Mis padres migraron con lo que llevaban encima buscando una vida mejor. Las mujeres que trabajan aquí han venido por lo mismo. Tienen derecho a mejorar su vida. Nunca había visto un escenario tan extremo como el de las redadas de estos días. Es una pesadilla".

Carmen solo es capaz de recordar un episodio parecido, ya hace años: "Empezaron a detener a gente en plena calle. Por suerte en aquella época los taxis de la ciudad se organizaron y con los walkie-talkies avisaban de dónde estaba el ICE. Ahora con los ubers esto ya no es posible". Se plantea pagar taxis a sus trabajadoras para que las lleven directamente del restaurante a la casa y la perspectiva de que la Guardia Nacional y el ICE estén desplegados hasta sesenta días ha hecho que empiece a pensar en un plan. "De momento he empezado a cerrar el restaurante más temprano, por lo que pueda pasar, y tengo que calcular cuántos días puedo tener cerrado. Me planteo cerrar la terraza y solo dejar abierto el patín interior, así si ven que viene el ICE pueden cerrar rápidamente el restaurante. Sin una orden judicial no pueden entrar. Necesito que se sientan seguras".

"Cada noche llamo a mi hijo para que sepa que no me han detenido"

Sulma es una de las trece empleadas del local que no tienen papeles. Aún lleva el delantal y la rejilla para el pelo puesto. “Con todo lo que está pasando intento salir a la calle lo menos posible. Cada vez que salgo de casa pienso si volveré o si me detendrá el ICE. Para venir hasta aquí tengo que coger dos autobuses, y cuando estoy en la parada no puedo dejar de preguntarme si alguna de las personas que hay es un agente del ICE disfrazado de civil. Porque ahora además debes aparentar que estás tranquilo para no levantar sospechas", explica. Se está planteando dejar de coger el transporte público e ir con un uber para evitar riesgos.

Sulma llegó a Estados Unidos hace dos años escondida dentro del maletero de un autobús por la ciudad de Roma, en Texas. Los coyotes que le ayudaron a cruzar hasta Los Ángeles le cobraron 20.400 dólares para el viaje. "Me he planteado no venir a trabajar, pero no puedo permitírmelo. No tengo ahorros y tengo que seguir pagando la deuda, el alquiler, las facturas... Además de enviar dinero a mi familia". La mujer, de 35 años, es originaria de San Vicente, en El Salvador, donde dejó atrás a su madre ya su hijo de 18 años. "Soy madre soltera, así que solo me tienen a mí para enviarles dinero. Cada noche llamo a mi hijo para que sepa que estoy bien y que no me han detenido. Ellos saben lo que está pasando aquí. Me ayuda mucho, me dice «Mami, no te preocupes, todo va a salir bien»".

Desde que empezaron las redadas, Sulma solo va al restaurante para trabajar. El jueves es el único día libre que tiene y ahora se lo pasa encerrada en el apartamento, que mide apenas unos 30 metros cuadrados –dice que tiene el mismo tamaño que el patio interior del restaurante en el que estamos sentadas– y que comparte con otras tres mujeres sin papeles. "Dos dormimos en el dormitorio y dos en la salita de estar, donde también está la cocina". Incluso a la hora de ir de compras intenta no entretenerse demasiado en la tienda. "Cojo lo que necesito y me voy rápidamente", explica.

La mujer reconoce que no tiene un plan por si se encuentra con el ICE. "Me da miedo pensar que me puedan deportar, ya no por lo que me pueda pasar a mí, sino a mi familia. A ellos les cargarían la deuda. Cada vez que veo un nuevo vídeo de las redadas no puedo parar de pensar en mi hijo –los ojos marrones se le aguan–.Yo solo vine a este país para trabajar, no soy ninguna criminal, solo quería una vida mejor para mi família. Mi plan es conseguir dinero para que estén mejor y al cabo de un tiempo regresar a El Salvador", dice con la voz rota.

"¿Por qué mis padres deben vivir con miedo?"

Michael ha tenido que dejar de estudiar para ir a trabajar, ya que sus padres no salen de casa por las redadas del ICE.

Entre los manifestantes que cada tarde salen al centro de Los Ángeles está Michael González. El joven tiene prácticamente la misma edad que el hijo de Sulma, 19 años. "Tengo padres hispanos sin papeles, y estoy aquí para darles una voz. Ellos no pueden salir, tienen miedo de ir a trabajar, de hacer cosas normales que deberíamos poder hacer. Y, sinceramente, es una vergüenza lo que el gobierno está haciendo a personas trabajadoras", denuncia González. Él sí tiene la ciudadanía gracias a la enmienda constitucional que establece que cualquier persona nacida en Estados Unidos es ciudadano de pleno derecho. Una de las primeras órdenes ejecutivas que firmó Trump en su ofensiva contra los migrantes atacaba precisamente esa enmienda. La acción fue bloqueada inmediatamente por varios tribunales federales y ahora debe pronunciarse el Supremo.

El joven explica que ha tenido que dejar los estudios para ponerse a trabajar, ya que sus padres no pueden salir de casa. "Estaba inscrito para hacer enfermería, pero he tenido que dejarlo correr. Pero no me importa ir a trabajar, lo hago con mucho orgullo por mis padres", dice. Aun así, reconoce que estos días se le están haciendo duros. "Sinceramente, me siento muy solo. Tengo que ir a trabajar todos los días y ellos están en casa, y me dicen que tienen miedo de que en cualquier momento el ICE llame a la puerta. ¿Por qué deben vivir con miedo? No es justo".

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