Los aeropuertos de Europa no saben cómo defenderse de la amenaza de los drones

En los últimos dos meses, al menos una decena de aeropuertos del continente han sufrido una serie de incidentes que han obligado a retrasar o cancelar operaciones

La cancelación o retraso en los vuelos es uno de los efectos más perveses de los drones, sin tener en cuenta los riesgos para la seguridad de las aeronaves. En la imagen, un avión de Ryanair en el aeropuerto de Stansted.
11/11/2025
4 min

LondresEn los últimos dos meses, al menos una decena de aeropuertos europeos –de Bruselas a Copenhague, de Múnich a Palma– han tenido que suspender o retrasar operaciones por el avistamiento de drones no identificados. Sólo entre finales de septiembre y principios de noviembre, más de 35.000 pasajeros se han visto afectados y cientos de vuelos han sido cancelados o desviados. Los daños económicos acumulados se estiman en más de cuatro millones de euros. La inminencia de la Navidad, cuando se calcula que hay programados casi dos millones de vuelos en todo el continente europeo, con 200 millones de pasajeros, teme más disrupciones.

Los dos últimos episodios han tenido lugar en Bélgica y Suecia. Alrededor de las 07.30 horas del pasado viernes, la torre de control de Lieja vislumbró un dron, según el servicio de control de tráfico aéreo del país. Doce horas antes, el jueves por la tarde, en Gotemburgo, el segundo aeropuerto de Suecia, también interrumpió las operaciones por el mismo motivo, y una docena de vuelos tuvieron que redirigirse a otros destinos. El incidente de Lieja, que sólo se prolongó unos 30 minutos, se produjo 72 horas después de que otro dron bloqueara por unas horas los aeropuertos de Bruselas, pero también el de Lieja, lo que provocó retrasos y desvíos. Unos 500 pasajeros se vieron obligados a pasar la noche en la capital belga. Estas alteraciones ocurrían después de otra similar, cuando el pasado sábado se vieron tres drones no autorizados cerca de una base militar, la Kleine Brogel, en el noreste del país, que acoge armas nucleares de la OTAN. De hecho, los avistamientos de estos objetos voladores no tripulados se han convertido en una constante en Bélgica en los últimos días.

Todo ello hace que la inquietud se haya apoderado de Europa ante lo que es una amenaza real difícil de combatir y muy disruptiva. Porque el caso belga no es aislado. En Dinamarca, seis aeropuertos –entre ellos el de Copenhague– suspendieron o limitaron vuelos en septiembre. Más de 20.000 pasajeros quedaron en tierra. La primera ministra, Mette Frederiksen, calificó los hechos de "el mayor ataque contra la infraestructura crítica del país". En Alemania, los aeropuertos de Múnich –en este caso el 3 y el 4 de octubre–, Berlín y Bremen registraron interrupciones similares. Sólo en Múnic se cancelaron 17 vuelos y desviaron otros 15, afectando a 3.000 viajeros, según la agencia Reuters.

En Lituania, el 28 de octubre, el aeropuerto de Vilna y varios pasos fronterizos con Bielorrusia fueron cerrados tras detectar "objetos aéreos extraños", incluidos globos de helio. Y en España, el 20 de octubre, el aeropuerto de Palma tuvo que interrumpir las operaciones durante 35 minutos por la presencia de un dron.

Esta ola de incidentes ha hecho saltar todas las alarmas en la OTAN, que ve en los episodios una posible estrategia de la provocación por parte de Rusia. De hecho, desde el verano, varios países europeos –Polonia, Estonia y Rumanía– han denunciado incursiones de drones o aviones rusos en sus espacios aéreos. En Polonia, en septiembre, más de veinte drones cruzaron la frontera durante un ataque sobre Ucrania. Varsovia pidió consultas urgentes invocando el artículo 4 del Tratado de la Alianza Atlántica.

Aparatos baratos, riesgos elevados

El incidente con drones más grave hasta ahora en un aeropuerto europeo tuvo lugar en diciembre de 2018, cuando Gatwick, en el sur de Londres, quedó fuera de servicio durante prácticamente 24 horas, y más de 110.000 personas se vieron afectadas, bien por cancelaciones o por retrasos. Aunque inicialmente se arrestaron a dos sospechosos, finalmente fueron puestos en libertad sin cargos.

Tanto ese episodio como la ola actual han puesto de relieve la fragilidad operativa de los aeropuertos ante los drones. Según la European Cockpit Association (ECA), que representa a 40.000 pilotos en Europa, "la frecuencia de drones no autorizados cerca de aeropuertos sigue aumentando significativamente [y] es muy difícil distinguir entre operaciones no intencionadas e intencionales" cuando se trata de rutas aéreas cerca de las pistas. En paralelo, la Agencia Europea de Seguridad en la Aviación (EASA) publicó en 2021 el manual Drone Incident Management at Aerodromes, donde reconoce que los drones "son una amenaza de seguridad" y proporciona guías para reducir la interrupción operativa.

Los drones capaces de generar estos incidentes no son, generalmente, militares. Se trata, mayoritariamente, de modelos comerciales o semiprofesionales (cuadricópteros y hexacópteros) con autonomía de entre 30 y 45 minutos y un alcance superior a los 5 kilómetros. Modelos como el DJI Mavic 3 o el Autel Evo II pueden alcanzar altitudes de hasta 6.000 metros y llevar cámaras 4K. Son fácilmente accesibles en tiendas o plataformas online por precios que oscilan entre los 400 y los 2.500 euros.

A pesar de ser legales para usos recreativos o profesionales, su operación cerca de aeropuertos está estrictamente prohibida. El reglamento europeo de la citada EASA establece tres categorías de uso: abierta, específica y certificada. Cualquier vuelo dentro de zonas restringidas o sin visión directa exige una autorización especial y formación acreditada. Los infractores se exponen a multas de hasta 60.000 euros y penas de prisión si se demuestra intencionalidad o riesgo para la seguridad pública.

El debate sobre el origen de las disrupciones con drones en los aeropuertos está todavía abierto. Las autoridades belgas y danesas sospechan que agentes vinculados a Moscú podrían estar "testando" los sistemas de detección europeos y provocando estos incidentes. Sin embargo, Moscú niega cualquier implicación. Mientras, países como Alemania, Francia y Reino Unido han reforzado la vigilancia con radares especializados y sistemas antidrones (C-UAS) en los principales aeropuertos y bases militares de los tres países.

Mientras los gobiernos europeos intentan reforzar la seguridad, la realidad es que cualquier dron de gama media, fácilmente adquirible en internet, puede generar un caos millonario y exponer las debilidades de un sistema altamente interconectado. El precio de un solo aparato es insignificante en comparación con los millones de euros que puede costar cada hora de cierre de un aeropuerto. El caso de los drones no es sólo un problema de seguridad tecnológica; es también un síntoma del nuevo tipo de "guerra híbrida" que se libra en Europa: silenciosa, deslocalizada y asimétrica.

Bruselas destinará 250 M€ a la compra de drones

La Comisión Europea ha anunciado este martes que dará "a corto plazo" 250 millones de euros a los estados miembros por la adquisición de drones y las capacidades de defensa contra estos aparatos. Una decisión que llega tras los numerosos "ataques híbridos" que ha sufrido la Unión Europea por parte de Rusia, especialmente las violaciones del espacio aéreo comunitario con drones rusos o incluso cazas.

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