El canciller más impopular de Alemania se empeña en volver a presentarse
Los socialdemócratas alemanes ratifican la nominación de Olaf Scholz, pese a las pocas opciones que le dan las encuestas para derrotar a la CDU en febrero
Berlín"No hemos dado una buena imagen", reconocía la colíder Saskia Esken este sábado en el congreso de las juventudes del Partido Socialdemócrata alemán (SPD). En las últimas semanas, el debate sobre quién iba a ser su candidato a canciller ha dejado entrever el descontento de las bases con la dirección a las puertas de las elecciones anticipadas de febrero. Muchos querían que el ministro de Defensa Boris Pistorius, el político mejor valorado de Alemania, fuera el candidato en lugar de presentar al actual canciller Olaf Scholz. Pero los dirigentes cerraron filas con Scholz y la especulación acabó del jueves cuando Pistorius publicó un vídeo en el que descartaba presentarse por motivos personales. Pese a tener las encuestas en contra, este lunes se ratificará la nominación de Scholz y el SPD pretende poner fin a la polémica. “Este debate no nos ha herido, sino que nos ha fortalecido. Somos un partido unido y vamos a ganar las elecciones”, aseguraba Esken.
El jefe de las juventudes Philipp Türmer habló de gestión “desastrosa” y pidió a la dirección una estrategia clara para la campaña electoral que se centre en la defensa del estado del bienestar e impida la victoria de los conservadores de la CDU que contemplan todas las encuestas. La falta de entusiasmo entre el sector joven del partido por la nominación es un sentimiento compartido entre las secciones locales de los socialdemócratas en todo el país. Sin embargo, si no hay un movimiento de última hora, Scholz repetirá como cabeza de cartel del SPD.
Muchos se hacen cruces de la resistencia política de quien ha liderado el gobierno con la peor nota de la historia de Alemania desde la Segunda Guerra Mundial. En septiembre sólo el 3% de los encuestados por el instituto de opinión pública Allensbach consideraba la coalición de socialdemócratas, verdes y liberales buena por el país. Nadie se sorprendió cuando, a principios de noviembre, el gobierno colapsó y se precipitó la convocatoria de elecciones. Hombre de pocas palabras, Scholz sueña ahora con repetir el milagro del 2021 cuando ganó las elecciones contra todo pronóstico. El SPD fue el partido más votado con un 25,7% del voto, un punto por encima de la CDU, que obtuvo el 24,1%. Pero ahora el reto es mucho mayor. El SPD ha caído en la tercera posición en las encuestas, detrás de la CDU y del partido de extrema derecha AfD, y en la que publicó el domingo el diario Bild le auguraba una caída en picado hasta el 14%.
Scholz llegó a la cancillería después de la era de Angela Merkel, que gobernó durante dieciséis años. La excancillera publica sus memorias esta semana (Libertad en la versión en castellano de RBA) y ha empezado a realizar entrevistas en las que rompe el silencio que se impuso desde que dejó el poder. Aún no se sabe si aprovechará para hacer campaña por el candidato de su partido, Friedrich Merz, ni si opinará sobre la gestión de Scholz, que fue su ministro de Finanzas entre 2018 y 2021. De momento, ha criticado el tono de la comparecencia en la que el canciller expulsó a su ministro de Finanzas liberal. “El cargo de canciller debe emanar dignidad y eso siempre debe guiarte –dijo en una entrevista en Der Spiegel–. Sientes muchas emociones, pero es mejor gritar contra la pared de tu despacho y no contra la ciudadanía alemana”, dijo sobre la disputa entre los socios que condujo a la ruptura de la coalición.
La gestión de la guerra en Ucrania
El estilo comunicativo sobrio y gris de Scholz ha sido muy criticado. Muchos expertos consideran que durante este mandato no ha sabido actuar como capitán y se ha callado en momentos en los que la ciudadanía necesitaba entender mejor las grandes decisiones. El único de sus discursos que recibió elogios es lo que hizo poco después de que Rusia atacara a Ucrania, cuando habló de un “cambio de época” (zeitenwende en alemán) y anunció una serie de medidas que rompían con la estrategia que Alemania había seguido en muchos ámbitos después del nazismo: detuvo el despliegue del gasoducto Nord Stream 2, se propuso aumentar hasta el 2% del PIB el gasto militar , aprobó el envío inmediato de armas a Ucrania y un fondo militar extraordinario de cien mil millones de euros que supuso la rotura del límite de endeudamiento.
La guerra de Ucrania ha impactado de lleno en su mandato y Scholz quiere sacar rédito de su gestión. Que se le vea como un líder que sabe gestionar crisis. Si en la última campaña sacó pecho de la entrega de ayudas a las empresas afectadas por la pandemia como ministro de Finanzas, ahora se presenta como el canciller “de la paz”, que ha sabido encontrar el equilibrio entre dar apoyo a Ucrania y evitar que Alemania y la OTAN se involucraran en el conflicto sobre el terreno. En 2003, el semanario Die Zeit se inventó la expresión "Sholzomat" para hablar del estilo tecnocrático y sin emociones que caracteriza a Scholz. Veinte años después, el político de Hamburgo se enfrenta al examen más difícil de su carrera y esta actitud le puede costar la segunda oportunidad que tanto desea.