China quiere seguir siendo el amigo de todos en Oriente Medio

El barrio de Tel al Hawa, en la ciudad de Gaza, el 30 de octubre.
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Antes era Ucrania y Rusia, ahora es Israel y Palestina. Cuando empezó la invasión de Putin, muchas voces occidentales pidieron a Xi Jinping que frenara a Moscú. China no hizo nada. Ahora, muchas voces reclaman que Pekín utilice su influencia sobre Irán para evitar que el conflicto en Gaza se descontrole en la región. China, seguramente, tampoco va a hacer nada. Pekín ha repetido el manual que ya usó en Ucrania. En el terreno de las palabras, ha declarado que es un actor externo responsable y neutral –no como Estados Unidos–. Asimismo, apoyó retóricamente un bando: antes Rusia, ahora Palestina.

En el terreno práctico, en cambio, ha decidido no involucrarse en ninguno de los dos conflictos. En la guerra de Ucrania, China no quería ni favorecer indirectamente a Washington apoyando a Zelenski ni enfangarse en una guerra proxy a través de Putin. En el caso de Israel y Palestina, Pekín quiere conservar el delicado equilibrio que, en las últimas décadas, le ha permitido tener buenas relaciones con todos los países de la región, incluidos enemigos como Israel y Palestina, o Arabia Saudí e Irán. China quiere seguir siendo “el amigo de todos” en Oriente Medio.

Sin embargo, a raíz de la guerra actual entre Gaza e Israel, ha dado apoyo retórico al bando palestino. ¿Por qué? Pekín siempre ha secundado diplomáticamente a Palestina. Nunca ha catalogado Hamás de organización terrorista y tampoco ha condenado explícitamente el ataque del 7 de octubre. En Cisjordania tiene buenas relaciones con la Autoridad Palestina. En parte, es un legado del discurso anticolonial que China maoísta blandió durante décadas.

Pero, en términos más actuales, apoyar a Palestina y garantizar una buena relación con los países musulmanes es importante para China de cara a legitimar sus acciones en el Xinjiang. Pekín ha conseguido que la Liga Árabe, la Organización de Cooperación Islámica y decenas de países musulmanes le apoyen a la hora de reprimir la minoría musulmana uigur. Nota personal: cuando visité Xinjiang hace algunos años, el lugar al que más me recordó fueron los Territorios Palestinos Ocupados. El apoyo retórico a la causa palestina también ayuda a China a consolidarse en Oriente Medio como una potencia benévola, alternativa a poderes intervencionistas militares como Estados Unidos y Rusia.

Ésta es la imagen de cara a la galería. En la práctica, Israel ha sido uno de los núcleos de inversión más cruciales de China en Oriente Medio. La tecnología punta israelí ha atraído mucho capital chino, que en los últimos años ha buscado alternativas para hacer frente a las sanciones tecnológicas impuestas por Washington. El interés económico que Palestina puede tener para China, en comparación, es ínfimo. En las últimas décadas, las relaciones diplomáticas entre chinos e israelíes han sido cordiales. A corto plazo –debido a la guerra, el apoyo retórico a Palestina y la presión estadounidense– los lazos sino-israelíes se enfriarán. Pero, a medio y largo plazo, Israel necesitará a China (como también necesitará a Arabia Saudita). Por su parte, China volverá a priorizar a Israel por delante de la mayoría de países musulmanes de la región. La realpolitik, al fin y al cabo, es quien manda en los despachos de Pekín y Jerusalén.

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