Reino Unido

Churchill y 'El puente sobre el río Kwai': Londres arranca las celebraciones por la victoria aliada en 1945

La conmemoración de una "paz duramente ganada" se alargará cuatro días y contrasta con la guerra que sufre Europa 80 años después

Ensayos de las unidades militares entran en el cuartel de Wellington por el Día de la Victoria en Europa a primera hora de la mañana
06/05/2025
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LondresHan tocado las doce del mediodía en el Big Ben y la voz del actor Timothy Spall ha sonado mientras releía un breve fragmento de uno de los discursos más famosos de Winston Churchill. Así se han abierto este lunes las conmemoraciones británicas del 80 aniversario del VE Day (Día de la Victoria en Europa) en la Segunda Guerra Mundial. "Esto no es una victoria de un partido ni de una clase [social]. Es una victoria de la gran nación británica en su conjunto", ha retronado por la megafonía de la avenida de Whitehall, donde se encuentra este cronista, y también por la de otros rincones del centro de la ciudad, desde la plaza del Parlament hasta el palacio de Buckingham.

Que un actor haya abierto las celebraciones del VE Day no es una casualidad. Ni tampoco que la primera marcha militar que se ha oído haya sido la famosa Colonel Bogey March, que se asocia indefectiblemente con Alec Guinness y El puente sobre el río Kwai. Y es que el Reino Unido, al menos el Reino Unido oficial –y todos los medios de comunicación, con la BBC a la cabeza–, ha planteado los cuatro días de conmemoraciones de la efeméride –que culminarán el jueves, 8 de mayo, un día después de que se cumplen exactamente los 80 años de la capitulación incondicional de Alemania frente a los grandes aliados en la ciudad. Del mejor y más acrítico cine bélico, pensado para ser retransmitido por televisión.

Londres. VE Day celebraciones

La Segunda Guerra Mundial sigue viviendo en el imaginario británico como el momento histórico más relevante del siglo XX, y un imperio que ya no existe necesita referirse a él, y tomarse como una mesa de salvación. Y siempre Churchill, claro, en este caso con palabras que remiten al también famoso discurso en el que dijo lo de "This was their finest hour", en junio de 1940, cincuenta días después de haber sido elegido primer ministro. "Preparémonos, pues, para cumplir con nuestro deber, y comportémonos de tal modo que, si el Imperio Británico y su Comunidad de Naciones perduran mil años, los hombres todavía dirán: «Esta fue su hora más gloriosa.

El imperio no ha durado mil años, y justamente por eso fechas como las que se avecinan son aprovechadas para insuflar patriotismo. centro de la capital y la patrulla aérea, que sobrevuela The Mall y el palacio real, mientras los Windsor casi al completo –Enric y Megan no están–, saludan el paso de los aviones Sin los Spitfire, sin embargo, que no pueden volar porque no tienen autonomía suficiente para reunir con el resto de aparatos sobre el canal de la Mà.

Como toda superproducción, además de los protagonistas se necesitan también los extras: los miles de personas –muchas menos que para el entierro de Isabel II, si me dejo guiar por lo que veo en Whitehall– que se han reunido para ver el paso de los soldados, que parecen de juguete de tan reluciente que tienen el uniforme, y para escuchar la música, que enardece la asistencia, pero no el cronista, devoto de los versos de Georges Brassens "Le son de los clairons ni jamás me ha fait lever" , que puede traducirse más o menos libremente por "la música militar nunca me ha hecho levantar".

Y entre los extras con los que hablo están Cliff y Orma Bowering, una pareja canadiense, de la Columbia Británica, que tenían 4 y 2 años, respectivamente, el VEDay. Cliff tiene sólo un recuerdo de ese día: "Fui a la playa, con mis padres". Orma no tiene ninguna. Y hablo también con Andrea, una mujer alemana, nacida en 1969, en un pueblo a una veintena de kilómetros de Dresde. "Para mí, todo esto, la Segunda Guerra Mundial es historia. Pero no para mi madre, que tiene 90 años, y que recuerda con alegría el fin de la guerra porque acabaron los bombardeos". Dresde fue una de las ciudades que más sufrió el castigo aliado. Y la madre de Andrea, entonces con 10 años, todavía lo tiene muy presente.

Tarta con la bandera británica
Fiesta en las calles de Londres por el Día de la Victoria en Europa de Kensington, que conmemora el 80 aniversario en Holland Street, Londres.

Ocho décadas después de aquella victoria, de la que fueron excluidas Catalunya y España, bajo la dictadura franquista con el visto bueno de los aliados, Europa se enfrenta a una muy incierta situación, con la guerra de Ucrania y la amenaza de Putin en el Este, y, también, la de Don.

El primer ministro británico, Keir Starmer, en su mensaje para abrir la conmemoración, ha recordado a todos aquellos que sacrificaron sus vidas por un bien superior. "Este 80 aniversario es un momento de unidad nacional. Un momento para celebrar una paz duramente ganada. Su legado vive todavía hoy en la forma en que nos mantenemos unidos en defensa de los valores por los que lucharon y que nos unen como nación".

Una nación que admira a sus soldados mientras desfilan –menos de media hora, suficientemente decepcionante para los entusiastas– en un día festivo por el centro de Londres, pero que tendría muchos problemas, como el resto de Europa, para enviar tropas a Ucrania para defender la paz, si llega. Una nación que a menudo ha servido intereses militaristas de una Casa Blanca que ahora ha dado la espalda al continente que ayudó –parcialmente– en esa hora incierta. El muy pobre desfile de hoy y los actos de los días que seguirán hablan más de las debilidades presentes que de las fortalezas y sacrificios del pasado.

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