Europa

Todo lo que se esconde tras la llegada de Musk a la política europea

El multimillonario dueño de X y asesor de Trump atiza un cambio de ciclo político global de acento extremista y autoritario

Donald trump y Elon Musk juntos a un mitin
08/01/2025
5 min

LondresHace cinco días, una de las columnistas más reconocidas de Le Monde, Sylvie Kauffmann, ex editora jefe del diario, publicaba un fundamentado texto de opinión que ponía de relieve los riesgos para Europa de la inminente presidencia de Donald Trump: "Incluso antes de la inauguración, el año Trump se ha abierto con una ofensiva antidemocrática y antieuropea liderada por [Elon] Musk", podía leerse.

Los objetivos declarados de este empuje, sostenía Kauffmann, son los mismos que Trump ponía en la diana de su Twitter, con mayúsculas y groserías, durante el primer mandato: "Los líderes de los principales países europeos aliados con EEUU, preferentemente socialdemócratas". Eran éstos los que estaban "al frente de la lista de caza". El preocupante resumen que hacía el articulista de las prácticas del magnate de la red X es que pretende "interferir en campañas electorales mediante la desinformación, financiación de partidos extremistas o campañas de desprestigio para desestabilizar los regímenes democráticos" europeos. Un método, añadía, "en el que el Kremlin sobresale". Y Kauffmann sabe de lo que habla, porque había sido corresponsal en Moscú.

Desde el primer día del año, Elon Musk no ha parado de comentar la actualidad política europea –no lo ha dejado de hacer a lo largo de toda la campaña para la Casa Blanca–, lanzando dardos con especial malvolenza contra el primer ministro británico, Keir Starmer. En el premier lo tiene entre ceja y ceja desde el pasado verano, de hecho. Starmer reaccionó el lunes, para parar los pies a aquellos que "están difundiendo mentiras y desinformación" a través de X. Con todo, el jefe de gobierno no mencionó el nombre del "tecnoautoritario", como lo definió el jefe del Financial Times en Estados Unidos Edward Luce, en un artículo de agosto del año pasado.

Pero como Musk siempre debe decir la última palabra, esta madrugada se ha vuelto a ello. Y ha calificado a Starmer de "malvado" por su sugerencia –una interpretación sesgada que no se ajusta a la literalidad de las palabras. del premier– que quienes pedían una comisión de investigación nacional sobre las bandas de acoso contra chicas blancas que actuaron entre 1997 y 2013 en Reino Unido estaban haciendo de amplificadores de la extrema derecha. "Si proteger a los niños hace que seas fascista, que así sea", remachó Musk.

Cruzada antieuropea

Las intenciones de Musk con el ruido en la red y los ataques a Starmer que recogen otros medios, y que han llegado al Parlamento de Westminster este lunes, coinciden con lo que decía Sylvie Kauffmann. El dueño de X, de Tesla y el hombre más rico del mundo parece haber emprendido una cruzada "antidemocrática y antieuropea". Y, en el caso del Reino Unido, también antiinmigración, como la de Trump en Estados Unidos.

Porque este martes, uno de los hombres fuertes del Partido Conservador, Robert Jenrick, ministro de Justicia en la sombra, ha identificado "millones de personas que han entrado en Reino Unido en los últimos años [con] actitudes atrasadas, francamente medievales , hacia las mujeres". Jenrick nunca movió un dedo mientras fue secretario de estado de Interior por las víctimas de esas bandas de gángsters que ahora causan su indignación y la de Elon Musk.

Tanto empeñado está por el caso el magnate, que ayer lunes preguntaba a través de una encuesta a X si "América debería liberar al pueblo de Gran Bretaña de su gobierno tiránico". Una pregunta que, en el mejor de los casos, sólo puede ser calificada de ocurrencia y que ignora el mandato recogido en las urnas por el Partido Laborista en las elecciones del 4 de julio. Como una ocurrencia próxima al delirio fue pedir al rey Carlos III, el 3 de enero, también desde X, que disolviera el Parlamento y convocara elecciones.

Si el asesor más importante de Trump desconoce los fundamentos del sistema constitucional británico, las relaciones a ambos lados del Atlántico pueden ser muy tormentosas a partir del 20 de enero. Musk, en todo caso, también ha añadido que "no sería una mala idea" de que el país se convirtiera en un estado más de EEUU, como ha sugerido Trump para Canadá. Casi dos millones de personas respondieron a su encuesta.

Los también reiterados estirabotes de Musk contra el canciller alemán Olaf Scholz –"un loco incompetente"– recuerdan a los de Trump contra Angela Merkel. Y el noviazgo con la líder de extrema derecha Alice Weidel, de Alternativa para Alemania (AfD) –"la última chispa de esperanza"–, con la que mantendrá una entrevista en directo en X este jueves, han inquietado tanto a Emmanuel Macron como a la Comisión Europea o al primer ministro noruego, Jonas Gahr Støre, que debe someterse a elecciones en septiembre.

Un cortejo igual ha protagonizado el multimillonario con la cabeza ultra británica Nigel Farage, del que ya se ha cansado –no parece que tenga que darle los cien millones de dólares que le hizo oler–, porque ha preferido apoyar a un líder aún más radical, Tommy Robinson, un xenófobo y racista de manual, cuatro veces encarcelado, entre otros delitos, por desacato a un tribunal del Reino Unido por contribuir a hundir un caso judicial de los abusos sexuales contra menores que tanto preocupan en Musk.

Intereses comerciales

¿La guerra de Musk contra Europa tiene algo que ver con sus intereses comerciales, tal vez? Algunos datos podrían aclarar la pregunta. Europa lanzó a mediados de diciembre su programa espacial más ambicioso en una década, la constelación multiórbita Iris², firmando un contrato para construir una red de satélites por valor de 10.600 millones de euros. Una red que es competencia directa de Starlink de Musk. Una alternativa de conectividad de alta velocidad para los gobiernos y ciudadanos europeos. Éste es el tercer gran proyecto de infraestructura de Europa en el espacio tras el sistema de navegación Galileo y Copérnico, la red de observación de la Tierra más grande del mundo.

Pero Musk tiene grandes admiradores en Europa. No sólo Viktor Orbán, el populista primer ministro húngaro, sino también la primera ministra italiana Giorgia Meloni, quien vive una luna de miel con Trump antes de su entrada en la Casa Blanca. Meloni ha dicho que Musk es un "amigo personal" y le ha elogiado por su "ingenio precioso", mientras que, a su vez, Musk la ha alabado por hacer "un trabajo increíble" y ser "auténtico, honesta y veraz" ". Musk fue el negociador de la reunión improvisada de Meloni con Trump en Mar-a-Lago el pasado fin de semana. El gobierno italiano negocia en estos momentos, con críticas feroces de la oposición, un supuesto contrato de 1.500 millones de euros con Musk para servicios de comunicaciones en el estado provistos por SpaceX, uno de los juguetes empresariales del empresario sur -africano.

Pero ni un crítico como en las últimas 24 horas ha sido Macron –tampoco Scholz– ha podido escapar de los negocios de Musk, al que recibió en el 2023 en el palacio presidencial y en Versalles. En Nantes, en la orilla del Loira, Tesla construye una instalación para almacenar baterías de sus vehículos. Con estirabots o con negocios, o con ambas cosas a la vez, parece imposible escapar del poder de Elon Musk.

stats