¿Cuál es el futuro de la Iglesia católica?

Europa ya no es el corazón del catolicismo y la Iglesia ve el futuro en África y en Asia, tal y como intuyó el papa Francisco

Empieza el cónclave en el Vaticano
03/05/2025
4 min

RomaEn el corazón del barrio del Trastevere, una hilera de luces esconde la puerta de un restaurante muy acogedor. La estructura, dividida en tres naves, conserva algunos vestigios de los antiguos frescos que decoraban las paredes e incluso el fregadero del agua bendita. El espacio por el que hoy corren los camareros para atender a los turistas fue, en su día, la iglesia de Santa María de la Clemencia. Sí, también en Roma, y ​​no lejos del Vaticano, numerosos templos se han convertido en museos, bibliotecas... y restaurantes.

No es ninguna novedad: la población católica en Europa disminuye a igual velocidad que aumenta en otras partes del mundo. El Viejo Continente perdió cerca de medio millón de católicos en el último año; unas iglesias vacías que contrastan con las del continente africano, que acoge ya el 20% de los 1.400 millones de católicos que existen en el mundo. A la vista de los datos oficiales, no parece casual que hasta tres de los papables mejor posicionados para suceder a Francisco sean, precisamente, africanos: el cardenal Peter Turkson (76), de Ghana; el prelado congoleño Fridolin Ambongo (65), y el guineano Robert Sarah (79), una de las voces más autorizadas en cuestiones litúrgicas y líder de la corriente tradicionalista contraria a las reformas impulsadas por Francisco, como la bendición a las parejas del mismo sexo.

Francisco, el primer papa latinoamericano, sabía mejor que nadie que el futuro de la Iglesia estaba lejos de Roma, por lo que durante su pontificado visitó una decena de países africanos —de Marruecos en Egipto, pasando por Kenia, Uganda, Congo o Sudán del Sur—. Sin embargo, no puso los pies en capitales europeas como París o Madrid. El papa "venido del fin del mundo" desplazó el eje del cristianismo hacia las periferias del planeta. África y también Asia, donde vive uno de cada nueve católicos, dejaron de ser territorios de misión para convertirse en el corazón de una comunidad que sufre un fuerte declive y que está amenazada por la creciente secularización y el auge de otras religiones. Éste será uno de los principales retos que deberá afrontar en el futuro, tal como recuerda en el ARA Francesco Sisci, docente experto en relaciones entre China y el Vaticano.

El papa Francisco durante un viaje a una República Centroafricana en guerra.

"Es necesario que la Iglesia católica reflexione sobre por qué tantas personas abandonan el catolicismo para convertirse en la Iglesia evangélica –advierte el experto sinólogo–. Convertirse es un trabajo, y si estas personas lo hacen es porque están interesadas en la religión, pero quizás la Iglesia católica las Latina. Es el mismo reto que se presenta en África, donde los católicos crecen, pero los evangélicos aún más", apunta.

Francesco Sisci, que vivió durante décadas en Pekín, y que fue el autor de la primera entrevista de un papa en un medio de comunicación chino, en el 2016, reconoce que los pasos dados durante el pontificado de Francisco para reforzar la influencia de la Iglesia católica en Asia son importantes, pero advierte que "si no crece, en los próximos cien años podría acabar siendo irrelevante".

La verdad es que la Iglesia católica es aún minoritaria en el continente asiático. Apenas representa a un 3% de la población, con la excepción de Corea del Sur, Vietnam y sobre todo Filipinas, el país con más católicos de Asia, donde Francisco era venerado casi como una estrella de rock. No es raro en un lugar donde "es habitual encontrar capillas en los centros comerciales", explica el sacerdote Gregory Ramon D. Gastón, párroco del Colegio Pontificio Filipino en Roma.

Las intenciones de Francisco

Francisco visitó Asia varias veces, la última durante el verano del 2024 –pasó por Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur–, el viaje apostólico más largo de su pontificado. También creó varios cardenales asiáticos y les confió roles de primer nivel en la curia vaticana, el gobierno de la Iglesia católica. Entre ellos se encuentra uno de los favoritos para sucederle, el filipino de origen chino Luis Antonio Tagle (67), al que Francisco consideraba el mejor intermediario para abrazar a los católicos de Extremo Oriente.

El Papa que imploraba derribar muros y levantar puentes orientó la brújula hacia la Iglesia del futuro, normalizando las relaciones entre Pekín y el Vaticano casi 70 años después de que la China comunista de Mao Zedong rompiera las relaciones diplomáticas con la Santa Sede. El histórico acuerdo pastoral —no político— alcanzado en 2018 ha permitido a ambas partes participar en el nombramiento de obispos. Hasta entonces los casi 12 millones de católicos chinos debían elegir entre unirse a la Asociación Católica Patriótica, controlada por el Estado, oa las iglesias clandestinas leales al Papa y perseguidas por el régimen.

Los cardenales durante la misa.

El problema es que el acuerdo, impulsado por el secretario de Estado Pietro Parolin, ha sido muy criticado por un sector de la Iglesia que considera que Francisco hizo demasiadas concesiones, y hay riesgo de que el próximo papa las frene o incluso que dé marcha atrás. "La situación es incierta –reconoce Francesco Sisci–. El acuerdo ha sido positivo, pero el Vaticano quizás esperaba pasos más importantes y algunos cardenales creen que vale la pena romperlo. En mi opinión, sería un error".

La supervivencia del acuerdo, así como la de la propia Iglesia, dependerá de quien sea el próximo en sentarse en el Trono de San Pedro. "Benedicto XVI y Francisco han creado una fuerte discontinuidad entre ellos, y esa oscilación tan radical me hace pensar que la Iglesia quizás todavía no ha encontrado un equilibrio –apunta Sisci–. Los cardenales aún no saben qué Iglesia quieren para el futuro".

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