Quien es Geneviève Jeanningros, la monja que se ha saltado el protocolo para rezar frente al féretro del Papa
El Vaticano calcula que a última hora de la tarde casi 20.000 personas habían pasado por la capilla ardiente del pontífice instalada en la basílica de San Pedro
RomaMiles de personas han empezado a acceder este miércoles a la capilla ardiente instalada en la basílica de Sant Pere para decir el último adiós al papa Francisco. Mientras los cardenales presentes en Roma y los colaboradores más cercanos de Francisco, como su enfermero personal, Massimo Strappetti, decían el último adiós a Francisco uno por uno, una pequeña mujer, con una mochila sobre los hombros, se ha saltado el protocolo y se ha colado en primera fila discretamente para rezar ante el ataúd. Se trataba de Geneviève Jeanningros, una monja de 81 años, perteneciente a la orden de las Hermanitas de Jesús, que fue una gran amiga del papa.
Siempre comprometida con los más desfavorecidos de Roma, la religiosa francesa, sobrina de otra monja asesinada durante la dictadura argentina, se dedica desde hace más de medio siglo a ayudar a mujeres transexuales, prostitutas y trabajadores del circo en varias localidades de la costa romana.
En 2020, en plena pandemia, consiguió que el pontífice, a través del limosnero vaticano, enviara ayuda a esta comunidad que no podía trabajar. Y varios meses después acompañó a dos prostitutas a una audiencia de los miércoles en el Vaticano para que conocieran al papa. Con razón, el pontífice se refería a ello como "enfant terrible".
Horas de cola bajo el sol
El ataúd del pontífice, muerto el lunes a los 88 años, ha sido trasladado esta mañana desde la capilla de su residencia a la Casa de Santa Marta, el hotel para religiosos en el que residió desde su elección en el 2013. Francisco ya descansa en un sencillo ataúd de madera, revestido de zinc y terciopelo rojo. Sin catafalco ni embalsamamiento, sin frisos ni bordados. Fue el último deseo del pontífice argentino, que quería ser despedido de forma sobria.
Los restos mortales del pontífice llevados a hombros por los sediarios pontificios y escoltados por la Guardia Suiza han sido trasladados hasta la basílica vaticana en una procesión solemne que ha recorrido la plaza de Santa Marta, la plaza de los Protomàrtirs Romans y has traves de la fieles que esperaban desde hacía horas a las puertas de la basílica le recibían con aplausos.
El féretro abierto se ha instalado a las 9.30 h delante del imponente baldaquino barroco de la basílica, delante de la tumba de San Pedro y delante del imponente baldaquino de Bernini; con el rosario entre las manos y la casulla roja. Mientras, en el interior de la basílica se han ido colocando los obispos y cardenales, así como el personal del Vaticano para escuchar la liturgia de la Palabra oficiada por el cardenal camarlengo, Kevin Farrell.
Antes de abrir la capilla ardiente al público, el cardenal camarlengo ha lanzado agua bendita sobre el féretro de Francisco y ha pronunciado ante los presentes unas palabras según las disposiciones delOrdo exsequiarum romani pontificios que el propio pontífice argentino modificó: "Con gran conmoción acompañamos los restos de nuestro amado papa Francisco desde esta capilla a la basílica vaticana, donde ha ejercido su ministerio como obispo de la iglesia de Roma y apóstol de la iglesia universal".
Fuera de la basílica de San Pedro, miles de personas esperaban haciendo colas de hasta cuatro horas que llegara su turno para poder acceder y saludar por última vez al pontífice argentino. Con un silencio respetuoso, los fieles entraban por la Puerta Santa y se dirigían hacia la nave central de forma ordenada. Apenas tenían un momento para detenerse delante del féretro y presentar sus respetos a Francisco; un saludo rápido y que pase lo siguiente.
Una ha sido la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni. La mandataria transalpina, vestida completamente de negro, llegó ante el ataúd por la tarde y rezó unos instantes ante el cuerpo del papa argentino. "Lo último que me dijo fue que no perdiera el sentido del humor", ha comentado en la salida.
Las autoridades, en alerta por la afluencia
El Vaticano calcula que hasta el anochecer habían pasado casi 20.000 personas y ya piensa ampliar el horario de la capilla ardiente más allá de medianoche.
Un día antes de que se abriera la capilla ardiente, por la plaza de Sant Pere habían pasado al menos 50.000 personas y en todo el área se habían concentrado cerca de 100.000, según cifras oficiales del ministerio del Interior italiano. Las autoridades transalpinas estiman que el número de personas aumentará a medida que se acerque la fecha del funeral, que se celebrará el sábado. Para el entierro, aguardan la presencia de más de 200.000 fieles así como entre 150 y 170 delegaciones extranjeras con numerosos jefes de estado y de gobierno que ya han confirmado la asistencia.
Ante la marea humana prevista, las autoridades italianas han puesto en marcha un dispositivo de máxima seguridad que desplegará alrededor de 4.000 agentes de seguridad en Roma –entre policía, carabineros y guardia de financiación– y extenderá una zona de exclusión aérea.