La izquierda griega busca líder (de nuevo)
Syriza se enfrenta a una de sus crisis más importantes de los últimos años
AtenasLos efectos personales de Stefanos Kasselakis, hasta hace unos días líder de Syriza, ya no están en el séptimo piso de la oficina que el partido tiene en la plaza Koumoundourou, en Atenas. Elegido no hace ni un año en medio de varias polémicas, el ex asesor de Goldman Sachs sufrió hace dos semanas una moción de censura que prosperó, así que el partido de izquierdas vuelve a estar sin líder. Los próximos pasos ya están claros: la ejecutiva de la formación ha decidido convocar un congreso extraordinario para el fin de semana del 1 al 3 de noviembre con la intención de pautar una hoja de ruta y presentar a los candidatos a las primarias. Éstas, por otra parte, se celebrarán el 24 de noviembre y, si fuera necesaria una segunda ronda, el 1 de diciembre. Pesos pesados de la formación como Pavlos Polakis o el actor Apostolos Glentzos ya han dicho que quieren ser candidatos.
La moción de censura, liderada por el "grupo de los 87" (partidarios del ex primer ministro y exlíder de la formación Alexis Tsipras) y fomentada por uno de los históricos del partido, Pavlos Polakis, logró la mitad de los votos y finalmente han conseguido lo que llevaba tiempo buscando: derribar al líder. Si hubiera hecho caso a las voces que le habían recomendado la convocatoria de elecciones anticipadas en el partido, Kasselakis no habría tenido que hacer frente a esta situación e incluso podría haberse planteado una reelección. No ha sido así, y ahora fuentes cercanas al partido ven poco probable que siga dentro de la formación. También resulta improbable la formación de un nuevo partido y en Grecia se especula con su salida de la vida política.
Ante esta nueva crisis, la enésima del partido en los últimos años, ya hay quien se frota las manos: el gran beneficiado de todo es el partido que gobierna, Nueva Democracia, que ve como el principal partido de la oposición se hunde. También los socialdemócratas del Pasok podrían beneficiarse de esta crisis y recuperar una parte del electorado, perdida a partir de 2015. Los de Nikos Androulakis, sin embargo, también están inmersos en un proceso de reconsideración de los liderazgos, y la primera ronda de las primarias tendrá lugar el 6 de noviembre. En los últimos meses, Syriza y el Pasok han acortado distancias, y en las encuestas los socialdemócratas ya ocupan el segundo puesto. El resultado de las pasadas elecciones europeas, celebradas el 9 de junio, no deja lugar a la duda: Syriza obtuvo el 14,92% de los votos y el Pasok, el 12,79%. Nueva Democracia arrasó con el 28,31%.
Un año de tensiones y descenso
Con un perfil poco habitual –emprendedor e inversor naviero crecido en Estados Unidos, con tan sólo un mes de militancia en la formación– la elección de Kasselakis por parte de las bases del partido fue, ya desde la primera ronda de las primarias , polémica. Para una parte importante del partido siempre fue visto como un paracaidista, outsider con poca idea de política; para otros, el hecho de que no formara parte de la "familia Syriza" fue visto como una buena posibilidad para regenerar un partido en caída libre tras las elecciones generales de 2023, cuando perdió la mitad de los votos. Un partido que, por su parte, también ha perdido sus postulados de la izquierda radical y se ha movido hacia posiciones más conservadoras de centro.
A lo largo de todos estos meses al frente de la formación, Kasselakis ha tenido que enfrentarse a varios retos. El primero se produjo tan sólo dos meses después de ser escogido: la que había sido ministra de Trabajo (2016-2019) durante el gobierno de Tsipras y mano derecha de éste, Efi Akhtsioglou, principal contrincante de Kasselakis durante las primarias, salía del partido, junto con otros diez diputados, y cofundaba otro: Nova Esquerra. A partir de ahí, se inicia la caída en picado del reinado de Kasselakis, que había prometido recuperar la identidad del partido y articular un nuevo discurso basado en la cohesión y la unidad. También ha tenido que ver cómo Kyriakos Mitsotakis, primer ministro de Grecia y líder de los conservadores de Nueva Democracia, conseguía un hito histórico para el país heleno: aprobar la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. Ésta había sido una de las promesas y reivindicaciones de Kasselakis, que pertenece al colectivo LGBTIQ+.