4a. Conferencia Política Europea

Keir Starmer muestra en Europa que Reino Unido vuelve a ser un socio fiable

El 'premier' acoge la cuarta conferencia política del continente, que centra el foco en Ucrania y la lucha contra el tráfico de migrantes

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Foto de la familia de la cuarta cumbre de la Conferencia Política Europea, celebrada en Reino Unido este jueves.

LondresEl azar en ocasiones envía mensajes no previstos pero oportunos. La reunión de la Comunidad Política Europea que el primer ministro británico, Keir Starmer, acogió este jueves en el condado de Oxford, a unos cien kilómetros de Londres, tuvo lugar en el palacio de Blenheim, el lugar de nacimiento de Winston Churchill. Y, desde este lugar cargado de significado histórico, Starmer ha pregonado a una cuarentena larga de líderes europeos que Reino Unido ha vuelto: "Será un amigo y un socio dispuesto a trabajar conjuntamente, que no forma parte de la Unión Europea pero sí de Europa".

En otras palabras, el Brexit no es historia, es una realidad palmaria, y su gobierno no reabrirá el debate, pero la determinación del nuevo ejecutivo es europeísta. "No debemos centrarnos en las diferencias entre nosotros, sino en los valores que compartimos", ha defendido Starmer.

En uno famoso discurso sobre los Estados Unidos de Europa, el 18 de septiembre de 1946, el Viejo León pidió una mayor cooperación entre Francia y Alemania para poner fin a las guerras que habían devastado el continente en los siglos anteriores y especialmente en los años comprendidos entre 1914-18 y 1939-45. Estados Unidos de Europa –"o el nombre que tomen", en palabras de Churchill– no contarían con el Reino Unido como uno de sus integrantes –entonces ya como faro de la Commonwealth en tanto que nos ideal para vehicular sus intereses postcoloniales–, pero sí como uno de los socios más firmes.

Keir Starmer y Volodímir Zelenski en el exterior del palacio de Blenheim.
Giorgia Meloni, primera ministra italiana, y el primer ministro albanés, Edi Rama.

Forzado por las circunstancias del divorcio con la UE, del que nunca fue partidario, Starmer ha hecho una declaración que, de algún modo, recoge el testigo de Churchill, y que de momento está lo más cerca que el gobierno de Londres quiere situarse de Bruselas. Él lugar de encuentro de la cumbre lo había elegido el anterior gobierno (conservador y brexiter), pero bienvenido el azar, que ha permitido a Starmer, implícitamente, evocar el espíritu de Churchill, muy probablemente con mayor énfasis de lo que debería hecho Rishi Sunak. No por casualidad, el premier ha asegurado que su país, bajo su liderazgo, nunca abandonaría la Convención Europea de Derechos Humanos, una posibilidad que los conservadores habían puesto sobre la mesa.

La seguridad del este

Existen retos comunes más allá de la Unión para toda la comunidad europea. Y en un Downing Street que no quiere más aislamiento, ni tampoco parecer que se cierra sobre sí mismo, son perfectamente conscientes de ello.

El primero, tal vez existencial para el futuro de las democracias del continente, es Ucrania. Ya lo hace notar la reunión de la Comunidad Política Europea, que nació hace dos años bajo el patrocinio del presidente francés, Emmanuel Macron, para poner en común cuáles eran las implicaciones geoestratégicas de la invasión de Vladimir Putin. En ese momento, Macron ostentaba la presidencia rotatoria del Consejo de la UE. El segundo encuentro tuvo lugar en Moldavia, país que tiene en la nuca el aliento de Putin, y el tercero se celebró en Granada, durante la presidencia española de la UE, el segundo semestre del año pasado.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, no ha faltado en la cumbre de Londres y ha transmitido a Starmer y al resto de mandatarios, entre ellos el secretario saliente de la OTAN, Jens Stoltenberg, que "Ucrania necesita más defensa aérea, y la necesita antes de que comience el nuevo curso escolar".

A pesar de la presencia del húngaro Viktor Orbán, que recientemente se ha reunido con Putin en Moscú y con Donald Trump en Florida, en calidad de presidente rotatorio de la Unión, las palabras de Starmer y de la mayoría de líderes asistentes al encuentro han sido de apoyo incondicional a Kiiv. Pero, con un más que posible relevo en la Casa Blanca, la incertidumbre sobre la habilidad europea de seguir sosteniendo el esfuerzo bélico de Washington, supliendo un bajón del envío de armas de Estados Unidos, está en entredicho.

De la reunión de la Comunidad Política Europea no debe surgir ninguna comunidad, pero sí que es el foro ideal para mantener contactos bilaterales y hablar informalmente entre líderes, y al mismo tiempo para plantear cuestiones que cada mandatario quiere reivindicar por su agenda interna. En el caso de Reino Unido, la inmigración ha tenido un espacio destacado. Starmer se ha referido a ello tanto en los encuentros con el presidente Macron como con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Y, si bien puso el punto de mira en las bandas de traficantes de personas que se aprovechan su desesperación, también admitió que "hay que reconocer la raíz de las causas". "Sabemos que son conflictos, cambio climático, pobreza extrema [...]. Las decisiones que toman las personas de abandonar sus hogares no pueden separarse de la desigualdad global", ha afirmado.

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