Héctor Sánchez Margalef

¿Es Marine Le Pen el techo de la derecha radical?

BarcelonaEl pasado domingo la sorpresa en Francia fue mayúscula. Ni la izquierda del Nuevo Frente Popular (NFP) ni la derecha radical de Reagrupament Nacional (RN) se esperaban el veredicto que emitieron las urnas. El momento de euforia y decepción que vivieron sus respectivos líderes al hacerse públicos los sondeos a pie de urna puede hacer pensar que la derrotada de la noche fue Marine Le Pen. Sin embargo, si se miran los resultados con detenimiento, se observan los movimientos de los partidos ultras a escala europea y se analiza el contexto internacional, la conclusión es otra.

Reagrupament Nacional obtuvo el 33,21% de los votos en la primera vuelta y el 37,06% en la segunda. Sacó casi 20 puntos porcentuales más de votos que en 2022 y fue la opción de más de 10 millones de franceses. La tercera posición se explica por los desistimientos de cara a la segunda vuelta. El Frente Popular sacó algo más de 7 millones de votos y, sin embargo, quedó como primera fuerza. Los aliados del presidente Macron, Juntos por la República (Ensemble), que participaron de los desistimientos, también sacaron menos votos (6 millones) que el RN. Sin embargo, el NFP necesitó la alianza entre cuatro partidos para presentar una alternativa capaz de disputar la victoria en el RN y una movilización extraordinaria que no se veía desde el año 1997. Marine Le Pen, la noche electoral, dijo que tenía demasiada experiencia para estar decepcionada en unas elecciones en las que casi ha doblado su representación.

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Durante la campaña de las legislativas francesas, la derecha radical se ha reagrupado en el Parlamento Europeo. El grupo que lideraba la RN, Identidad y Democracia, quedó herido de muerte cuando uno de los candidatos de Alternativa por Alemania (AfD) blanqueó, abiertamente, al nazismo. La RN, tras las elecciones a la Eurocámara, no hizo el gesto de unirse a ningún grupo, aunque era la mayor delegación, con 30 eurodiputados.

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Que sólo al conocerse los resultados en las elecciones francesas el eurodiputado Jordan Bardella anunciara que'RN se uniría a un gran grupo en el Parlamento Europeo demuestra hasta qué punto no querían hacerlo público durante la campaña. Había que distanciarse de AfD por motivos evidentes y, finalmente, han decidido unirse al grupo patrocinado por Orbán –afín al Kremlin y de los más radicales–, y diferenciándose de Giorgia Meloni, que ha flirteado con el Partido Popular Europeo. El grupo Patriotes por Europa se ha convertido en el tercer grupo de la cámara y el primero de la derecha radical. Sin embargo, que los grupos ultras en el Parlamento Europeo hayan pasado de dos a tres, no puede esconder el hecho de que los parlamentarios de estas fuerzas "sólo" son un 2% más que la anterior legislatura y no tienen capacidad de bloquear el proceso legislativo ordinario.

Respuestas al malestar

A escala global, parece ser la internacional reaccionaria quien marca la agenda y tiene momentum. En los países de la UE, están representados en la mayoría de parlamentos nacionales y la reelección de Donald Trump en noviembre puede ser la guinda del pastel. Asimismo, aumentan los ciudadanos de sociedades democráticas que dicen en las encuestas que la democracia no les satisface y que estarían dispuestos a aceptar gobiernos más autoritarios a cambio de mayor prosperidad económica.

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De hecho, los motivos que alimentan a los votantes de estas formaciones siguen presentes. La incertidumbre por el futuro, la inseguridad económica y la percepción de que las sociedades cada vez más diversas representan una amenaza son problemáticas que, reales o percibidas, existen y no se han dirigido correctamente al menos desde la crisis financiera de 2008.

Es posible que Le Pen y la derecha radical no hayan tocado techo todavía. No paran de crecer elección tras elección, comandan al grupo más numeroso en la Eurocámara y los motivos globales que les hacen avanzar electoralmente siguen vigentes. Así lo cree también Le Pen, quien la noche de las elecciones declaró "Nuestra victoria sólo se ha aplazado". Puede que, si todo sigue como hasta ahora, tenga razón. La victoria lepenista y de sus aliados no es inevitable. Depende de que el resto de partidos respondan con políticas públicas que dirijan el malestar y las preocupaciones de la ciudadanía.

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