Mélenchon, el 'nuevo' líder de la izquierda francesa

Tercero en la primera vuelta, el candidato de La Francia Insumisa ha reagrupado la mayor parte del voto progresista

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Jean-Luc Melenchon

París"¡La lucha continúa!”, gritaba Jean-Luc Mélenchon el pasado domingo por la noche, cuando los primeros resultados de la primera vuelta de la elección presidencial de Francia lo situaban en tercera posición, por detrás del presidente, Emmanuel Macron, y de la líder de extrema derecha, Marine Le Pen. El líder de La Francia Insumisa, con el 22% de los votos, muy cerca de Le Pen (23,1%), se había quedado a las puertas de pasar a la segunda vuelta y poder soñar con ser presidente de la República. Para Mélenchon, de 72 años y con una larga carrera política detrás, podía ser su última carrera presidencial. Pero la noche electoral prometió que continuará batallando para que la izquierda –sometida a una crisis profunda– recupere espacio político. “No hay nada perdido hasta el último momento”, es uno de sus lemas.

Con los partidos de los socialistas y de los Verdes hundidos en las urnas, el líder considerado de izquierda radical –es de la familia política de Podemos– ha conseguido aglutinar buena parte del voto del electorado progresista con propuestas como rebajar la edad de jubilación a los 60 años, aumentar el salario mínimo hasta los 1.400 euros netos o reformar la Constitución de arriba abajo para fundar la Sexta República. Mélenchon no consiguió pasar a la segunda vuelta, pero es el ganador moral de unas elecciones que han certificado un cambio en el mapa político francés, del cual los partidos tradicionales prácticamente ha quedado borrados. Es el nuevo líder de la izquierda francesa.

Mélenchon, nacido en Tánger cuando era un territorio internacional y nieto de españoles de Murcia y Alicante –su apellido original es Melenchón– ha dado muchos tumbos por la política. Ya instalado en Francia con su familia, vivió en primera persona las manifestaciones de Mayo del 68, fue trotskista y finalmente se acabó afiliando al Partido Socialista francés en 1977. Mélenchon ha sido diputado, senador y eurodiputado, y fue ministro del Ensenyament Professional en el gobierno del socialista Lionel Jospin. Pero el líder insumiso siempre había estado en el ala más izquierda de los socialistas, partido que acaba abandonando para liderar un frente común de extrema izquierda para presentarse a las elecciones presidenciales de 2012. “Romper con el sistema también es romper con el Partido Socialista”, afirmó Melénchon en una entrevista a Le Monde

Próximo a Podemos y Syriza

Cuatro años después creó su propio partido, La Francia Insumisa. En España, ya había nacido Podemos, partido surgido del movimiento del 15-M, y en Grecia Syriza –presentado como un partido antiausteridad en la Europa poscrisis financiera– había ganado las elecciones. Mélenchon también se identificó con la formación alemana Die Linke (La izquierda). La Francia Insumisa de Mélenchon mantiene lazos muy estrechos con Podemos y con En Comú Podem. Cuando hay elecciones en España o en Catalunya, es habitual verlo acompañando y participando en los mítines –en un castellano perfecto con un leve acento latinoamericano– junto a los líderes de la formación lila. En 2018 pidió la liberación de los presos políticos catalanes y calificó la situación de "inaceptable" e "increíble".

Su acento de América Latina tiene que ver con las largas temporadas que ha pasado en países como Chile, Argentina y México, y su amor por la región. “América Latina es un lugar donde la palabra revolución no da miedo”, dice Mélenchon. De hecho, la prensa francesa asegura que el líder insumiso siente una profunda fascinación por Latinoamérica y que, más allá de partidos como Podemos, Syriza o Die Linke, es su verdadera fuente de inspiración política. Mélenchon había llegado a participar en mítines del expresidente de Venezuela Hugo Chávez, muerto en 2013, y es habitual que sea recibido por sus presidentes cuando visita un país latinoamericano.

Periodista y francmasón

Mélenchon es licenciado en filosofía y antes de dar el salto a la política se dedicó al periodismo. Separado y con una hija y una nieta, de su vida privada se sabe poca cosa –siempre reivindica el derecho a la intimidad de su familia–, pero ya hace tiempo que trascendió un detalle curioso: es francmasón. Después de las elecciones presidenciales, su futuro es una incógnita. Algunos medios han apuntado a la posibilidad de que antes de que acabe el año abandone la política, pero si el 24 de abril gana Le Pen se lo podría repensar. La lucha continúa.

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