El ataque ruso a Ucrania

Miles de drones sobrevuelan Ucrania, y así deciden la guerra

Kiev opera con aparatos turcos y Moscú con iraníes

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Agentes de policía ucranianos inspeccionan un dron ruso abatido a la zona de un instituto de investigación, parte de la Academia Nacional de Ciencias de Ucrania.

BarcelonaMiles de drones sobrevuelan ahora mismo el cielo de Ucrania y se han convertido en un arma tan barata como imprescindible para los dos bandos. Los hay de todo tipo: los que llevan bombas (algunos llamados kamikazes porque se estrellan contra el objetivo), los que van equipados con cámaras para localizar posiciones enemigas o los que se utilizan para guiar los ataques de artillería. Algunos del tamaño de un avión y otros que parecen de juguete. Propiamente militares o comerciales reutilizados en el campo de batalla. Además de los aparatos no tripulados hechos en Rusia y Estados Unidos, encontramos unos de fabricantes no convencionales: la estrella de los drones ucranianos es producción turca, mientras que Rusia últimamente confía en los drones hechos en Irán. Son una de las claves del éxito de la contraofensiva ucraniana en los frentes del sur y el este. También el Kremlin ha recurrido a ellos en la última oleada de ataques contra ciudades ucranianas, como ha vuelto a pasar esta madrugada en la región de Kiev.

¿Qué drones tienen Ucrania y Rusia?

Al principio de la invasión rusa, en febrero, pocos se esperaban que la cincuentena de drones Bayraktar TB2 fabricados en Turquía (con un coste por unidad de unos dos millones de euros) de los que disponía el ejército ucraniano sobrevivieran a los primeros días de la embestida del Kremlin. Pero ocho meses después se constata que han sido muy útiles para abrir el camino a los batallones enviados por Kiev a recuperar Jerson, la primera gran ciudad que cayó en manos rusas. Los ucranianos también disponen de drones suicidas Switchblade 300 proveídos por Washington, que son básicamente aparatos comerciales útiles en misiones de reconocimiento. La versión de combate (el modelo 600) prometida por Joe Biden tardará todavía meses en llegar a manos de los comandantes militares de Kiev.

Edificio residencial muy dañado durante un ataque militar ruso en Nikolaiev, Ucrania, el 13 de octubre de 2022.

Cuando empezó la guerra, Rusia desplegó principalmente drones Orlan-10 fabricados en San Petersburgo, que también tienen cámaras y pueden lanzar misiles. "Moscú tenía algunos millares, pero ahora solo le quedan unos centenares", apunta Jack Watling, analista militar de Royal United Services Institute de Londres. El ejército ruso empezó a usar en agosto drones de fabricación iraní, particularmente el modelo Shahed-136, un modelo conocido como kamikaze. Teherán niega habérselos proveído, pero su uso está muy documentado en Ucrania. Transporta un misil de hasta 40 kilos y se puede lanzar desde un camión. Es un modelo muy básico y barato (cada unidad cuesta unos 20.000 euros) y se utiliza como si fuera un enjambre de abejas. "Se trata de lanzarlos en masa para desbordar la defensa antiaérea y esperar que uno consiga escurrirse", explica Samuel Bendett, del Centro de Análisis Naval, un organismo independiente que asesora al ejército de Estados Unidos. También se han encontrado en las operaciones rusas drones iraníes tipo Mohajer-6, que pueden transportar bombas o utilizarse en misiones de reconocimiento.

¿Cómo están funcionando sobre el terreno?

Los drones turcos, que tienen el tamaño de un avión pequeño y están equipados con cámaras y bombas guiadas por láser, han jugado un papel en algunas de las victorias ucranianas más significativas, como el hundimiento del Moskova, el barco insignia de la flota rusa en el mar Negro: los ucranianos distrajeron a la tripulación con los dones mientras lanzaban un misil de crucero antibarco tipo Neptuno. El Kremlin nunca admitió la humillación y primero habló de un incendio a bordo y después atribuyó el naufragio al mal tiempo. Los ucranianos también usan drones para destruir la red de defensas antiaéreas rusas en el frente y para reventar tanques, camiones, trenes de abastecimiento, puestos de mando o embarcaciones.

Los drones iraníes –según Zelenski, Moscú ha encargado 2.400 a Teherán– han supuesto un importante quebradero de cabeza para los ucranianos, porque son pequeños, vuelan a baja altura y emiten poco calor, cosa que los hace más difíciles de detectar con las defensas antiaéreas. Así han podido atacar a tanques y vehículos armados en el frente y también infraestructuras civiles, desde el puerto de Odesa hasta los ataques contra Kiev del lunes. El balance oficial ucraniano de estos ataques confirma la tesis del enjambre: la mitad de los drones iraníes habrían sido abatidos por las defensas ucranianas.

Presentación de los vehículos aéreos no tripulados (UAV) del ejército iraní en Semnan, Irán, el 5 de enero de 2021.

Para Mikola Bielieskov, del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos de Kiev, Rusia utiliza los drones kamikaze para "complementar su campaña de terror", pero asegura que el ejército ucraniano "está aprendiendo a adaptarse" y recuerda que "su capacidad de carga de explosivos es demasiado pequeña para destruir refugios subterráneos u objetivos blindados". Tampoco queda claro que con las sanciones internacionales contra Teherán, sus fabricantes puedan equipar los aparatos con sistemas de guía GPS o infrarrojos.

Buscando rapidez y flexibilidad, Ucrania también ha adquirido pequeños modelos comerciales, que se pueden equipar con cámaras o pequeñas bombas. Con menos municiones que el enemigo, Kiev tiene que tener "ojos en el cielo" para golpear con precisión. Pero estos modelos, mucho más baratos (los hay por 600 euros), tienen mucha menos autonomía y pueden recorrer distancias mucho más cortas.

Financiados con 'crowdfunding'

Ha habido todo tipo de iniciativas para abastecer de drones al ejército ucraniano. La última, esta semana, cuando después de los ataques generalizados del lunes, en solo 24 horas se recaudaron 9,6 millones de euros para comprar tres estaciones de control y 50 drones Ram II diseñados y fabricados por empresas ucranianas, que pueden llevar hasta 3 kilos de explosivos en viajes también sin retorno. Serhí Pritula, impulsor de la iniciativa, se mostró desafiante: "Nos querían asustar y nos han unido más que nunca: no se tiene que hacer enfadar a los ucranianos, la gente ha dado dinero para la revancha, y nos aseguraremos de que la revancha se produzca".

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