Putin pone a prueba la amistad de Trump y Orbán
Estados Unidos presiona a la Unión Europea para que corte en seco la compra de gas y petróleo de Rusia
BruselasResulta que Donald Trump no ha podido acabar con la guerra de Ucrania en cuestión de horas, tal y como prometía en campaña, ni tampoco frenar el expansionismo del régimen de Rusia. "El presidente Putin me ha decepcionado mucho", reconocía hace unas semanas el presidente de Estados Unidos. La relación entre ambos dirigentes ha cambiado totalmente desde que el magnate neoyorquino regresó al Despacho Oval y ahora la Casa Blanca está negociando y coordinándose con la Unión Europea para que el bloque europeo deje de importar de una vez por todas combustibles fósiles de origen ruso. dirigente estadounidense, Hungría de Viktor Orbán, que será el anfitrión del encuentro entre Trump y Putin en Budapest. Trump está dispuesto a sancionar a Putin por primera vez ya incrementar la presión diplomática contra el Kremlin. Y, lo más destacado, hacerlo de forma conjunta y coordinada con Bruselas. Ahora bien, detrás de este giro de guión de la Casa Blanca hay unos intereses muy claros: que la Unión Europea corte en seco la compra de gas y petróleo ruso y, por el contrario, aumente sustancialmente la compra de combustibles fósiles estadounidenses. En el acuerdo comercial firmado entre ambas partes en verano para acabar con la guerra arancelaria, ya consta un compromiso del club comunitario de comprar productos energéticos de Estados Unidos por un valor total de 700.000 millones de euros en tres años.
Para aplicar estas sanciones, sin embargo, Washington se encuentra ahora con que, como es habitual, Orbán se opone. Más allá de los lazos políticos de Moscú y Budapest, Hungría depende completamente del gas ruso. La situación es la misma con la Eslovaquia de Robert Fico, que durante los últimos años también ha virado hacia posiciones prorrusas y euroescépticas. Se trata de una medida que la Comisión Europea debe aprobar por unanimidad y, por eso, un solo país puede vetar restricciones contra Rusia.
En este contexto, la gran pregunta de los pasillos de Bruselas es hasta qué punto Trump está dispuesto a presionar a Orbán para conseguir sanciones conjuntas contra Putin. En las instituciones europeas reina el escepticismo sobre la presión que pueda poner Estados Unidos sobre Budapest y, de momento, constatan que el 19º paquete de sanciones de la UE contra Rusia no incluye la prohibición de importar gas por gasoducto, tal y como hacen Hungría y Eslovaquia.
El gobierno húngaro, de hecho, ya ha salido a decir que no piensa dejar de importar combustibles fósiles rusos, y recuerda que depende energéticamente de Rusia y que no puede encontrar suministradores similares, tanto en lo que se refiere a la fiabilidad como al precio. "El gobierno húngaro representa los intereses de los húngaros. Como las adquisiciones de energía de Rusia carecen de alternativa, Hungría mantendrá las compras actuales", respondió a la prensa el ministro húngaro de Gobernanza, Gergely Gulyás, cuando se le preguntó por las peticiones de Trump.
El trato excepcional en Orbán
La Unión Europea ya está negociando el decimonoveno paquete de sanciones contra Rusia y los dieciocho anteriores los ha acabado aprobando, pese a las reticencias iniciales y los aspavientos electoralistas de Orbán. El dirigente húngaro, a golpe de amenaza o con la cesión de algunas excepciones, siempre ha acabado dando su visto bueno y, por ejemplo, junto a Eslovaquia, son los dos países que están excluidos de las prohibiciones y la rebaja de importaciones de combustibles fósiles de origen ruso.
Desde el inicio de la guerra, en febrero de 2022, las importaciones de todos los tipos de gas ruso en la UE se han reducido sustancialmente y han pasado de suponer un 45% de lo que consumía en 2021 al 19% en 2024. Y la media de este 2025 13%. Por lo que se refiere al petróleo, el porcentaje del global que adquiere el bloque europeo era del 27% a principios del 2022 y ahora es de cerca del 3%. En cambio, en estos momentos, Hungría sigue comprando en Rusia el 65% del petróleo y el 85% del gas que gasta, según datos del propio estado húngaro.
La voluntad de la Unión Europea es que en el 2027 los estados miembros ya no importen nada de combustible fósil ruso. Trump, sin embargo, ahora tiene prisa y aún quiere recortar más los plazos, y ve el decimonoveno paquete de sanciones del bloque europeo contra el Kremlin como una garantía de que acabará comprando más gas y petróleo en Estados Unidos. En cualquier caso, habrá que ver en los próximos días hasta qué punto está dispuesto a presionar a Orbán para castigar a Putin. Cuando le preguntan sobre si ya ha hablado con el dirigente húngaro al respecto, el presidente de Estados Unidos siempre huye de estudio. "Es amigo mío. No he hablado con él, pero creo que si lo hiciera dejaría de comprar, y quizás lo hago", respondió la última vez Trump.