Reino Unido

El Reino Unido baila la música antiinmigración que toca Nigel Farage

Las propuestas "racistas e inmorales" del líder del Partido Reformista condicionan la política de los laboristas y conservadores

Nigel Farage, líder del Partido Reformista del Reino Unido.
03/10/2025
4 min

LondresPoco menos de un año antes de las elecciones europeas de 2014, Nigel Farage se mostró convencido de que el partido que entonces lideraba, el UKIP, causaría un "terremoto político". Era septiembre de 2013 y, durante el congreso anual de la formación, se atribuyó el mérito de haber cambiado los términos del debate sobre la inmigración y de la entonces pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea. Muchos no se lo tomaron en serio, pero el UKIP acabó ganando las elecciones, con el 27% del voto.

Más de una década después, hay razones de peso para argumentar que Farage es el político más exitoso de las islas en el siglo XXI. Sin haber gobernado nunca ha influido en la legislación, ha captado y representado una parte significativa del electorado y, sobre todo, ha desplazado los límites de lo aceptable en política, con un populismo de derechas que ha ganado espacio y legitimidad. Ni Tony Blair, con sus tres mayorías absolutas consecutivas (1997, 2001 y 2005), ha tenido un impacto tan profundo y duradero. Para unos Farage es un héroe, para otros, un líder que presenta propuestas "racistas e inmorales", en palabras del primer ministro, Keir Starmer. Sea como fuere, YouGov constata que Farage es el líder más popular del país. ¿De dónde procede su fuerza?

Una explicación puede que esté en los análisis que hace el think tank More in Common UK. Esta entidad estudia desde 2016 la polarización en Reino Unido y sostiene que la política británica actual no gira en torno al eje izquierda-derecha, sino entre votantes prosistema y votantes antisistema. La investigación apunta a que el 60% de los electores quieren conservar y mejorar las instituciones, mientras que el 40% preferirían "quemarlo todo". Nando Sigona, profesor de migración internacional y desplazamiento forzado de la Universidad de Birmingham, dice que es en ese deseo de "quemarlo todo" donde radica la fuerza de Nigel Farage.

'Inmigración', la palabra clave

Y inmigración –legal o ilegal, refugiada de guerras o por motivos económicos– es la palabra que ya nadie se quita de la boca. Farage ha hecho el chivo expiatorio de todos los males del país. Y en caso de que finalmente llegara al poder en las elecciones generales de 2029, ha prometido todo tipo de medidas para combatirla: desde deportaciones masivas de migrantes sin papeles hasta la eliminación del derecho a la residencia permanente (ILR), que cambiaría por un sistema de visados ​​temporales, sin aclarar si la revocaría a los ciudadanos europeos que lo disfrutan en virtud de los acuerdos con Bruselas a raíz del divorcio comunitario.

Un momento de las cargas policiales contra los manifestantes ultras el pasado 13 de septiembre en Londres.

El líder del Partido Reformista ha puesto a Keir Starmer contra las cuerdas y, de hecho, lidera las encuestas. Y el gobierno y la tradicional oposición conservadora bailan su música. La semana que se cierra ha dejado más pruebas durante la celebración del congreso del Partido Laborista. El pasado lunes la ministra del Interior, Shabana Mahmood, confirmó los planes para reformar las normas para el asentamiento indefinido en Reino Unido, el citado ILR.

Entre las medidas que el gobierno quiere introducir está el aumento del tiempo de residencia necesario para poder acceder, que pasaría de cinco a diez años. "Propondré una serie de nuevos requisitos –dijo Mahmood–, como tener trabajo, cotizar a la Seguridad Social, no haber recibido un penique en prestaciones sociales, aprender inglés a un nivel alto, no tener antecedentes penales y, finalmente, haber devuelto de verdad algo a la comunidad, por ejemplo dedicando tiempo a una causa local como voluntario". También anunció más filtros en los procesos de reunificación familiar de los refugiados. Un día después, en su alocución a los participantes en el congreso, el premier Starmer, con un tono medido pero firme, presentó estas reformas como una forma de "recuperar la confianza" en un sistema migratorio que él mismo admite desbordado.

La misma música sonó el jueves en Copenhague, en la reunión de la Comunidad Política Europea. Ante sus homólogos, Keir Starmer defendió una cooperación más estrecha en el control de fronteras, presentándose como un actor responsable en un continente que vive con temor a los nuevos flujos migratorios.

En el marco del encuentro, y durante una bilateral con la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, Starmer anunció un nuevo paquete económico, dotado con hasta tres millones de libras, destinado a actuar sobre las causas de la migración en los países de los Balcanes Occidentales. El objetivo, compartido y sufragado económicamente con Italia y Alemania, es incentivar que las personas permanezcan en la región, favoreciendo oportunidades laborales y reduciendo la presión sobre las rutas irregulares hacia el norte de Europa.

Cambios en el sistema de asilo

Además, el premier planteó también la posibilidad de reformar la forma en que se aplica el Convenio Europeo de Derechos Humanos en Reino Unido, una reforma "fundacional", dijo, que cambiaría de pura cepa el sistema de asilo británico y que "pondría fin a un mecanismo injusto que da más derechos a los que llegan en patera que a los ciudadanos británicos oa quien utiliza vías legales".

La puesta en escena del premier ha sido clara: si Farage hace de los migrantes un cáncer interior que amenaza el alma del país –además de desviar recursos hacia los extranjeros en vez de hacia los nativos–, los laboristas quieren presentarlos como un problema exterior, gestionable sólo con alianzas y acuerdos internacionales. El dilema es si este movimiento neutraliza el discurso del Partido Reformista o si, por el contrario, lo alimenta aún más, y confirma así que la agenda de Farage es la que marca el paso de los laboristas y de los conservadores, que en el congreso que comienzan este mismo domingo subirán la apuesta por intentar recuperar terreno ante quien es, sin duda, el grande. Un actor bajo cuya capa se esconde la ultraderecha más xenófoba y violenta que ya se manifiesta por el centro de Londres con mayor legitimidad que vergüenza.

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