Reino Unido

Starmer hace suyo el discurso de la extrema derecha y promete "recuperar el control de las fronteras"

La reforma migratoria del 'premier' exigirá un examen de inglés más duro para todos los inmigrantes y también sus dependientes

El primer ministro británico, Keir Starmer, este lunes por la mañana en Downing Street, tras la conferencia de prensa sobre inmigración.
12/05/2025
4 min

LondresMenos de uno año después de llegar al poder, el laborismo británico parece haber perdido el norte e intenta recuperar el rumbo abandonando definitivamente las políticas progresistas y haciendo suyas las de la extrema derecha. En pocas palabras, este lunes el premier Keir Starmer ha señalado implícitamente a los extranjeros como los responsables de la gran mayoría de los males del país durante la presentación del esperado libro blanco sobre la inmigración. dar una cifra concreta. Entre junio de 2023 y 2024 se situó en 728.000 personas, y el mismo periodo anterior (2022-23) llegó casi al millón de personas. presupuestos y opta por la misma deriva demagógica del Partido Reformista de Nigel Farage, que hace diez días ganó las elecciones locales de Inglaterra, y amenaza la hegemonía de las grandes formaciones tradicionales. Una deriva y una retórica que muchos analistas identifican con los disturbios del pasado verano en diferentes ciudades del país, a raíz del asesinato de tres chicas mientras participaban en un esparcimiento de verano en el norte del país.

Bajo las nuevas reglas, los inmigrantes tendrán que vivir en Reino Unido durante una década antes de poder solicitar la ciudadanía, una modificación que no afectará a las personas que hagan una "contribución real y duradera" a la economía o la sociedad, que podrán obtener derechos de asentamiento permanente de manera acelerada. Además, todos los recién llegados por cualquiera de las rutas establecidas –reunificación familiar, trabajo o estudios– tendrán que superar unos exámenes de inglés más rigurosos, incluyendo a las personas dependientes.

Para la presentación de estas reformas, Starmer, que había defendido hasta la extenuación la celebración de un segundo referéndum sobre el Brexit, ha asumido, literalmente, el mismo mensaje que en 2016 favoreció la ruptura con la Unión Europea. Una forma de hacer la campaña a Nigel Farage, que promueve una inmigración limpia de cero personas. Así, en su comparecencia, el premier ha dicho que se trata de "recuperar el control de las fronteras". Sin embargo, la realidad es que desde el Brexit las cifras de inmigrantes llegados por vías legales se han cuadruplicado, hasta el mencionado récord de casi un millón.

La pregunta que debe hacerse ahora el laborismo es si podrá frenar a Nigel Farage asumiendo su mismo discurso mientras recorta derechos sociales, como las subvenciones a la energía para los menos favorecidos, lo que hizo el pasado invierno. El líder del Partido Reformista no ha tardado en atacar la reforma. En un tuit, ha dicho: "El día del gran contragolpe de Keir Starmer contra el Partido Reformista, a las ocho de la mañana, ya hay 250 jóvenes atravesando el canal de la Mancha. ¿Cuántos de ellos son terroristas iraníes?" Una vez más, ha identificado la inmigración sin papeles con presuntos criminales y han equiparado a los refugiados a través del Canal con aquellas personas que atraviesan la frontera del Reino Unido legalmente.

"La isla de los extranjeros"

No contento con difundir la demagogia del Brexit, el jefe de gobierno laborista llegó a decir que el actual sistema migratorio "estaba casi diseñado para permitir su abuso", y que sin un fortalecimiento de las reglas de entrada, el país se arriesga a convertirse "en una isla de extranjeros". Además, en la introducción del texto del libro blanco, el premier asegura también que la inmigración masiva ha causado "un mal incalculable [a los] servicios públicos y el acceso a la vivienda y nuestra economía se ha visto distorsionada por incentivos perversos a importar mano de obra en lugar de invertir en las habilidades [de los británicos]".

Los especialistas y los datos, sin embargo, rebaten estas afirmaciones. El profesor del King's College Jonathan Portes asegura que "la gran mayoría de los inmigrantes contribuyen a la economía: pagan impuestos, pagan las matrículas universitarias, ayudan al crecimiento, contribuyen a la financiación de los servicios públicos". "Y tenemos bastante evidencia de que, en general, el impacto económico neto de la inmigración es positivo: los migrantes aportan más de lo que reciben", ha dicho en una intervención en la BBC.

Por otra parte, una diputada laborista suspendida de militancia y muy crítica con el gobierno, Zarah Sultana, calificó el discurso de Starmer de "alimentar décadas de racismo y división que se suma a la retórica antiimigrante que pone vidas en riesgo". Y la también diputada Nadia Whittome, de la izquierda del partido, denunció el tono del discurso y alertó sobre los peligros de esta línea política. "La intensificación de la retórica antiimigrante del gobierno es vergonzosa y peligrosa. Los migrantes son nuestros vecinos, amigos y familiares. Sugiriendo que el país puede convertirse en «una isla de extranjeros» debido a la inmigración reproduce el alarmismo de la extrema derecha".

La reforma laborista también prevé la prohibición de contratar, desde finales de este año, a trabajadores extranjeros para el sector de la atención social. Las residencias lo tendrán prohibido, pues, y, en todo caso, tendrán que ocupar las plazas vacantes o bien con británicos o con extranjeros que ya se encuentren en Reino Unido. Esta demanda ya ha causado la alarma en la patronal de los hogares de mayores, que no encuentran personal en el país para cubrir sus necesidades.

También se amenaza a los extranjeros con la deportación por vía expeditiva en caso de que cometan delitos menores. Toda infracción cometida por un ciudadano extranjero en Reino Unido será notificada al ministerio del Interior, y no sólo aquellas que comporten prisión, como establece actualmente la normativa. En la práctica, esto abre la puerta a que los migrantes puedan ser expulsados ​​del Reino Unido por delitos de menor gravedad, como el robo de comida en supermercados. Por último, para los trabajadores cualificados se requerirá una titulación universitaria, exigencia que fue suprimida por el gobierno de Boris Johnson.

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