Zelenski llega a Londres a la desesperada por defenderse del acoso de Trump

Starmer, Macron y Merz se reúnen con el presidente de Ucrania, que se resiste a aceptar la paz por territorio que promueven la Casa Blanca y el Kremlin

LondresNueva reunión clave para el futuro de Ucrania –una más– en Downing Street, donde Volodímir Zelenski acaba de llegar este lunes a mediodía en uno de los momentos más tensos y cruciales de todo el ciclo de negociaciones sobre la guerra. Con el futuro del frente aún abierto y con Washington empujando por cerrar un acuerdo "rápido", el presidente ucraniano ha querido dejar claro que "no existe ningún pacto sobre cesiones territoriales" con Donald Trump y que cualquier propuesta que implique cambiar tierra por paz sigue siendo inaceptable para Kiiv. En una entrevista en Bloomberg, Zelenski ha remarcado que no hay consenso sobre el destino del Donbás: Rusia le exige aunque no ha logrado militarmente controlarlo completamente, y Ucrania reclama garantizar, ante todo, que Occidente no le abandonará en caso de que Moscú vuelva a atacar.

El encuentro con el primer ministro británico, Keir Starmer, al que también se añaden el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Friedrich Merz, busca precisamente eso. En las breves declaraciones a la prensa antes de iniciar la reunión, Starmer quiso dejar clara la posición del Reino Unido: "Nosotros estamos junto a Ucrania", declaró, y fijó los "principios" que guiarán Londres en los próximos meses. El premier remarcó que cualquier avance hacia un acuerdo de paz debe preservar los intereses de Kiiv: "Si tiene que haber un alto el fuego, debe ser un alto el fuego justo y duradero; por eso es tan importante reiterar una y otra vez el principio que los asuntos de Ucrania corresponden a Ucrania". Y ha insistido en que Londres no bajará el tono: "Estamos aquí para apoyaros en el conflicto y apoyaros en las negociaciones".

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Zelenski, por su parte, ha subrayado la importancia de mantener una sola voz: "La unidad entre Europa, Ucrania y Estados Unidos es importante cuando negociamos el fin de la guerra de Rusia contra nuestro país". El presidente ucraniano ha admitido que hay cuestiones que solo pueden abordarse con el apoyo conjunto de las dos orillas del Atlántico: "Hay cosas que no podemos gestionar sin los estadounidenses, cosas que no podemos gestionar sin Europa. Por eso debemos tomar algunas decisiones importantes".

Pero cada vez más existe la creencia en las cancillerías europeas de que Trump no es de fiar. Y el presidente de Estados Unidos, como de costumbre, ha elevado el tono contra lo más débil, en este caso Zelenski. Trump –que intenta proyectar la imagen de un negociador impaciente que quiere cerrar el conflicto lo antes posible– se ha declarado en las últimas horas "decepcionado" porque, supuestamente, Zelenski "aún no se ha leído" la última versión de su plan de paz. Según el presidente estadounidense, "la gente de Zelenski le adora", pero es el presidente ucraniano quien "no está preparado" para asumirlo. Como es habitual, las declaraciones de Trump no se han visto refrendadas por ninguna prueba.

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Estas declaraciones, que abren la puerta a presentar a Ucrania como el principal obstáculo para un acuerdo, llegan en paralelo a otras aún más delicadas: su yerno, Jared Kushner, ha advertido este fin de semana de que la administración republicana podría retirarse del proceso si Kiiv rechaza todas las propuestas de Washington.

Por eso Zelenski ha aterrizado en Londres con una misión clara: levantar un muro de apoyo europeo ante la presión creciente de la Casa Blanca. En Downing Street, los tres líderes europeos le reciben con la promesa de "garantías de seguridad de perfil duro" y con la determinación de avanzar en la movilización de activos rusos congelados para financiar el esfuerzo de guerra ucraniano. Fuentes del gobierno británico confían en que puede haber algún "movimiento" inminente en esta cuestión.

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Starmer, Macron y Merz querrían evitar que las presiones norteamericanas fuercen a Zelenski a aceptar un acuerdo que consideran desequilibrado y que podría legitimar, de facto, la conquista territorial rusa. En palabras de una diputada ucraniana, Ivanna Klimpuix-Tsintsadze, que recoge The Kyiv Independent: "Ahora mismo estamos tratando con unos Estados Unidos completamente diferentes a los que conocíamos", unos EEUU que –según la parlamentaria– no tiene la misma sensibilidad hacia el derecho internacional ni la misma voluntad de sostener a Ucrania a largo plazo.

Irritación a Kiiv

La sociedad ucraniana, de hecho, también se muestra profundamente escéptica con la línea de Washington. Para muchos ciudadanos, la idea de renunciar a territorios que Rusia no ha podido conquistar militarmente es difícilmente aceptable. Y, políticamente, lo es aún más para Zelenski y sus socios europeos. Trump insiste en que "Rusia se ha puesto bien" con su plan, pero que Zelenski no. La afirmación ha sido recibida con irritación en Kiiv, donde se recuerda que fue Moscú quien inició la guerra y quien sigue manteniendo una ofensiva activa, también contra objetivos civiles.

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Por su parte, el Kremlin observa con atención, pero mantiene su habitual ambigüedad calculada. Dmitri Peskov, portavoz de Putin, dijo este lunes que Moscú quiere "entender los resultados" de las últimas reuniones entre EEUU y Ucrania y elogió la nueva estrategia de seguridad estadounidense, especialmente porque habla de la necesidad de "diálogo" y de construir "relaciones constructivas". Es un mensaje que encaja con la línea del Kremlin: proyectarse como el interlocutor razonable ante una Ucrania presentada como intransigente, tarea a la que contribuye más que nadie la Casa Blanca.

De hecho, la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, muy crítica con Europa y nada con Rusia, ha acentuado el distanciamiento entre Washington y los líderes europeos, que temen una traición final de Trump. Zelenski quiere saber si los tres aliados, y el resto de países europeos comprometidos con la defensa de Ucrania, podrán llenar el vacío de una posible retirada estadounidense y si todavía se puede reconducir a Donald Trump para que no acabe cediendo Ucrania a Rusia.

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Las negociaciones, de hecho, siguen rodeadas de opacidad. El primer borrador del plan de paz estadounidense, de 28 puntos, favorecía ya claramente a Rusia, y se ignora si la nueva versión será aceptable para Kiiv. Un negociador ucraniano admite que el principal objetivo es entender de qué han hablado realmente Washington y Moscú. Kremlin, igualmente, dice que quiere saber qué se ha discutido en Florida.

Mientras, una fuente implicada en las negociaciones lo resumía sin tapujos, según recogen distintos medios británicos: "Putin no quiere ningún acuerdo sin territorio. Y los americanos presionan para que todo vaya más deprisa". Ese doble frente –la presión rusa y la presión estadounidense– sitúa a Zelenski en una posición frágil, que el presidente ucraniano intenta compensar con una ronda de consultas diplomáticas aceleradas. Tras Londres, tiene previsto visitar Bruselas y Roma para reforzar su flanco europeo y garantizar que, en el momento decisivo, Ucrania no se siente sola frente a la administración Trump. Mientras, lentamente, pese al coste humano, Rusia sigue avanzando en el Donbás. Sin embargo, Putin tiene tiempo y carne de cañón para seguir sacrificando. Zelenski más bien no.