Fallece el expresidente de Algeria Abdelaziz Bouteflika

El exmandatario, de 84 años, tenía graves problemas de salud desde 2013

El expresidente de Algèria Abdelaziz Bouteflika, en una imagen de archivo
ARA
18/09/2021
3 min

BarcelonaEl expresidente de Algeria Abdelaziz Bouteflika, forzado a abandonar el poder en 2019 a raíz de una oleada de manifestaciones multitudinarias en su contra, ha muerto esta madrugada a la edad de 84 años, tal y como ha informado la televisión pública del país norteafricano citando un comunicado de la presidencia. "Fallece el expresidente Abdelaziz Bouteflika", decía la información. El exmandatario tenía un estado de salud muy frágil después de que en 2013 sufriera un derrame cerebral, hecho que minimizó sus apariciones públicas. Desde que en 2019 fue expulsado del poder por el movimiento Hirak, Bouteflika no había dado señales de vida y, según informaciones próximas a su entorno, vivía recluido bajo constante atención médica en su residencia de Zeralda, al oeste de Argel.

Omnipresente en la vida política argelina tras 20 años en el poder –de 1999 a 2019–, su muerte es un hecho histórico en este país del norte de África. A pesar de todo, el movimiento que salió a la calle para apartarlo del gobierno continúa vivo en las calles porque sigue reclamando la caída definitiva del régimen militar que, a pesar de la salida de Bouteflika, gestiona igualmente el país desde su independencia, en 1962.

Ascenso meteórico

Bouteflika nació el 2 de marzo de 1937 en la ciudad marroquí de Oudja. Hijo de Ahmed Bouteflika y Mansouriah Ghezlaoui, Bouteflika creció en Marruecos junto a suyos cinco hermanos, y desde ahí se unió, a la edad de 19 años, al argelino Ejército de Liberación Nacional (ALN), brazo armado y clandestino del Frente de Liberación Nacional (FLN) contra la colonización francesa. Rápidamente fue escalando posiciones. En 1962, con solo 25 años, fue designado ministro de Juventud, Deportes y Turismo en el primer ejecutivo argelino independiente de Francia, dirigido por Ahmed Ben Bella. Más tarde, fue nombrado ministro de Exteriores y estuvo presente en todas las crisis vividas en la década de los años setenta, en que Argelia fue un miembro muy activo en el Movimiento de los Países Alineados.

En 1979 fue elegido presidente el general Chadli Bendjedid, otro de los héroes de la guerra de independencia (1957-1962) y Bouteflika empezó a perder poder e influencia hasta llegar a ser marginado y acusado de desviar decenas de millones de dólares del presupuesto asignado a las diversas embajadas. Investigado, se exilió durante seis años para volver al país en 1987 y volverse a introducir en el gobierno.

Instalado en el núcleo duro del estado, pasó de forma discreta los primeros años de la cruenta guerra civil entre el ejército y los grupos islamistas radicales, que causó miles de muertos y más de 300.000 desaparecidos y que convirtió Argelia en uno de los países más inestables de la década de los 90. En 1999, y en pleno auge de violencia y atentados contra extranjeros, Bouteflika consiguió la aspirada presidencia después de la renuncia del presidente Liamine Zerual gracias al apoyo del FLN y de las fuerzas de seguridad, a pesar de que se presentó a la elección como independiente. Después de la agobiante victoria en las urnas, oficializó la tregua establecida por el Ejército Islámico de Salvación y ofreció un proceso de diálogo y reconciliación nacional que trajo el fin del derrame de sangre el 6 de junio de 1999.

Conocido desde entonces como "el pacificador", consiguió la reelección en tres ocasiones, después de enmendar la Constitución y entre constantes denuncias de fraude electoral, incluida la victoria en los comicios de 2014, que obtuvo a pesar de sufrir el derrame cerebral meses antes y no participar en la campaña electoral. Desde entonces, sus apariciones públicas se redujeron y nunca más se dirigió a la nación de viva voz, lo que alimentó las sospechas sobre su verdadero estado de salud y sobre quién dirigía en realidad la nación.

Con Bouteflika se a el último dirigente que ha gestionado el poscolonialismo, siempre con mano de hierro y con la ayuda de un ejército al que entregó el poder y que, de hecho, movía todos los hilos. También se va un líder longevo, acusado de hacer peripecias para mantenerse en el poder y desconectado de las nuevas generaciones argelinas, que son mayoría en el país, y que veían en la figura del expresidente una ficha de un pasado martirizado por la autocracia, la corrupción y las pocas perspectivas de futuro.

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