Carrera armamentística

El gasto militar en Europa crece un 17%, casi el doble de la media global

A nivel global creció un 9,4% en 2024, superando los 2,7 billones de dólares, en una carrera armamentística que alimenta la inestabilidad global

Una vista de dron muestra su destrucción en un barrio residencial en la ciudad de Gaza.
28/10/2025
4 min

BarcelonaEl mundo se está rearmando. En 2024 el gasto militar mundial alcanzó los 2,7 billones de dólares, un 9,4% más que el año anterior y el mayor nivel registrado nunca. Es el décimo año consecutivo de aumento y representa ya el 2,5% del PIB global, según el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), uno de los centros más reputados del mundo en estudios de armamento. "Es un récord absoluto desde la Segunda Guerra Mundial", resume Ian Davis, coordinador ejecutivo del anuario del SIPRI. "Europa y la OTAN lideran este incremento, que nos aboca a una nueva era de inseguridad permanente", advierte Davis en una conversación con el ARA.

El anuario 2025 del SIPRI, que se ha presentado este martes en Barcelona con la edición en catalán de Fundipau, señala que el aumento del gasto se concentra sobre todo en Europa, con un 17% más, y también en Oriente Próximo, impulsado por las guerras en Ucrania y Gaza y por la percepción creciente de amenaza. Y en la próxima década los países aliados de la OTAN prevénlevantar su inversión militar hasta el 5% del PIB, en un giro histórico que, según Davis, "va a tener consecuencias económicas, sociales y ambientales muy graves".

La normalización de la guerra

El anuario constata que en el 2024 hubo 49 estados implicados en conflictos armados, con al menos 239.000 fallecidos, un 25% más que el año anterior. "El número de guerras no ha crecido mucho, pero sí su intensidad. Quizás lo más novedoso es su internacionalización –explica Davis–. Casi todos los conflictos actuales tienen actores externos implicados, lo que los hace más largos y más sangrientos".

Las guerras más sangrientas el año pasado fueron las de Ucrania, Gaza, Sudán, Myanmar y Etiopía. En todas la población civil es su principal víctima. "Las guerras se han vuelto más urbanas y brutales –lamenta Davis–. Las armas supuestamente inteligentes están incrementando el número de víctimas, también entre la población civil. La tecnología no hace las guerras más limpias, sino más eficientes a la hora de destruir".

La nueva carrera nuclear

A principios del 2025 había 12.241 armas nucleares en el mundo. De éstas, 9.614 forman parte de inventarios militares activos, 3.912 están desplegadas y 2.100 se encuentran en estado de alerta máxima. "Desde mediados de los años ochenta se había reducido un 75% el número de ojivas nucleares, pero esta tendencia se ha detenido –advierte Davis–. Ahora el ritmo de desmantelamiento baja y el de producción crece: estamos a las puertas de una nueva carrera nuclear".

El coordinador del anuario SIPRI alerta de que todos los nueve estados con armas nucleares –desde Estados Unidos hasta Corea del Norte– modernizan sus arsenales y incorporan inteligencia artificial en los sistemas de mando. "Cada vez hay menos control humano sobre decisiones potencialmente irreversibles. Es un escenario mucho más volátil que el de la Guerra Fría". El riesgo de un accidente o error de cálculo se dispara en la medida en que crece la importancia del algoritmo, también en la guerra.

Crisis del control de armas y retroceso en desarme

El anuario denuncia el colapso de los mecanismos internacionales de control de armas. El último gran acuerdo bilateral -el New START entre Washington y Moscú para frenar la proliferación de misiles nucleares intercontinentales– expira en marzo del 2026. "Los rusos han dejado la puerta abierta a prorrogarle un año más, pero no hay voluntad política para negociar un nuevo marco", admite Davis.

También hay retrocesos en las armas convencionales. En el 2024 Lituania abandonó el tratado sobre bombas de racimo y otros cinco estados –como Ucrania, Polonia, Finlandia, Letonia y Estonia– han anunciado que saldrán del tratado de minas antipersona. "Es la primera vez que vemos deserciones de estos convenios humanitarios. Esto marca un punto de inflexión peligroso", advierte Davis.

Los costes económicos, sociales y ambientales

Davis subraya que la militarización no sólo amenaza la paz, sino también el progreso económico y social. "Cada mil millones de dólares invertidos en defensa genera unos 11.000 empleos, pero el mismo dinero invertido en educación generaría 27.000. El gasto militar desvía recursos de la salud, la educación y la transición ecológica", dice.

El SIPRI calcula que los ejércitos son responsables de entre un 3,5% y un 7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. "El sector militar es de los pocos que no está obligado a declarar su impacto climático", recuerda Davis. "Si se duplican los presupuestos de defensa de aquí a 2035, también se duplicarán las emisiones militares, lo que neutralizará cualquier esfuerzo global contra el cambio climático".

Las nuevas tecnologías de guerra

El anuario dedica un amplio apartado a las tecnologías emergentes –inteligencia artificial, ciberarmas, militarización del espacio y drones autónomos– que están transformando la naturaleza de los conflictos. "Esta nueva carrera tecnológica escapa a cualquier regulación y hace mucho más difícil controlar los riesgos", señala Davis. "Estamos creando sistemas de armas capaces de decidir por sí solos, y esto es profundamente inquietante".

El anuario también analiza cómo el mundo vuelve a dividirse en bloques. La OTAN concentra el 55% del gasto militar mundial, mientras China y Rusia refuerzan sus vínculos estratégicos y tecnológicos. "Es un reflejo de una mentalidad de suma cero –explica Davis–. Cuanto más se rearma un blog, más se siente amenazado al otro. Es la misma lógica que nos llevó a la Guerra Fría".

Hacia una seguridad compartida

Con este panorama Davis defiende que todavía hay espacio para la diplomacia y el desarme. "Hay que recuperar el concepto de seguridad común de los años ochenta: cooperar antes que competir, dialogar antes que disuadir. No habrá paz mientras los estados compitan por ver quién puede destruir más rápidamente al otro", declara.

El SIPRI apuesta por un nuevo multilateralismo liderado por estados medios y pequeños, capaces de impulsar acuerdos concretos. "Los grandes actores no liderarán el cambio: están demasiado atrapados en su propia lógica de poder. Es necesario que los demás fuercen una agenda de transparencia, de control de armas y de diplomacia".

Davis concluye con un aviso claro: "Si queremos más seguridad, debemos garantizar que nuestros vecinos tampoco se sientan amenazados. La seguridad sólo es real cuando es compartida. Y eso exige más diálogo, más igualdad y menos armas".

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