Italia excarcela al asesino del juez antimafia Giovanni Falcone
Cuando ya ha cumplido 25 años de prisión, se beneficia de una reducción de pena por una ley impulsada por su víctima
MilàEl 23 de mayo de 1992, el Instituto Nacional de Geofísica de Sicilia registró un temblor del suelo, similar al de un terremoto, después de que una bomba con 500 kilos de material explosivo colocada bajo el asfalto de la autopista que comunica el aeropuerto de Palermo con el centro de la ciudad acabara con la vida del juez Giovanni Falcone, su mujer y tres miembros de su escolta.
La justicia sentenció que Salvatore Totó Riina, el histórico jefe de la Cosa Nostra, fue quien ordenó el asesinato, y que Giovanni Brusca, uno de sus más fieles lugartenientes, pulsó el detonador. Riina murió en 2017, anciano, enfermo y sin mostrar ni un poco de arrepentimiento, en la prisión donde cumplía cadena perpetua. Pero Brusca, que no tardó en tirar del hilo y colaborar con la justicia después de ser detenido, ha abandonado la prisión esta semana y al hacerlo ha provocado una oleada de indignación de la clase política y de los familiares de sus víctimas.
Después de 25 años entre rejas, el sanguinario soldado del capo dei capi de la Cosa Nostra vuelve a ser un ciudadano libre, a pesar de que entrará a formar parte de un programa de protección para mafiosos arrepentidos y estará bajo vigilancia. Conocido como U verru (el cerdo, en siciliano) y considerado autor material de numerosos crímenes –entre los cuales el de un niño y el de una mujer embarazada–, Brusca fue condenado a 30 años de prisión por activar la bomba que hizo añicos el coche en el que viajaba el magistrado, pero ha sido excarcelado cuando había cumplido solo un cuarto de siglo entre rejas, después de beneficiarse de una reducción de pena por haber colaborado con la justicia.
La voluntad del juez
Cuando fue detenido, junto con su hermano Enzo, en 1996, Brusca admitió haber coordinado los preparativos de la masacre en la que murió Falcone y confesó su responsabilidad en la desaparición de Giuseppe Di Matteo, de tan solo 13 años. El niño era hijo de Santino Di Matteo, otro mafioso que trabajaba a las órdenes de Riina hasta que decidió confesar y colaborar con la justicia. Para vengarse de su antiguo compañero, Brusca decidió secuestrar al niño. El pequeño estuvo cautivo durante más de dos años, hasta que el criminal ordenó estrangularlo e hizo desaparecer su cuerpo en un bidón de ácido.
Para obtener beneficios penitenciarios y no morir en la prisión como Riina, Brusca colaboró con la justicia, y en 2000 reveló a la magistratura información sobre los ambiguos contactos entre el crimen organizado y el mundo político y empresarial, así como datos importantes sobre la presunta negociación entre el Estado y la Mafia durante la década de los 90. Aunque, en principio, el presunto arrepentimiento no resultó creíble para los jueces, finalmente su confesión provocó la condena de otros mafiosos y le sirvió para evitar la cadena perpetua.
Su liberación ha sido recibida como un jarro de agua fría en Italia. "Es una vergüenza para el estado", ha denunciado Rita dalla Chiesa, hija del general Carlo Alberto dalla Chiesa, asesinado también por la Cosa Nostra. Paradójicamente, fue precisamente Giovanni Falcone quien impulsó la actual normativa que permite a los mafiosos arrepentidos beneficiarse de reducciones de penas. Por eso, la hermana del magistrado, Maria Falcone, ha comentado que, si bien "humanamente es una noticia que hace daño", se trata "de una ley que mi hermano quería, y por eso hay que respetarla".