Francia

¿Por qué Macron ilegaliza el grupo ecologista más activo de Francia ?

El gobierno francés disuelve Lés Soulèvements de la Terre, a los cuales acusa de promover manifestaciones violentas

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Protesta contra la decisión del gobierno de disolver el movimiento ecologista francés 'Lés  Soulevements de la Terre'.

ParísEl presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha cumplido su promesa de disolver el movimiento ecologista más activo de los últimos meses en el país, Lés Soulèvements de la Terre [las revueltas de la tierra], pese a las críticas que ha recibido. Se trata de un colectivo nacido en 2021 que agrupa a más de un centenar de organizaciones y grupos ecologistas, actores rurales y movimientos sociales, y que ha protagonizado las últimas grandes manifestaciones contra infraestructuras francesas, cómo los megaembalses artificiales, la futura línea ferroviaria entre Lyon y Turín y la variante de Rouen.

Hace tiempo que el ministro del Interior, Gérald Darmanin –del ala más conservadora del ejecutivo–, tenía en el punto de mira el movimiento y había amenazado con disolverlo. El gobierno les acusa de promover actos violentos, dado que las manifestaciones impulsadas por Lés Soulèvements de la Terre han acabado con graves disturbios.

"Con la excusa de defender la preservación del medio ambiente, este movimiento incita a cometer sabotajes y degradaciones materiales, incluso con violencia", afirma el decreto que el gobierno ha aprobado para disolver el colectivo. Darmanin se refiere a menudo al movimiento hablando de ecoterroristas, un término que no existe en el Código Penal francés. El movimiento tampoco ha cometido ningún atentado terrorista.

El ejecutivo hacía tiempo que estudiaba cómo ilegalizar un grupo ecologista que no tiene entidad jurídica propia porque está formado por diferentes colectivos y no ha sido nunca formalmente registrado, pero según el gobierno que no esté registrado no impide disolverlo. Para hacerlo, se refiere a un artículo del código de seguridad interior que regula los motivos que pueden justificar la disolución de un grupo, que van desde la incitación al odio hasta los actos terroristas, pasando por el impulso de manifestaciones armadas o movimientos que actúan con violencia. Este último motivo es lo que esgrimen Macron y Darmanin para ilegalizar Lés Soulèvements de la Terre. "El recurso a la violencia no es legítimo en un estado de derecho y es exactamente esto lo que estamos sancionando", decía este miércoles el portavoz gubernamental.

Críticas de los ecologistas

El movimiento ecologista rebate los argumentos y asegura que la violencia que hubo durante las manifestaciones en Sainte-Soline a principios de año contra los embalses artificiales –que acabaron con una batalla campal entre la policía y los ecologistas– fue provocada por las fuerzas de la orden, que intentaron reprimir la protesta con granadas de gases lacrimógenos y ensordecedoras. Hasta 47 policías y 200 manifestantes resultaron heridos y el presidente de la República acusó a los militantes ecologistas "de ir a hacer la guerra".

"Después de habernos echado granadas mutilantes a la cara, el gobierno considera que no tendríamos que tener el derecho de existir conjuntamente ni de organizarnos", lamentaba el movimiento después del anuncio del gobierno. Les Soulèvements de la Terre considera que su disolución es ilegal y promete guerra en los tribunales. "La batalla jurídica empieza", advertía este miércoles el colectivo. Sus abogados han denunciado públicamente "el autoritarismo del gobierno" y han anunciado que recurrirán contra la decisión en el Consejo de Estado. Este miércoles decenas de personas se concentraron ante el organismo, en París, para protestar por la disolución, entre ellas la activista climática sueca Greta Thunberg.

El anuncio de disolución ha provocado una oleada de solidaridad con el colectivo entre los partidos políticos ecologistas y los de izquierdas, que han reaccionado con vehemencia contra la decisión del gobierno. También personalidades e intelectuales franceses dieron su apoyo a los militantes ecologistas después de los hechos de Sainte-Soline. "Prefieren atacar a los militantes, disolver un movimiento, antes de que mirar de cara el problema del calentamiento global", criticó la diputada ecologista Sandrine Rousseau este miércoles. El movimiento dejaba claro en Twitter que a pesar de su disolución "todo continúa".

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