Mai Al Bayoumi: "Mi hermana me dice que le duelen los oídos de los bombardeos en Gaza"

MadridMai Al Bayoumi nació en un campo de refugiados palestinos en el Sinaí (Egipto) en 1984. Su familia vive en el campo de Rafah, al sur de la franja de Gaza –cerca del único paso fronterizo que comienza a abrirse con cuentagotas para dejar pasar ayuda humanitaria–. Desde la distancia, en su casa de Madrid, intenta mantenerse en contacto con ellos de día y de noche.

¿Cómo se encuentra su familia?

— Han tenido que abandonar su casa. Cayó un misil en la puerta, que no explotó. Como todo el barrio, han tenido que salir de ahí. Ahora viven en casa de mi tío. Se hacinan 50 personas. Yo tengo siete hermanos, súmalo a otra familia. En un piso de tres habitaciones. La gente está en el comedor. Los primeros días nadie entendía lo que pasaba. Mi madre me dijo, literalmente: "Mai: nos matarán a todos. Lloverán las bombas y la franja de Gaza desaparecerá del mapa". A mí se me puso la piel de gallina. Pero al mismo tiempo, los palestinos nos hemos sentido un pueblo vivo, que todavía tiene fuerzas para luchar por nuestra tierra. Y quisiera aclarar que esto no es una guerra. No es una guerra entre Hamás, parte de la resistencia palestina, e Israel. Lo que está ocurriendo es una limpieza étnica, un genocidio continuo contra criaturas, mujeres y abuelos palestinos.

¿Cómo puede comunicarse con ellos?

— Ahora llevaba tres días sin hablar con ellos. Muy a menudo pierdo el contacto. Pero por suerte viven en el sur, todavía tienen electricidad cada tres o cuatro días porque la gente tiene generadores y se enchufa todo el mundo para cargar los teléfonos. Yo estoy pendiente del móvil casi incluso cuando duermo, esperando noticias horribles. Y doy gracias que mi familia sigue viva, pero han matado a amigas, una profesora, gente del barrio que conozco desde pequeña. Son mártires. Mi gente.

¿Cómo lo hacen para sobrevivir?

— Es horrible lo que están viviendo bajo el bombardeo continuo. Mi hermana me dijo que le duelen los oídos. Ya no pueden más. Es superduro. Empiezan a estar desesperados de vivir como salvajes. Me han explicado que hay gente que está cogiendo agua del mar porque no tienen otra. No sé cómo lo hacen para seguir vivos. Sin agua, sin comida, sin luz. Y sin lugar donde protegerse. ¿Por qué trasladarse a una escuela o un hospital, si también les atacan? No hay ningún sitio seguro en Gaza. Pero dicen: "No vamos a abandonar nuestra tierra. Seguimos luchando y aquí estamos. Estamos unidos y lo conseguiremos". Piden ayuda urgente, pero la gente no quiere salir.

¿Cómo soporta esta situación, estando lejos?

— Mira, yo cuando hablo con mi familia, gracias a ellos tengo fuerza. Sólo saber que están vivos, de momento con esto tengo suficiente. Después veremos qué pasará con todo lo que hemos perdido. También estoy muy rabiosa. Intento mantener mi rutina normal, pero no estoy cómoda haciendo según qué. Me centro en ir a las manifestaciones, asambleas, charlas, entrevistas... También hacemos bailes palestinos. Es importante explicar que por mucho que Palestina no esté reconocida internacionalmente, tiene su cultura, una danza, unos trajes tradicionales. Es muy importante para nosotros que la gente entienda lo que está pasando. Desmentir la desinformación que existe en Europa e informar a la gente en la calle. Tenemos mucho trabajo.

¿Qué pediría a la comunidad internacional?

— Que actúe y los saque [a los israelíes]. Deben salir de Palestina, si no, esto continuará y terminarán con Palestina. Tienen que volver a sus lugares de origen de hace 75 años, que se desmiembre el Estado de Israel.

¿No cree en la solución de ambos estados?

— No estoy de acuerdo con los dos estados. Hubo un acuerdo de paz entre la Autoridad Palestina e Israel, que Israel no respetó. Y no lo respetarán. Para mí la solución es que abandonen Palestina, que se libere a Palestina del sionismo y del plan que tienen. Porque su plan sionista no es vivir en dos estados. El plan es ocupar toda la tierra. Y después empezar con otros países. Debemos entenderlo todos. La causa palestina no es una causa religiosa, no tenemos nada en contra de los judíos. Hay judíos que apoyan a Palestina. Nosotros estamos en contra del plan sionista, la ocupación militar de Palestina. Ellos están aprovechando el tema del judaísmo y lo que ocurrió con los judíos en la Segunda Guerra Mundial para justificar lo que está haciendo el Estado de Israel.

¿Espera poder volver a Palestina?

— Sí. Y me quedaría a vivir. Echo de menos la vida de allí. Salir a la calle y ver a mis vecinos. Lo básico, tampoco pedimos mucho. Mi familia me ha llegado a decir que quizás tuve suerte de haberles podido visitar [estuvo 20 días entre finales de agosto y principios de septiembre] para despedirlos. Solo nos queda la esperanza. Y no lo normalizamos. Las personas nunca se acostumbran. Yo siempre he dicho que voy a morir en Palestina. He elegido venir, pero tengo derecho a volver.